Globo, Latinoamerica, Reino Unido

El estrepitoso avance de la ultraderecha mesiánica

El próximo 10 de diciembre podría ser el inicio del regreso al pasado en Argentina, escenario de terremotos políticos donde cualquier cosa puede acontecer, incluso que la gente decida votar por un ‘fenómeno mediático’ y peligrosamente ultraderechista: Javier Milei.

 

Víctor Ego Ducrot

 

Milei es economista. Se dice libertario. Alrededor de su ser y accionar de rock star reunió un coro de marginales, arribistas y defensores de la dictadura cívico- militar genocida instaurada en 1976.

Trabajó para encumbrados empresarios enriquecidos a costillas del Estado. Hace unos años había irrumpido como exótico panelista en programas políticos de la TV basura.

Su ideólogo es el economista estadounidense Murray Newton Rothbard, integrante de la escuela liberal austríaca y abanderado insignia del denominado anarco capitalismo, que propone la casi desaparición del Estado en favor del sistema empresario corporativo, al que le dicen los mercados.

Milei propuso un régimen de libre compraventa de órganos humanos. Dice que la justicia social es una aberración y que, de llegar al gobierno, tendrá dos únicos aliados internacionales: Estados Unidos e Israel.

Y ahora

Lo asombroso es que pese a lo fue el candidato a la presidencia más votado en las primarias del domingo 13 de agosto, con el 30% de los sufragios emitidos.

Dejó en segundo lugar a dos derechistas herederos del ex presidente Mauricio Macri: a la ex militante montonera Patricia Bullrich, devenida numen de todas las políticas militaristas y policíacas, y al ex peronista Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de Gobierno de la ciudad capital.

Ambos disputaron por un cetro que finalmente no tuvieron ni existía: ocupar uno de ellos el liderazgo sin discusión de la oposición al gobierno del presidente Alberto Fernández y su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y llegar a la Casa Rosada en diciembre próximo sin mayores sobresaltos. Milei también se transformó en la pesadilla del candidato oficialista, Sergio Massa, un representante cabal de la profesionalización de la política, que, además der ser el actual ministro de una Economía en estado de coma, se convirtió en la cara visible del peor resultado electoral del peronismo en toda su historia.

En otra época, los pobladores de ese universo político lo hubiesen considerado tanto a él como a quienes lo ungieron en ese lugar como los imperdonables mariscales de la derrota.

Habrá que aguardar. Al día siguiente de su irrupción estelar, el propio Milei reconoció: aún no gané nada.

En octubre tendrán lugar las elecciones generales con los candidatos que sobrevivieron a las primarias y hasta existe la firme posibilidad de que todo se dirima en una segunda vuelta o balotaje.

Mientras tanto, las condiciones económicas se agravan como calvario para un país de enormes riquezas en recursos naturales y capacidades agroexportadoras, que mantiene al 50 por ciento de su gente por debajo de la línea de pobreza.

Debido al descontrol económico y la sensación colectiva de sentirse parte de una sociedad sin gobierno, una crisis política de por ahora indefinibles consecuencias podría tener lugar en cualquier momento.

Qué sucedió

Primero, y a no perderlo de la mira. Los fascismos siglo XXI conforman un fenómeno que viene reiterándose a nivel global, aunque en cada comarca con sus peculiaridades.

Y no existía razón alguna para que no apareciese en Argentina, país en el que tras cuatro décadas de restauración democrática, su pueblo sigue sufriendo en forma periódica las mismas tragedias sociales. Hay algunas posibles respuestas del porqué de la irrupción de Javier Milei en el escenario político local. Ausentes de ese debate más televisivo que público, he aquí algunas posibles respuestas, al menos como ensayos o meros quizás.

Pobreza y marginación de las mayorías, inflaciones descontroladas, endeudamientos seriales y, como designio de última generación, el crecimiento exponencial del crimen organizado en tramas de complicidad con elementos de las policías y los cuerpos penitenciarios, de los poderes judiciales y de las fiscalías, y de la política en ejercicio desde ámbitos legislativos y ejecutivos… En ese contexto, víctima puede ser cualquiera, ya que  la delincuencia se nutre de jóvenes pobres que terminan como mano de obra descartable del propio sistema de poder.

Salvo experiencias nunca consolidadas en el sentido de superar semejantes traumas, las fuerzas políticas y sociales del llamado campo progresista, de izquierdas o centro izquierdas, nacional y popular no han sabido, podido o querido dar respuestas sustentables a los acuciantes reclamos de los más amplios y diversos sectores sociales, salvo a los de aquellos que representan a los más encumbrados del poder económico…

Al actual gobierno ahora en retirada le caben muchas críticas por su gestión.

Es cierto que los poderosos controlan de manera casi exclusiva el aparato mediático desde el cual se disciplinan en forma más o menos efectiva a casi todos los comportamientos sociales. Pero ello no alcanza como justificación.

Las organizaciones políticas de todos los signos conviven más allá de sus pullas públicas y sólo se disputan los favores de las distintas facciones del bloque económico dominante.

En general, las fuerzas progresistas forman parte de ese entramado perverso y así es como, en términos concretos– algunos dicen objetivos– son las responsables últimas del ascenso de personas como Javier Milei.

La tendencia parecería ser entonces la conversión de la política en aquello en lo que se está transformando todo lo humano: en mercancía absoluta.

En Argentina, una vez más, la intrepidez de ciertos personajes como Javier Milei vio lo que las anquilosadas fuerzas progresistas perdieron de vista, y se proclamó con éxito la voz de los hartos de tanta injusticia.

Grita que los políticos todos conforman una casta de inmundos privilegiados y no sólo expresa el hastío de tantos, sino que les habla de una nueva esperanza, vana o ilusoria, pero esperanza al fin.

La mayor parte de la población de este país no tiene más de 30 años de edad, pobladores de la gran aldea digital y de las redes sociales. Más de la mitad de todos ellos deambulan entre la pobreza y la frustración. Allí creció Milei. Al fin de cuentas, los fascismos nacen cada vez que las formulaciones democráticas vacilan o fracasan. PL

 (Fotos: Pixabay)

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