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Ir a ninguna parte

El libro de bolsillo “Philosophy for passengers” (Filosofía para pasajeros) de Michael Mardern es perfecto para meterlo en la mochila o en el maletero cuando se hace un viaje.

 

Sean Sheehan

 

En algún momento te consume la euforia o el miedo que provoca el viaje, pero este libro, que actúa como distracción y como terapia, examina la experiencia intrínseca de ser un pasajero; un libro, por tanto, no sobre el viaje, sino sobre el pasaje.

Somos pasajeros, obviamente, cuando viajamos en medios de transporte público, pero en el corazón de este pequeño libro meditativo está la extensión de la condición de pasajero al plano existencial: nuestro predicamento es el hecho de ser traído, pasajero, al mundo y tener que pasar por él como pasajero; salir de él en un punto que generalmente está fuera de nuestro control.

Como pasajeros, pasamos y vivimos con el tiempo. La mentalidad temporal del pasajero consciente, gobernada aparentemente por momentos definidos por el reloj, puede permitirse la transición hacia el estado de estar en el tiempo mismo; no los momentos de inicio o final, sino el paso entre ellos, la transición en contraposición a la circularidad de las narrativas (como “La Odisea” de Homero e innumerables películas) que configuran un viaje como un regreso a casa.

Marder es un buen escritor a la hora de recurrir a analogías e imágenes ampliadas para extraer reflexiones filosóficas de la experiencia de ser un pasajero: «Un poco como el polvo, los pasajeros se reúnen temporalmente en formaciones sociales desordenadas para luego dispersarse de nuevo».

Aparte de este tipo de símiles, utiliza el concepto de metáfora, del griego metaphora (que significa, de metaphorein, «transbordar o transportar a través») como una forma literal de figurar los vehículos de transporte que nos llevan como pasajeros.

En el transcurso del pasaje cambiamos y una metáfora toma un significado de una palabra y lo transporta, lo cambia, para hacer otro – como cuando decimos que nacemos, vivimos y morimos como pasajeros.

Marder da un paso más al alinear las expresiones metafóricas con «la inquietud del pensamiento [y] su infatigable trasiego de ida y vuelta».

Cuando hacemos una comparación o un juicio, el propio pensamiento se convierte en pasajero «abrazando dos orillas o dos lados», pero vivo al abismo entre una cosa y otra. “Philosophy for passengers” está repleto de ingeniosas ocurrencias como ésta y, al igual que en el caso de Pessoa, hay muchas que son eminentemente citables; una de mis favoritas es la de que «el tren de la existencia no circula a tiempo, porque el tiempo no circula a tiempo».

Hace un uso elegante de la película “Pasajeros” (2016) -pero no, un poco sorprendentemente, de la película de Antonioni «El pasajero» de 1975- para recordar a los lectores que «el destino nunca se alcanzará y que la vida en una condición suspendida, intermedia, es todo lo que hay.»

Puede que “Philosophy for passengers” sea un libro sobre el hecho de no ir a ninguna parte, pero incluso un viaje sin dirección tiene un punto de desembarco.

Las dos páginas finales nos recuerdan cómo podemos reflexionar después de hacer los muchos pequeños viajes antes del último que lo termina todo.

“Philosophy for passengers”, de Michael Marder, está publicado por MIT Press.

(Traducido por Mónica del Pilar Uribe Marín)Fotos: Pixabay

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