El actor y poeta Guido García Lueches cree que contrajo el coronavirus en el escenario a principios de marzo. Sus compañeros de habitación también resultaron todos contagiados, al igual que todos los miembros de su compañía de teatro. Y su pareja ha perdido el sentido del gusto y el olfato a causa del virus.
La tarde del lunes 16 de marzo fue para Guido una de las más trágicas de toda su carrera.
Había planeado el evento “El pequeño cuaderno verde del Che Guevara” presentado por “Poeta en la ciudad” en el Wilton’s Music Hall, donde se esperaba que él y otros poetas, académicos y activistas leyeran su trabajo y extractos del pequeño cuaderno verde. Esa misma tarde, el gobierno anunció que, debido al Covid-19, los cines no eran seguros, pero sin dar ningún tipo de indicación precisa de si debían cerrar o no.
A las siete de la tarde, treinta minutos antes del inicio, con todo el público presente en la sala, la productora entró a a los camerinos, con expresión triste en el rostro, anunciando que la Society of London Theatres acababa de decidir cerrar todos los teatros con efecto inmediato, y que ni siquiera ellos podrían comenzar el espectáculo.
Así, el público fue enviado a casa pero los actores tuvieron la oportunidad de quedarse allí un poco más, leerse un poema y después de un brindis en el pub se fueron todos a casa. “Ese día que todo se derrumbó a nuestro alrededor”.
Lamentablemente, lo peor estaba por llegar y ocurrió antes del cierre de los teatros. Guido y su compañía de teatro “Say it again, sorry”, (Dilo de nuevo, lo siento), habían puesto en escena una versión interactiva de “La importancia de llamarse Ernesto”, que terminó en un contacto continuo con el público, que subía y bajaba constantemente del escenario.
En una semana, todo el elenco, uno a uno, como piezas de dominó, cayó enfermo.
“Viéndolo en perspectiva, ahora me doy cuenta de que obviamente no debimos haber hecho esa obra”, dice.
Ahora, después de casi seis meses de cierre, los teatros están reabriendo en toda Inglaterra y tienen que garantizar medidas de distanciamiento social y el público tendrá que usar una mascarilla.
Guido piensa que es mucho más seguro reabrir los teatros que los pubs, donde grupos de borrachos, sin máscaras, no respetan ningún tipo de distanciamiento, como si no existiera una furiosa pandemia ahí afuera.
Además, debido a la buena temporada, se están realizando muchos espectáculos al aire libre, de los cuales este país tiene una gran tradición. Y gracias a la tecnología moderna, se ha podido encontrar otras formas de llevar el teatro a los hogares de las personas a medida que se acerca el invierno, dice Guido.
Guido y el virus
Cuando la pandemia golpeó a Europa, ningún país estaba preparado para afrontarla, y las existencias de pruebas de PCR eran insuficientes para evaluar a todo el mundo. De hecho, debido a esto y a las pautas poco claras proporcionadas por el gobierno, Guido no pudo confirmar si su gripe era Covid-19 o no, incluso si tenía los mismos síntomas.
De hecho, está convencido de que ni siquiera se realiza un verdadero rastreo y que realmente a nadie le importa el virus.
Y es su experiencia con el Covid lo que le hace decir lo que dice y por eso enfrentó el virus a su manera.
Cuando Guido se contagió estaba en casa de su compañero, donde pasó los días de su enfermedad y el encierro. Solo estuvo realmente enfermo durante dos días, pero durante ese tiempo apenas pudo levantarse de la cama pues se sentía completamente exhausto.
Las pocas veces que lo hizo, solo pudo aguantar veinte minutos y luego el cansancio lo obligaba a volver a acostarse.
Lo peor fue que los cinco compañeros de piso también se enfermaron. Afortunadamente, no se enfermaban todos al mismo tiempo, y él siempre tenía a alguien que lo cuidaba y cuando los demás estuvieron enfermos, fue él quien los cuidó.
Pese a sus debilidades, ninguno de ellos se sintió en real peligro, así que no llamaron al 111; tampoco Guido vio ningún sentido en hacerlo: “Para ser honesto, la guía del gobierno fue demasiado patética la mayoría del tiempo”.
Hoy en día, una de sus mayores preocupaciones es que aún no sabe cuándo podrá volver a ver a su familia, pues ya lleva año y medio sin poder ver a sus seres queridos, quienes viven en Uruguay, su país natal.
Sin embargo, la idea de viajar pone muy nervioso a Guido, ya que existe el riesgo de que las fronteras sean cerradas de nuevo en algún momento y queden atrapados en algún lugar del mundo.
Guido en el RU
Guido lleva casi seis años viviendo en Reino Unido, país al que se mudó en 2014 para intentar triunfar como actor.
En Uruguay trabajó en teatros y mientras terminaba sus estudios en la universidad, daba clases en una escuela bilingüe.
Por eso cuando eligió a Londres como su país de acogida fue fácil: él ya hablaba inglés y Londres es considerada la Meca del teatro.
Tan pronto como llegó a Inglaterra, encontró un trabajo en dos semanas, incluso antes de tener cuenta bancaria. Trabajó en la taquilla de un teatro durante un par de años y estuvo intermitentemente en el sector de la hostelería.
Además, trabajo en atención al cliente en el Teatro Nacional durante algunos años, y dio clases privadas de español y matemáticas. Y así es como hoy sobrevive cuando no está actuando o persiguiendo sus esfuerzos artísticos.
Por el momento, la pandemia ha detenido su carrera como actor, pero al mismo tiempo, le está dando la oportunidad de emprender el camino de la poesía a tiempo completo.
A mediados de marzo, tuvo la suerte de recibir uno de los fondos de emergencia del consejo de artes y gracias a ese dinero hoy puede concentrarse más en este aspecto de su carrera.
De hecho, lleva un par de meses trabajando mucho en su poesía y acaba de terminar una pequeña colección de poemas, que ha enviado a varias editoriales. La cuarentena le permitió enfocar sus energías en otras cosas que quería hacer, pero para las cuales no tenía ni tiempo ni recursos.
Guido admite que el hecho de poder disfrutar de la lentitud del encierro es un privilegio del que pocos pueden presumir.
Como recibió ayuda del gobierno y tenía algunos ahorros, la pandemia no lo ha golpeado tan fuerte como a otros, pese a que, desde el segundo mes en adelante, su salud mental sufrió algo.
Con mucha frecuencia, debido al largo encierro y la pandemia en general, experimenta días en los que se siente muy deprimido, sintiendo que no tiene sentido. Cuando esto sucede intenta utilizar esos sentimientos y sensaciones como una especie de motor para no darse por vencido y se hunde de cabeza en el trabajo.
Pero también sucede que no puede encontrar tanta fuerza y pasa muchos días sin hacer absolutamente nada. “Viene y va, altibajos, más altibajos ahora de los que solía tener antes, seguro. Es una montaña rusa bastante intensa”.
(Traducido por Mónica del Pilar Uribe) – Fotos suministradas por el entrevistado