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Detenidos III – Makni: “No he matado ni robado a nadie”

“Solo quería dejar mi país”, fueron las palabras del eritreo de 30 años y solicitante de asilo Makni Tecli, quien ha pasado 8 meses detenido. Dejó su país, Sudán, en 2001 porque había desertado. Memorias de The Prisma.

 

Joanna Gilbert-Shcrute

 

“La pena de prisión en Eritrea por deserción es abierta y queda a discreción del presidente y los funcionarios de prisiones, no hay jueces en asuntos militares”. Las sanciones para el delito de deserción van desde la cárcel, hasta la pena de muerte. The Prisma’s Memoirs.

Los desertores en Eritrea son muchas veces torturados, violados y maltratados físicamente. Los detenidos están a menudo en régimen de incomunicación por tiempo indefinido sin cargos formales. Desde octubre de 1995 el servicio militar de 18 meses era obligatorio para todos los ciudadanos de Eritrea hombres y mujeres de entre 18 y 40 años, aunque Makni afirma que, en realidad, es hasta 50 años. El servicio militar se ha intensificado y extendido recientemente, a menudo de forma indefinida, debido a las disputas fronteriza y el temor correspondiente de la creciente tensión con Etiopía.

Las barreras físicas no impiden que Makni mentalmente esté decidido a superar los diversos obstáculos que ha encontrado en su camino en la búsqueda de asilo. Ha quedado relegado en el olvido, desde que huyó de Eritrea en busca de asilo, y no ha sido el destino, sino las autoridades de inmigración, quienes han decidido su suerte.

La última vez que Makni sintió la valentía suficiente para tomar una decisión, estaba empaquetado en un camión militar, de noche, durante un fuerte aguacero, cuando se ordenó a los reclutas trasladarse a otro camión.

Makni lo explica con la convicción de un oportunista que aprovechó ese momento para salir corriendo: era consciente de la repercusión de sus acciones y aprovechó la oportunidad.

Está totalmente en desacuerdo con el gobierno de Eritrea y el servicio militar indefinido en un régimen militar brutal. Se escapó en cuanto pudo a Sudán, y de allí a Libia y Malta, donde fue detenido, hasta que a principios de octubre de 2002 fue enviado de regreso a Eritrea, el país del que él estaba intentando escapar.

A su llegada, fue enviado inmediatamente a la cárcel, Makni decidió que no se quedaría en Eritrea por mucho tiempo. Pronto intentó escaparse de su reclusión en la insegura cárcel de bajos muros en la que se encontraba. Se las arregló para escapar y llegar a la frontera de Sudán, donde fue asistido por los contrabandistas del país.

Al involucrarse en la red de Eritrea en Sudán, Makni conoció a un agente que le ayudó a llegar al Reino Unido. “Yo no tenía papeles ni identidad, a diferencia de los refugiados de ACNUR, que tienen papeles y son aceptadas por Sudán como refugiados”.

Ansioso por dejar Sudán debido a que había agentes de seguridad de Eritrea que patrullaban la zona, Makni decidió confiar en el agente y en su futuro. “Temía una pena por tiempo indefinido o incluso la muerte, si hubiera sido devuelto por tercera vez a Eritrea”.

Cuando llegó al Reino Unido en el año 2004, no lo hizo con su identidad, sino con un pasaporte falso, Makni fue encarcelado durante siete meses y fue trasladado de inmediato al centro de detención de Campsfield durante 4 meses. En total Makni ha pasado ocho meses en prisión en el Reino Unido, en los centros de detención de Colnbrook, Oakington y Campsfield.

Con experiencias diferentes en los tres centros de detención, Makni describe las experiencias más fuertes de cada centro, sin hacer un análisis comparativo de ellos. Compara, eso sí, sus experiencias en prisión y las experiencias en los centros de detención, a favor de las primeras sobre los segundos.

“Las cárceles son mejores que los centros de detención. A pesar de que uno está privado de sus derechos, se sabe que se pasará allí un tiempo y será tratado como un ciudadano. Makni también admite que “la comida era mejor”.

En los centros de detención “no se sabes cuándo vas a ser liberado. Es difícil encontrar una respuesta a lo que pides. A pesar de que el ambiente es más relajado que en las cárceles, que están plagadas de problemas”, añade que “no tener información es lo más difícil de soportar, el limbo y la incertidumbre”.

En el Reino Unido no sabes cuándo vas a ser puesto en libertad. “No me gusta mi vida en el limbo en este país, sin saber qué va a pasar después”.

Al describir el centro de detención de Campsfield, Makni menciona que los oficiales tratan a los detenidos afganos con fuerza. “Muchos de los detenidos que son llevados para ser deportados, pero no lo son, son golpeadas cuando regresan, a veces con posterioridad a su regreso, con el fin de ocultar los golpes”.

Makni describe que “en las prisiones hay un máximo de 2 personas en una celda, en el centro de detención puede haber 12 personas en una habitación, haciendo más difícil dormir entre los ronquidos, las charlas y los olores”.

