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Sólo hazlo

James Kelman horrorizó al establishment literario cuando ganó un importante premio por su cuarta novela, «Qué tarde era, qué tarde», en 1994.

 

Sean Sheehan

 

Una novela sobre un ex presidiario que pierde la vista como consecuencia de una paliza de la policía y que luego se enfrenta al Estado en sus demás manifestaciones, era demasiado cruda para las mentes de clase media que tacharon a su autor de «salvaje analfabeto».

Eso fue hace veinticinco años, se dirá usted, seguramente hemos avanzado desde entonces.

Su primera colección de cuentos, «An old pub near the angel», apareció en 1973 gracias a una pequeña editorial estadounidense y su última novela, «God’s teeth and other phenomena» (Los dientes de Dios y otros fenómenos), ha sido publicada en 2023 por PM Press, otra pequeña editorial de Estados Unidos.

Kelman sigue marginado dentro de un sistema literario británico que se siente más a gusto con escritores escoceses, como Irvine Welsh, cuyas descripciones de vidas desfavorecidas se prestan de algún modo a ser glamurosas de un modo en que las de Kelman nunca lo son. El personaje central de «God’s teeth and other phenomena», Jack Proctor, no es un vagabundo, sino un escritor de unos sesenta años que acepta un trabajo de escritor para una organización artística, en parte porque cuando su mujer le dice que no necesitan el dinero, él piensa que probablemente sí lo necesitan.

También acepta el trabajo porque se toma la escritura en serio y tiene algo que aportar al respecto.

James Kelman

La novela es un ataque frontal a la industria de la escritura creativa y a la «policía del arte», término con el que Proctor designa a los guardianes autoelegidos de lo que debe considerarse buena escritura.

Un capítulo describe a dos grupos de niños que exploran el campo y llegan a una corriente de agua que podría ser peligrosa en algunos lugares. Uno de los grupos vacila, pensando en la mejor manera de cruzarlo, pero pierden el ímpetu y consideran que la roca inestable es simplemente demasiado inestable, que la piedra sumergida es demasiado resbaladiza.

Los otros niños se mueven con rapidez y se ponen en marcha: «Las rocas inestables se desprenden si alguien permanece de pie sobre ellas durante un tiempo, pero los movimientos de los niños no provocan el desprendimiento… la velocidad les lleva y consiguen cruzarlas para ponerse a salvo». El relato del capítulo se convierte en una metáfora ampliada de la tarea a la que se enfrenta el escritor: escapar de la policía artística, correr, saltar y aterrizar, «sin necesidad de ningún guardián».

Proctor puede estar de mal humor, sobre todo por la falta de una organización adecuada y la necesidad de planificar sus días sin que su mujer esté presente para los detalles de vivir y alimentarse: «Me estaba convirtiendo en uno de esos hombres chiflados que tienen que llamar a casa desde los cafés: «Hola cariño, ¿pongo azúcar en mi café?».

Foto: Pixabay

Detrás del humor negro, la sátira y el malhumor, Proctor se toma en serio la preparación del material para sus charlas y sesiones con escritores en ciernes. Es una cuestión de actitud y fortaleza: “La vida es demasiado corta. O larga, según». Mientras tanto, Kelman sigue escribiendo.

“God’s teeth and other phenomena”, de James Kelman, ha sido publicado por PM Press.

(Traducido por Monica del Pilar Uribe Marin)

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