Europa, Globo, Reino Unido

La Europa que envejece en el Siglo XXI

Este fenómeno amenaza con socavar la competitividad de la Unión Europea, exacerbar la escasez de mano de obra, inflar los presupuestos públicos y ahondar las desigualdades regionales. Estudios señalan que para 2050, el 25% de la población europea será mayor de 65 años.

 

Ernesto H. Lacher

  

La tendencia del envejecimiento de los europeos es la de amplificarse durante las próximas cuatro décadas, lo que, unido al aumento de la población de la tercera edad, traerá consecuencias en varias esferas de la vida y el desarrollo.

Al respecto, la Organización de Naciones Unidas (ONU) lanzó una serie de directrices para orientar a los países afectados, a los cuales pide que tengan en cuenta este hecho a la hora de implementar sus políticas sociales.

La pandemia del Covid-19 y su mayor incidencia en adultos mayores, entre otros factores, hizo que la Comisión Europea lanzara lineamientos para exigir el desarrollo de un Marco Estratégico para la Transversalización del Envejecimiento para asegurar su consideración e integración sistemática en las políticas públicas.

Pero esas intenciones chocan con obstáculos como la falta de conocimiento y conciencia de las preocupaciones que trae el envejecimiento y las necesidades de los diferentes grupos de edad, incluidas las personas mayores. También la falta de compromiso, recursos políticos, y la experiencia limitada en la integración sistemática del envejecimiento.

Latina, las causas de este fenómeno son diversas. Una de ellas es la transición demográfica, que es el cambio que experimentan las poblaciones de altas a bajas tasas de natalidad y mortalidad.

Por otro lado, la disminución de la mortalidad normalmente precede a la reducción de la fecundidad, lo que resulta en un crecimiento de la población durante el período de transición.

Un reciente informe sobre el cambio demográfico emitido por Eurostat, la Oficina Estadística de las Comunidades Europeas en Luxemburgo, y publicado por la Comunidad Europea, presenta un panorama alarmante de la profunda transformación social y económica provocada por la disminución de la población activa.

El país más afectado es Italia, donde el creciente número de pensionistas no se corresponde con el de recién nacidos y en ese contexto los esfuerzos del Gobierno de derechas de Giorgia Meloni por impulsar la natalidad no lograron hasta ahora revertir la tendencia demográfica. Le sigue España, donde todos los indicadores estadísticos alertan además que la natalidad tampoco promete un futuro esperanzador, pues en 2023 hubo allí 322.075 nacimientos, la cifra más baja desde 1941, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística.

Ese dato puede explicar el aumento de la edad media recogido por Eurostat, ya que cada vez hay menos nacimientos y una esperanza de vida más elevada.

Así, la mayoría de las regiones del llamado viejo continente verán duplicadas en los próximos 30 años su población mayor de 60 años. Por otra parte, las personas cuyas edades superan los 80 años, se incrementarán drásticamente.

El continente muestra una tendencia notable ya desde hace varios años y que se ve en las gráficas de población que cada vez son más anchas en los años de jubilación y más estrechas en las edades de trabajar.

Los estudios indican que esa tendencia seguirá y quey en la población laboralmente activa puede conducir a nuevas formas de trabajo y a un incremento de cargas sobre la masa trabajadora para mantener la creciente mayoría que no lo será. Según el informe de Eurostat, esta tendencia acarreará también profundas consecuencias para los sistemas de protección social, particularmente las pensiones y también subirá significativamente el gasto en sanidad. PL

(Fotos: Pixabay)

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