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Inmigrantes en tiempos de Covid-19: Nelly Mosquera

La serie de The Prisma… Es colombiana, lleva casi tres décadas viviendo en el Reino Unido, es activista y ha trabajado con poblaciones vulnerables y en radio comunitaria. No solo ha enfrentado el dolor propio y el de su país, sino el de su comunidad. Pertenece a la población de alto riesgo, le teme a la muerte pero se ha reinventado en esta cuarentena. Nelly nos cuenta su experiencia.

 

Nelly Mosquera

“La primera información que recibí cuando apenas era una epidemia, la tomé con tranquilidad porque ya habíamos tenido otras que poco o nada me había afectado. Pero a medida que escuchaba noticias de los países donde había llegado el virus, empecé a preocuparme, a preguntarme qué pasaría si llegara aquí al Reino unido.

Al ver el drama que empezaban a atravesar Italia, España y otros países de Europa, decidí auto aislarme, pese a no tener síntomas del virus.

Me preocupaban mucho mis problemas de salud, pues habían debilitado mi sistema inmunológico y me hacían presa fácil de virus si seguía con mi ritmo de vida normal, ya que me reúno con frecuencia con mucha gente. Entre en cuarentena una semana antes de que el gobierno británico ordenara el aislamiento.

A medida que pasaba el tiempo y escuchaba las recomendaciones del Servicio Nacional de Salud, mis preocupaciones aumentaban pues decían que las personas más propensas a adquirir el virus, eran las mayores de 60 años y con un sistema inmunológico vulnerables. Yo estaba en esa lista: por la edad y porque en 1994, debido a la leucemia, tuve un trasplante de médula por un tratamiento aun hoy continua. Sentí miedo y ansiedad las dos primeras semanas de la cuarentena.

El encierro ha sido muy difícil para mí porque mi sentido de solidaridad y apoyo a la comunidad, pero también por el miedo a quedarme sola en casa, hicieron de mí la persona que todo el mundo conoce, porque siem

pre estoy participando en el trabajo y actividades en diferentes organizaciones.

Pero como todo el mundo, debí suspender mis actividades.

Sin embargo, con los días, me fui acostumbrando a esta nueva situación. Empecé a tener reuniones virtuales con los grupos y organizaciones de inmigrantes del Reino Unido y Europa, y esto me ha ayudado a estar relajada. Es sorprendente cómo el cuerpo y la mente se van acostumbrando por difícil que sea la situación.

Hay que aprender a vivir el momento aquí y a tranquilizarnos respecto a nuestra gente en nuestro país de origen. Ésta, creo, es la parte más difícil para un emigrante, pues en mi país, por ejemplo, las ayudas del estado y el sistema de salud no favorecen a la gente de bajos recursos.

Durante los años que he vivido, he sido testigo de muchas tragedias colectivas y personales. La peor, la más larga y que aún no termina, ha sido la violencia en Colombia. Es precisamente esta la razón por la que me encuentro viviendo en Londres.

El coronavirus ha sido la peor epidemia que he visto y vivido. Obviamente, existen algunas diferencias en lo que tiene que ver con el número de muertos, con la geografía, con el cubrimiento oficial y, claro, con las aterradoras consecuencias de la guerra, que conocemos y enfrentamos. Pero los estragos globales del corona virus aún están por verse.

Quiero decirle a la comunidad inmigrante que estas experiencias no son solo anécdotas, que cuando me tomo cinco bebidas diferentes de las miles que recomiendan en las redes sociales o los amigos, estoy simplemente huyéndole a la muerte. Que cuando me quedo en la casa, y llevo mes y medio en confinamiento, aun desde mucho antes de que el gobierno lo anunciara, lo hago por amor a la vida, a mi familia y a la humanidad. »

(Fotos: Nelly Mosquera Facebook y Pixabay)

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