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Źiźek… Viaje espacial

Leer a Źiźek puede parecer un viaje a una galaxia de ideas, pero una imagen pictórica más exacta es la de visitar un sistema solar con multitud de pensamientos que orbitan en torno a una comprensión radical de la existencia.

 

Slavoj Źiźek. Foto de Sushiesque / Flickr. Creative Commons License.

Sean Sheehan

 

La realidad, se insiste, carece de toda coherencia sustancial y esta imposibilidad de totalidad es lo Real. Este Real es la fisura entre dos perspectivas completamente diferentes -pensemos en un conservador de derechas y un socialista-, un espacio sin densidad, sin núcleo.

Filosóficamente, ecológicamente, psicoanalíticamente, la vida no es un proceso positivo del que el Capital se alimenta parasitariamente, destruyendo su equilibrio natural -la propuesta animadora que se juega en «Parásito» (2019)- porque la alienación, los antagonismos que atraviesan la vida, están ahí desde el principio. Hay una grieta inconsolable entre el animal (la naturaleza) y el humano (la cultura). La grieta es paralela dentro de la sexualidad humana. Las identidades de género, sin embargo, diversas y múltiples, sirven para encubrir lo Real de una imposibilidad que atraviesa el dominio de la sexualidad.

Źiźek establece una correspondencia entre el Edipo que espera en Colono, Cristo y el Che Guevara: los tres emergen del nivel cero de la existencia cuando, al saber que la muerte se acerca, su indigencia los sitúa fuera de cualquier identidad simbólica normal.

Pero, milagrosamente, esto les sitúa también en el umbral de la realización de un cambio revolucionario.

Todos habitamos un mundo simbólico -el término de Lacan para esto es el «gran Otro»- que ofrece una estructura cohesiva para gestionar la realidad sin sentido, una ficción que intenta ocultar la herida traumática y ontológica de la existencia humana. Pero el efecto es distanciarnos de nuestra sustancia biológica.

El gran Otro es el parásito que se alimenta de nuestro placer y permite, perversamente, que fluya un goce excedente (de nuevo, término de Lacan) de nuestro displacer.

Esto ayuda a explicar por qué colaboramos en las catástrofes que están a punto de engullir a la siguiente generación; continuamos obedientemente y nuestras inversiones libidinales en lo que no está bien apuntalan el funcionamiento de la ideología.

El disfrute proviene de la falta repetida de lo que creemos que nos dará la felicidad, un movimiento circular, una pulsión de muerte, que genera perversamente satisfacción.

Las distorsiones, los giros y el auto sabotaje del deseo promulgan el impasse en el corazón del deseo y se expresa en la búsqueda de algo imposible o su desplazamiento hacia un objeto inalcanzable.

La brecha naturaleza/cultura se intensifica hasta niveles alarmantes por el uso que el capitalismo hace de la ciencia, un compromiso tipo Frankenstein que va más allá de los desastres medioambientales del tipo que el libre mercado convertiría normalmente en una oportunidad de inversión; no una desgracia ecológica puntual sino la extinción de la vida humana; no otro virus sino mutaciones biogenéticas.

En “Surplus enjoyment: A guide for the non-perplexed” (El disfrute de los excesos: Una guía para los no perplejos) el autor se muestra más flexible, abordando las urgentes preocupaciones actuales y la necesidad de una solidaridad global que no puede divorciarse del igualitarismo.

Cuando escribe sobre la confianza en las personas y la posible necesidad de un racionamiento de una u otra forma, alinea este enfoque con los principios radicales del comunismo. Źiźek es un estímulo para los cerebros fatigados, es un verdadero radical y un auténtico conservador de izquierda que quiere evitar la desintegración social que amenaza nuestra vida cívica.

Surplus enjoyment: A guide for the non-perplexed”, de está publicado por Bloomsbury.

(Traducido por Monica del Pilar Uribe Marin)

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