¿Existe un futuro para el multiculturalismo? La respuesta a esta pregunta sin duda será “sí”. Esto es cierto, incluso si se da de forma involuntaria.
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Nigel Pocock
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Sólo el futuro a muy largo plazo, dentro de unos cientos de años, cuando entonces probablemente se sea una monocultura y todas las personas se vean iguales – o se de una restricción total a la inmigración (como en Japón o en lo profundo de la selva africana o brasileña) -, representa escenarios sin sociedades multiculturales. ¡Y todos se verán iguales!
Entonces, ¿qué clase de futuro imaginamos en Gran Bretaña para la próxima generación (25 años)? Tal como ocurre con la etnicidad, es probable que estemos lidiando con una definición cambiante. El multiculturalismo es fluido y culturalmente relativo.
Así lo sugiere la famosa fórmula de Karl Popper: P » T T » TS » P², donde P hace es el problema que debe solucionarse, TT es la teoría propuesta para solucionarlo; TS la solución de prueba, y P² el resultado de la prueba, que, a su vez, se convierte en un nuevo problema que necesita superarse, ya que ninguna solución es absoluta.
Esto, naturalmente, supone que las personas están enfrentando el asunto con deseos de poder resolverlo.
El problema aquí es de un multiculturalismo que surge de la inmigración. La situación nos muestra que existe un espectro de inmigrantes que abarca (1) los que están integrados y comparten la identidad nacional, (2) los que tienen una identidad híbrida, (3) y los que se encuentran en una región cultural protegida y se niegan a compartir esta identidad de alguna manera, porque no quieren o no pueden hacerlo.
Éstos se sitúan en un espectro o escala que va de la identidad compartida a la identidad no compartida y de la socialización proporcional a la falta de ella.
Es probable que dichos mundos socialmente construidos estén sumamente relacionados con el estatus generacional, el lenguaje y la adquisición de la cultura. Y estos factores, a su vez, están vinculados a la educación y a los sistemas de creencias.
Una combinación de creencias teocráticas que son predestinarias (un estado futuro de felicidad que Dios proveerá), sumada a una autoestima baja que se asocia con una historia de fracaso económico en la cultura de origen, el anhelo de un pasado maravilloso, el militarismo y las normas autocráticas (incluso en la crianza) son todos ellos elementos que influyen especialmente en una respuesta agresiva y contracultural por parte de algunos grupos de inmigrantes.
Estos últimos grupos utilizarán felizmente una ideología (ya sea materialista o teocrática) que sostenga los “medios para alcanzar un fin” y no compartirán las creencias principales del estado-nación, en especial, sobre la democracia y el proceso legal en que se apoya.
Sin embargo, debe aclararse que los grupos totalitarios locales, ya sean de derecha o de izquierda, son bastante parecidos.
¿Qué puede hacer un gobierno democrático al respecto? Pequeños grupos (2½ % de acuerdo con un estudio) pueden llegar a ser portavoces de un cambio social. Una sociedad transparente corre el riesgo de que dichas personas hagan abuso de esta gran transparencia. Diversas teorías han sido propuestas para resolver el problema.
Nuevamente, tenemos tres opciones principales: detener toda inmigración (y eliminar todo lo que obstaculice la integración voluntaria – la integración forzada puede aumentar la resistencia), controlar la inmigración, teniendo en cuenta las “necesidades” del estado-nación y los países de origen, adoptar una política laissez-faire de puertas abiertas, sin controles (excepto el de los criminales). La primera de estas opciones es poco realista, ya que todas las economías democráticas modernas necesitan compartir experiencia a nivel internacional, para su beneficio.
La segunda opción es la más realista y tiene gran variedad de interpretaciones. La última opción es controversial y proviene del uso idealista de doctrinas sobre los derechos humanos.
Todas las reflexiones morales son importantes para formular una estrategia. ¿Cuál será el efecto en los países pobres, como Jamaica y Guyana, que pierden alrededor del 70 % de todos sus graduados, que parten hacia los países ricos, cuando estas mismas personas podrían volver a sus hogares y alzar su voz para proponer un cambio, como parte de una nueva clase media?
¿Existe un futuro para el multiculturalismo? ¡El multiculturalismo es el futuro! Pero la resocialización no es un proceso que se logre de la noche a la mañana. Entonces, con cuidado, lo que se requiere es un manejo de la inmigración.
Las necesidades de los ciudadanos del país anfitrión requieren tener un equilibrio con justicia para los países pobres. Habrá conflictos de intereses; el péndulo se moverá hacia adelante y hacia atrás a medida que las nuevas teorías y las pruebas de solución y nuevos problemas se definan. Pero, para que este gran proceso funcione, se necesita una cultura crítica y democrática, y parte de esto corresponde a los derechos – y responsabilidades – de cada persona. La democracia es multicultural, pero no sin límites..
(Translated by Andrea Porto – Email: andreaporto@hotmail.com) – Photo: Pixabay