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El mundo en que vivimos

Jacqueline Rose comenzó «La peste» con el primer bloqueo pandémico del Reino Unido (marzo de 2020) y lo terminó con la invasión rusa de Ucrania dos años después. Escrita, como ella misma dice, «al calor y al frío de su momento», es notablemente elocuente y reflexiva, y se distingue por la precisión de su pensamiento y su compromiso con la justicia.

 

Sean Sheehan

 

Mucho más que un documento sobre la pandemia, lo que escribe encuentra una resonancia escalofriante y profética en los bombardeos genocidas de Israel contra los palestinos y el robo de tierras en Cisjordania.

El relato de Rose sobre la pandemia es conciso y directo. En todo el mundo, y especialmente en el Reino Unido (uno de los países más afectados de Europa), las desigualdades raciales y de clase quedaron al descubierto y, según muestra, las mujeres en relaciones abusivas sufrieron más que nunca.

La pandemia y la guerra de Ucrania también revelaron la violencia inherente al poder estatal: «la muerte pertenece al corazón de la misma autoridad legal a la que hemos estado apelando para someterla». La muerte es «la medida más cruda de los acuerdos sociales injustos, el preciado monopolio del poder estatal».

De un modo no muy distinto al de la pandemia, la matanza de Gaza plantea qué hacer cuando la muerte y el morir ya no puedan aparcarse con seguridad en un rincón de la mente donde no resulten conscientemente molestos.

Para encontrar una respuesta, Rose pide ayuda a la olvidada Simone Weil, filósofa política, activista sindical y mística.

Weil se resiste a una categorización fácil, pero en el tapiz de pensamientos y sentimientos que la componen hay una preocupación permanente por la justicia y la necesidad de una ética que Rose describe como una forma de pensamiento mágico: la entrega de «nuestro propio ser a los desdichados de la tierra» para que las respuestas negativas a la miseria – «natural, es decir, para aquellos que se han salvado mínimamente»- se transformen en «un abrazo dispuesto y tierno». Si esto le suena a optimismo, la propia vida y muerte de Weil demuestra lo que significó para ella.

La gripe española mató a casi tanta gente como las dos guerras mundiales. No se originó en España ni el país se vio más afectado que otros lugares.

Se ganó su nombre porque España fue la única nación que no reprimió la terrible virulencia de la pandemia. Es necesario, concluye Rose, hacer frente a las catástrofes y no esconder bajo la alfombra realidades desagradables.

Rose recurre a una meditación inédita de Freud sobre las catástrofes históricas y lo que ella denomina «el paso inconsciente del trauma histórico de una generación a otra». Lo que hacen algunas personas, escribe Rose, es «dejar de lado la muerte, tratar a franjas de los habitantes de la Tierra como prescindibles, llevar al planeta a su fin». Es imposible no aplicar esto a la complicidad de tantos gobiernos y sus partidarios con su negación de la responsabilidad de lo que está ocurriendo en Gaza y en Cisjordania.

«La peste», de Jacqueline Rose, ha sido publicado por Fitzcarraldo Editions.

(Traducido por Camila Marquez) – Fotos: Pixabay

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