En su comunidad, los musulmanes gays se enfrentan a una mentalidad que, como en otros sectores de la sociedad británica, condena la homosexualidad como un acto inmoral que con frecuencia es objeto de burla. La violencia forma parte de la vida de muchos musulmanes LGBT. No solo las agresiones físicas por parte de algunas patrullas de religiosos radicales que alientan el odio homófobo en las calles, sino también psicológicas, como los matrimonios forzosos a los que a veces se ven sometidos para salvar a las familias de la vergüenza.
Noelia Ceballos Terrén
Una niña de 15 años que le confiesa a su profesora sus dudas sobre su sexualidad obtiene todo lo contrario al apoyo que buscaba. Su maestra le responde que allí «no hay gays» y que «ardería en el infierno» si llevaba un estilo de vida homosexual. Esto le ocurrió a una joven musulmana en mayo de 2008 en su escuela pública del este de Londres, según cuentaba Johann Hari, columnista del diario The Independent. Y es que el Islam es una religión más, como el cristianismo o el judaísmo, que no acepta la homosexualidad. Lo cual representa un grave problema para los miles de musulmanes LGBT que ven cómo su propia comunidad les rechaza, con el pretexto de que el Corán condena tal pecado.
Como en otras confesiones, la lectura más fundamentalista de los textos sagrados lleva a una minoría a desarrollar una fuerte intolerancia y llevarla peligrosamente a la práctica.
El ejemplo más mediático son los ataques violentos de «patrullas» musulmanas que han llevado a cabo varios ataques a homosexuales en barrios del este de la capital británica. En otoño de 2010 algunas calles de la zona amanecieron con carteles que anunciaban que aquella era una «zona libre de gays». Y algunos añadían una advertencia: «Y temed a Alá: Alá es severo en el castigo».
Johann Hari recuerda en su columna cómo un joven fue agredido a la salida de un pub gay por una banda de chicos musulmanes. Recibió ocho puñaladas. Y dos años después, cuando su agresor fue condenado, de nuevo una banda de treinta personas volvió al mismo establecimiento atacando físicamente a todos los clientes.
Gay en secreto
La violencia física no es la única forma en la que los musulmanes sufren una homofobia apoyada en la religión.
La opresión social y psicológica es mayor, y puede tener efectos más perversos. La pérdida de confianza, la culpa y el miedo llevan a extremos como el suicidio.
En su comunidad, los musulmanes gays se enfrentan a una mentalidad que, como en otros sectores de la sociedad británica, condena la homosexualidad como un acto inmoral que con frecuencia es objeto de burla.
Las mezquitas son lugares donde se originan muchos de estos discursos apoyados en un Corán que prohibe el acto sexual entre dos hombres. De este modo, aquellos fieles que se cuestionan su sexualidad sienten en primer lugar la presión de sus líderes religiosos que les repiten las consecuencias de vivir en pecado. A pesar de que el Corán no se refiere al sentimiento amoroso entre dos personas del mismo sexo, ni a la homosexualidad, término que no existía antes del siglo XIX.
Frente a este rechazo, en muchas ocasiones los musulmanes que deciden asumir públicamente su homosexualidad sufren también el repudio de sus familias. Annie Southerst, trabajadora de la organización Albert Kennedy Trust explicó a la BBC que había tenido casos de «personas expulsadas de sus casas con cuchillos».
Esta reacción es debida al miedo de las familias a sufrir ellas mismas el aislamiento del vecindario porque uno de sus miembros sea gay.
Matrimonio forzado
Pero antes de llegar a esos extremos, algunas familias fuerzan al hijo o hija a casarse con alguien del sexo opuesto, en un intento por modificar su sexualidad. Un acto penado por la ley inglesa que aún así sigue extendido, pero poco visible y difícil de calcular. En 2013 el Forced Marriage Unit pudo detectar 1302 bodas de este tipo, de las cuales casi un 43% eran pakistaníes, y en 12 casos se supo que alguna de las víctimas era LGBT. Muchas familias aprovechan los viajes a su país de origen para forzar a la persona a casarse. Y si se resiste puede sufrir el cautiverio y el maltrato físico y psíquico de sus propios allegados.
