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Pobreza y desigualdad impactan a latinoamericanas

La mayoría de ellas padece la falta de acceso y remuneración por cuidados, la polarización política y la violencia de género. Además, 118 millones trabajan en la informalidad y cerca de cuatro mil mueren al año solo por su condición. La crisis económica, la desigualdad y la falta de inversión en políticas públicas tienen un impacto devastador sobre ellas.

 

 Elizabeth Borrego

 

El anterior panorama es reportado por la agencia de Naciones Unidas para la igualdad de género. La directora regional de ONU Mujeres, María-Noel Vaeza, afirma que ese grupo poblacional padece el impacto doble de problemas estructurales propios como la economía, la escasez de inversiones o las consecuencias derivadas de la pandemia.

Explica que la región “está en problemas con todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible” en buena medida como consecuencia del azote de la Covid-19 y las condiciones estructurales de la economía.

La preocupación de ONU Mujeres coincide con las advertencias del recién publicado informe del Índice de Desarrollo Humano (IDH) sobre una lenta recuperación para el desarrollo en Latinoamérica.

El IDH, calculado por el Programa de la ONU para el Desarrollo, clasifica a los países de acuerdo a la esperanza de vida, la educación (tasa de alfabetización, tasa bruta de matriculación en diferentes niveles y asistencia neta) e indicadores de ingreso per cápita. Según su más reciente entrega, la región se recuperó rápidamente en 2022, pero con un nivel más bajo del esperado de acuerdo a la tendencia que presentaba previo a la pandemia.

El informe considera importante prestar atención a cómo se construyen sociedades resilientes a estos shocks, donde el desarrollo humano no cambie su trayectoria de crecimiento.

Vaeza  explica que el contexto es mucho más complejo por la feminización de la pobreza tras el paso de la pandemia, y resalta el impacto de la polarización, el alto número de féminas en desplazamiento, la violencia junto a la reducción de los espacios democráticos.

Existe además un creciente número de organizaciones que atacan los derechos de las mujeres y arremeten contra las defensoras de derechos humanos y las activistas de medio ambiente.

“Nuestra región es la más peligrosa del mundo para ser defensora de derechos humanos y de la igualdad. Ahí tenemos un gran tema”, dice Vaeza.

Al mismo tiempo, la falta de acceso a créditos impide la expansión de emprendimientos liderados por mujeres así como la creación de empleos o empresas como una barrera enorme que, de acuerdo con Vaeza, feminiza aún más la pobreza. A la par, las arraigadas normas del trabajo no remunerado también ponen en desventaja a las mujeres, quienes realizan tres y cuatro veces más trabajo sin remuneración que los hombres.

“Desde ONU Mujeres queremos que se reconozca ese trabajo no remunerado a través de la creación de sistemas integrados públicos, privados, comunitarios, de cuidados, y que se cree el concepto de sociedad de cuidado”, agrega.

Como parte de estos esfuerzos, el organismo regional junto a más de 200 organizaciones y tres gobiernos presentaron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos una solicitud para que el concepto de cuidado se convierta en un derecho humano. El cuidado, cuidar y ser cuidado es una constante en las vidas, explicó a Prensa Latina la directora regional.

Soluciones en clave de género

Sin soluciones fáciles, las propuestas desde Naciones Unidas para enfrentar este escenario incluyen acelerar el ritmo hacia la equidad con énfasis en la creación de sistemas de cuidados y el acceso a créditos.

El principal avance para el organismo es el compromiso pactado en la Conferencia Regional celebrada en Buenos Aires para establecer la aspiración de igualdad, de universalidad y de promover la corresponsabilidad social de género entre hombres y mujeres. Con esa meta, la agencia de Naciones Unidas continúa trabajando en más de 15 países con el diseño e implementación de sistemas de cuidados desde una perspectiva de derechos humanos y con énfasis en poblaciones más discriminadas como indígenas, afrodescendientes o discapacitadas.

Esto crearía un doble efecto con la promoción, por una parte, de más empleos en la industria de cuidados mientras por otro lado las mujeres que antes se responsabilizaban con esas labores podrían ir a trabajar, detalló la titular.

Otras soluciones demandan más fiscalidad en los gobiernos que permitan mayores inversiones en sectores sociales en una región donde la carga tributaria no es suficiente para atender problemáticas urgentes.

La inversión en ciencia y tecnología permitiría mejorar también la productividad y el acceso a empleos para las féminas latinoamericanas con una financiación sostenible.

Otro paso de avance es el reconocimiento a la institucionalidad de género con la creación de ministerios en diferentes países del continente como Panamá, Colombia o Ecuador en los últimos tiempos. “Somos la mitad de la población, por eso necesitamos estar en la economía, en la macroeconomía, pensar en clave de mujer, invertir en clave de género e insistir en que estamos ahí”, concluye Vaeza. PL

(Fotos: Pixabay)

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