En Foco, Opinión

El único hogar de la humanidad siempre serán las palabras

El cantante argentino no supo hablar hasta los 9 años, analfabeto hasta los 14, enviudó a los 40, conoció a su padre a los 46 y fue asesinado por narcotraficantes a los 73 años el 9 de julio de 2011 en Ciudad de Guatemala.

 

Armando Orozco

 

La derecha asesina poetas todo el tiempo. No hay que recordar más atrás que el crimen contra Federico García Lorca, el poeta granadino, al comienzo de la Guerra Civil española.

Y otros durante estos disturbios, que sufrieron el fusilamiento y la cárcel, como en el caso del poeta Miguel Hernández, y muchos otros en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial por culpa de la ultraderecha fascista nazi.

Sin embargo, no sólo el capital financiero sacrifica a los poetas, sino también los militares y los narcotraficantes. Todos ellos se alían ahora en América Latina en una cruzada mortal contra la cultura, porque también han caído pintores, dramaturgos, escritores, pensadores y hasta humoristas durante los años del Plan Cóndor y las dictaduras de Pinochet, como le ocurrió a Jaime Garzón, y comandantes guerrilleros fusilados a quemarropa como el Che Guevara.

Y es que las Palabras, con mayúscula, son una luz en la conciencia, que permite a la facultad del ser humano tomar conciencia de lo que ocurre a su alrededor, organizarse y luchar para transformar el mundo.

El poeta Federico García Lorca fue asesinado de noche en la calle, dejándonos aún hoy cavar sin encontrar su tumba.

La derecha española lo mató porque su poesía hacía existir a los negros y a los gitanos, poniéndolos en contra de la injusticia visible. García Lorca hablaba del hambre y de la discriminación y del desamor, igual que los discursos y las canciones de Facundo Cabral.

Hoy, el narcotráfico domina Centroamérica, intentando crear el primer narcoestado continental en esta región, lo que no perdonó al poeta y trovador argentino.

También son dueños de los medios de comunicación por lo que quieren desviar estos disparos asesinos, como hicieron antes con el poeta granadino, diciendo que fue asesinado en una disputa con gitanos, y en el caso de Facundo, que iban dirigidos contra el dueño de su negocio.

Esto es una falacia tan grande porque seguirán yendo contra todos aquellos que alcen su voz, con fuerza, verdad y fortaleza a favor de la libertad, el amor al prójimo, la protección de la naturaleza, la igualdad, desairando el consumismo, y sin límites del dinero como único valor real y simbólico en esta sociedad.

Con el capitalismo en descomposición, sus aliados no dejarán de amenazar la vida, las canciones y la felicidad. En Nariño, Ipiale, ocho días antes de la muerte del dramaturgo argentino, también fue asesinado Arturo Cisneros.

Era un promotor cultural y abogado, que cerró con su desaparición el Séptimo Recital de Poesía del Sur.

No perdonaron ayer a Federico García Lorca, ni al salvadoreño Roque Dalton, ni a Facundo Cabral, que volvió la cara a la riqueza con los mejores valores éticos y morales humanos actuando como escudo. Lo mataron en «Guatepeor» -¡qué mala noticia!- al amanecer de un sábado de julio.

Pero lo que no saben quienes también mataron al poeta y periodista colombiano Fernando Garavito, en una carretera norteña del sur de Estados Unidos fronteriza con México (siguiendo los informes), es que el único y verdadero hogar de la humanidad siempre serán las Palabras.

(Fotos: Pixabay)

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