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El empoderamiento de las mujeres en la Unión Europea

Poco a poco van  accediendo a diferentes instancias de poder en una Unión Europea que se siente orgullosa de sus planes de igualdad de género, pese a que muchos no lo consideran que tal igualdad sea un hecho.

 

Mario Muñoz Lozano

 

La magistrada Ekaterini Sakellaropoulou, de 63 años, es desde hace dos semanas la presidenta de la República Helénica, convirtiéndose en la primera mujer en la historia de Grecia en acceder a este cargo. Ademas fue la primera mujer en presidir el Consejo de Estado de su país, el máximo tribunal administrativo griego, y es reconocida por su defensa de los derechos de los refugiados, las minorías y las libertades civiles.

Por otro lado, y desde hace dos meses se dieron tres nombramientos importantes de mujeres: la alemana Úrsula von der Leyen, la danesa Margrethe Vestager y la francesa Christine Lagarde, en tres de los más importantes puestos de la Comisión Europea.

La primera, como presidenta, guiará los designios de la UE durante los próximos cinco años y es hoy la cara visible del bloque con sus 60 años. Médica de profesión, es madre de siete hijos, fue ministra de Familia y de Defensa de Alemania.

En una de las vicepresidencias ejecutivas está Vestager, de 51 años, quien tiene a su cargo el manejo de los hilos de una Europa que fortalecerá sus políticas en pos de su completa inserción en la llamada Era Digital. La política danesa fue comisaria de Competencia durante el anterior mandato del Ejecutivo europeo y ministra de Asuntos Económicos y del Interior de su país de 2011 a 2014.

Junto a ellas, está Lagarde, de 64 años, quien dirige el Banco Central Europeo (BCE), el segundo del planeta tras la Reserva Federal estadounidense. Abogada y economista francesa, fue directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) desde el 2011 hasta julio del pasado año y mucho antes ministra de Finanzas de su país.

Además, otras 10 mujeres integran la nómina del grupo de comisarios que dirigen la Comisión Europea.

En esa lista  está la canciller federal alemana Angela Merkel quien dirige, desde 2005, la primera potencia económica del bloque comunitario y fuera reelecta para un cuarto mandato en marzo de 2018.

La física y política alemana, de 65 años, fue pionera en acceder a este cargo en su país y la revista Forbes la consideró en varias ocasiones como ‘la mujer más poderosa del mundo’.

En octubre pasado, Sophie Wilmes, de 44 años, fue nombrada primera ministra interina de Bélgica, única también en ocupar ese puesto.

Desde 2015, Kolinda Grabar Kitarovic, de 51 años, preside el Estado croata, puesto que cederá el 18 de febrero a Zoran Milanovic, que la derrotó en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el 5 de enero.

Por su parte Sanna Marin, de 34 años, elegida el 10 de diciembre por el parlamento de Finlandia como primera ministra de ese país, es la jefa de Gobierno más joven del mundo. Marin encabeza una coalición de centroizquierda integrada por cinco partidos, de los cuales cuatro son liderados por mujeres, tres de ellas menores de 35 años.

Y así sigue una lista de mujeres interesantes, inteligentes e importantes.

Fuera del bloque comunitario, pero en la región, aparecen además las primeras ministras de Noruega, Erna Solberg; y de Islandia, Katrin Jakobsdottir; junto a las presidentas de Georgia, Salomé Zourabichvili; y de Serbia, Ana Brnabic.

Políticas de género en la UE

La integración de la perspectiva de género se estableció a nivel internacional como la principal estrategia global para la igualdad de género a partir de la Cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995.

La iniciativa pasó a ser el enfoque político oficial de la UE y sus Estados miembros en su base jurídica, el Tratado de Ámsterdam (1997), que se compromete a eliminar las desigualdades entre el hombre y la mujer y promover la igualdad en todas las acciones.

Con sus Programas de Acción Comunitaria, se incrementaron las políticas de género, desde las de igualdad de oportunidades, pasando por la acción positiva, hasta las políticas transversales y de paridad.

Sin embargo, las medidas tomadas no bastan y los problemas de género sobreviven en no pocos países del bloque, donde más se escuchan los discursos sobre igualdad en el mundo, pero al interior de sus naciones los ciudadanos critican la poca aplicación directa de las normas favorables al género, empezando por la igualdad de salario.

Como promedio, las europeas ganan 16,2% menos que los hombres, según datos de 2016 de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat).

En declaraciones recientes, la presidenta del Ejecutivo europeo, Úrsula von der Leyen, se comprometió a atajar la brecha salarial en el marco de la estrategia por la igualdad de género.

Lamentablemente, las directivas de la UE establecen normas mínimas y objetivos comunes, pero las decisiones sobre cómo aplicar sus numerosas políticas de inclusión social y de lucha contra la discriminación dependen de los gobiernos de los Estados miembros.

A menudo las maniobras y las argucias nacionales pueden retrasar, diluir o bloquear por completo las políticas con perspectiva de género. De ahí que a los Estados más rezagados se les exigen generar bases de datos desagregadas por sexo, presentar informes nacionales y someterse a los veredictos de los tribunales supranacionales.

Sin la fuerza de los reglamentos comunitarios, muchos Estados miembros seguirían negándose a aprobar leyes firmes contra la discriminación laboral, el acoso sexual y la violencia doméstica. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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