Esto le ocurrió a Suni, un veinteañero que en 2008 visitaba a su familia en Pakistán acompañado de sus padres. En el relato que ofreció a la BBC contó que allí sospecharon de su sexualidad y creyeron que para «curarse» tenía que casarse. Cuando se negó fue encerrado en la casa, maltratado regularmente y acusado de haber avergonzado a la familia.
Maya es otra superviviente que logró escapar del matrimonio al que se vio empujada cuando su padre y sus tíos descubrieron que era lesbiana. La organización Forced Marriage recoge su testimonio: «Muchas vidas han sido arruinadas por mi matrimonio forzado. No me hablo con mi familia – hecho de menos a mis hermanos y hermanas, pero sobre todo a mi madre. Cuando mi padre y mis tíos descubrieron que era lesbiana, creí que iba a morir, que iban a matarme.
Cuando te obligan a casarte es como si te vendieran para ser violada».
Otro Islam tolerante
Un estudio de Gallup y Coexist Foundation de 2009 revelaba, rotundo, que de los musulmanes encuestados 0% consideraban que la homosexualidad fuera moralmente aceptable.
Este dato puede contribuir a construir una imagen radical y poco tolerante de los musulmanes. Sin embargo el mismo estudio muestra que un 99% de fieles islámicos se oponen a cualquier tipo de violencia.
Otros investigadores llevaron a cabo un sondeo en Birmingham el mismo año, destacando datos como un 98% de musulmanes que aceptarían a su hijo si fuera homosexual. Asimismo, tan solo un 3% creía que los homosexuales tendrían que recibir un castigo.
Y es que el dogma religioso puede verse en entredicho cuando los creyentes conviven con aquellos que su religión acusa de pecadores. Las actitudes de los musulmanes de a pie no son tan radicales como las que predican algunos imanes. La organización pro-LGBT Stonewall recoge en su estudio Love Thy Neighbour testimonios de practicantes de diversas religiones que demuestran que el odio hacia los homosexuales por parte de los creyentes es exagerado por los propios líderes espirituales y los medios de comunicación.
Amir, uno de los participantes, declara: «No tengo ningún problema con eso porque para mí juzgar a alguien por su sexualidad es lo mismo que juzgarle por su color. Es inaceptable».
Una encuesta de You Gov muestra que un 73% de estudiantes musulmanes reconocen que sus padres son más estrictos que ellos.
Incluso un niño musulmán, desde su edad más temprana, aprende – como ocurre en otras religiones – que ser gay no es normal, ni aceptable.
Y la escuela sigue siendo un espacio social donde se reproduce la misma homofobia que en el resto de la sociedad.
Mezquita para todos
Aunque es un movimiento muy minoritario en el Reino Unido, los musulmanes LGBT tienen un lugar al que acudir en el norte de Londres sin temor a los prejuicios ni a las represalias.
Su nombre es The Inclusive Mosque Initiative y es la primera mezquita que acepta a musulmanes de todas las sexualidades y que no discrimina por sexos durante la oración. Aunque la organización no es ningún portavoz de los musulmanes gays, sus principios más abiertos y tolerantes se basan en la creencia de que la sexualidad es un asunto privado entre Alá y la persona.
Pero en el resto de la comunidad los musulmanes homosexuales también encuentran en ocasiones otras manos amigas en algunos imanes. No son mayoritarios, y actúan a escondidas, pero existen en el Reino Unido líderes espirituales que no rechazan tajantemente la homosexualidad.
Prueba de ello es cómo, a pesar de una gran mayoría de la comunidad musulmana claramente en contra del matrimonio homosexual, algunas parejas logran entrar en nikkahs, el contrato matrimonial islámico, llevados a cabo por imanes.
Entrevistado por la BBC, el activista pro-gay y musulmán Ibrahim Ismail admitió la existencia de estas bodas, pero contabilizarlas es imposible dado el secretismo que las envuelve. Lo que demuestra que la aceptación sigue siendo mínima. (Memorias de The Prisma. Octubre, 2014)
(Fotos: Pixabay)