Makni cuenta que “Colnbrook es diferente a los otros centros de detención, ya que es de periodos más cortos. Estás encerrado durante 23 horas, con sólo un 1 hora de pausa”. Y continúa: “Es similar al aislamiento de las personas que van a ser deportadas o que acaban de ser liberados de la prisión. El objetivo principal es el de romperte psicológicamente para que voluntariamente seas enviado a cualquier lugar al que las autoridades deseen enviarte, es decir, otro centro de detención o de expulsión”.

Un portavoz del Ministerio del Interior Británico declaró que “Es posible que ocasionalmente los mantengan en lugares separados, la noche antes de su retorno porque los vienen a buscar muy temprano, para minimizar la interrupción en el resto del centro”.

Las respuestas de Makni muestran que el arresto está minando su fuerza de espíritu necesaria para soportar la dureza de su viaje. Sus fuertes rasgos y su suave voz articulada traicionan sus experiencias vividas.

Makni cree que el sistema está infectado con la incompetencia. La audiencia de la corte de Makni es a partir de agosto y ha solicitado asilo en dos ocasiones debido a la negligencia burocrática. El Ministerio del Interior afirmó haber perdido el archivo de su solicitud de asilo por segunda vez , y además en el pasado las audiencias de la corte han sido aplazadas. Makni se queja de que no son quienes buscan asilo, sino el Ministerio del Interior quien está gastando el dinero de los contribuyentes por el constante aplazamiento de su audiencia. “Pero se me acusará a mi, al solicitante de asilo, de malgastar el dinero de los contribuyentes”.

Continua de forma apasionada, “el Ministerio del Interior tiene la facultad de emitir las “sanciones” limitando los movimientos del individuo. No son un tribunal, sin embargo, hacen lo que quieran, incluso diciendo “hemos perdido el archivo”. El Ministerio del Interior echó mano de la presentación del recién creado Proyecto de Mejora de Asilo del gobierno cuando se pusieron de relieve las acusaciones de negligencia.

Este proyecto se inició en el verano de 2010, para explorar nuevas maneras de mejorar el actual sistema de asilo, incluida la tramitación de los casos de asilo con mayor rapidez, a menor costo y mejorar la calidad de la toma de decisiones de la Agencia de Fronteras del Reino Unido.

Makni dice que “Las autoridades de inmigración en el Reino Unido no te agreden con la fuerza, sino con el papeleo que hace que sea imposible argumentar o defenderse a sí mismo”.

Makni también se queja de que cuando su solicitud de asilo fue denegada, el informe presentado por el Ministerio del Interior, estaba escrito con “artículos que son incomprensibles”.

Otro problema que ve es que los abogados de inmigración son incompetentes y sólo aquellos que trabajan con las autoridades de inmigración están dispuestos a trabajar.

El Ministerio del Interior ha emitido una orden de deportación contra él, pero no han logrado deportarlo, porque no pueden obtener los documentos para identificarle a él o su país de origen. Por tanto, es difícil probar que Makni es, de hecho, de Eritrea.

Una vez que Makni fue puesto en libertad, se le dijo que iba a ser marcados y “dispersados” a Birmingham . No está de acuerdo con esto, porque sus redes de apoyo están en Londres. “Sobrevivo con la ayuda de mis amigos”. Debido a su negativa a ser “dispersado”, Makni no tiene derecho a cupones para alimentos. Cuando se habla de dispersión Makni dice “¿Dónde está la libertad de elección, si tengo que ir a donde quieran”.

Y añade “¿Por qué hay que privar a los solicitantes de asilo del acceso a la sociedad británica?”. A menos que la orden de deportación se levante, no puede solicitar la residencia, beneficios sociales o un puesto de trabajo. Actualmente está viviendo con un amigo y tiene que presentarse semanalmente a una oficina de inmigración en London Bridge.

Makni habla de una “vida fantasma”, por que no tiene domicilio fijo o unos ingresos estables, y está viviendo el día a día como un fantasma.

Desde el año 2001, Makni no ha tenido contacto con su familia en Eritrea, ya que como desertor no quiere hacerles correr riesgos. Cuando se le preguntó si tenía alguna religión, Makni respondió: “Por el momento, es difícil concentrarse en una religión”.

Las muchas experiencias de Makni tras escaparse de Eritrea, la cárcel, las detenciones, etc. han provocado en él un hambre voraz de conocimientos, que se siente cuando empieza a hablar de sus sueños de estudiar la ley para, algún día, poder defender y comprender los procesos que ha tenido que soportar el mismo. Como orador natural que es, es fácil imaginarse a Makni convirtiéndose en un gran defensor de los derechos de los solicitantes de asilo en el Reino Unido.

Aug 7, 2011 at 14:00

(Traducido por: Ana Belén Bravo – Email: anabelenbravo@gmail.com – Fotos: Pixabay

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