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Una ‘Gaza en el Caribe’ genera discordia

El muro o verja perimetral inteligente que se levanta entre República Dominicana y Haití, puede entorpecer las relaciones entre las dos naciones.

 

Edilberto F. Méndez

 

La valla  busca controlar y limitar la inmigración y actividades comerciales licitas e ilícitas entre estas dos naciones. Y terminarla para el segundo semestre de este año fue el anuncio hecho recientemente por el presidente de República Dominicana, Luis Abinader.

Según el mandatario, una frontera regulada es más segura, máxime con la grave situación que existe en Haití, “que ha traído desestabilización y una galopante crisis económica y alimentaria, la cual debe ser superada por los haitianos atendidos por la comunidad internacional». Antes del pronunciamiento de Abinader se habían construido 23 kilómetros de la verja fronteriza. Según lo planeado, la primera parte que estará lista en nueve meses constará de 54 kilómetros con 19 torres, 10 puertas de accesos y 54 caminos para patrullaje.

La frontera terrestre entre Haití y Republica Dominicana tiene una extensión de 391,6 kilómetros y discurre por diversos accidentes geográficos (solo en ríos y arroyos tiene 172 kilómetros), pero la verja como tal tendrá 160 km., con unas 170 torres de vigilancia y control y 71 puertas de acceso.

Sin embargo, el reconocido periodista Claudio Acosta, ha dicho en su columna de opinión que la obra tendrá baja utilidad pues caerá en manos de la corrupción y mantendrá el tráfico de ilegales y mercancías.

A su juicio la iniciativa, aunque disparó los niveles de aceptación del presidente, no es respaldada por todos, y muchos coinciden en que no será suficiente para resolver el problema del éxodo de los haitianos.

Dice que la inmigración “siempre encuentra la manera de colarse por las porosidades de una frontera extensa y abrupta, que es un negocio para quienes la custodian en nombre de la defensa y preservación de nuestra soberanía e integridad territorial”. Para el analista la valla tampoco impedirá el ingreso ilegal de todo tipo de mercancías, incluidas armas y drogas, pues los traficantes siempre se las arreglan para hacerse invisibles.

Y vaticinó que ocurrirá lo advertido por legisladores de la frontera: la construcción de la valla encarecerá los servicios ofrecidos por las mafias de este y aquel lado, las cuales dirigen el tráfico de ilegales.

El proyecto ha causado inconformidad entre quienes no lo apoyan. Movimientos políticos y sociales lo consideran algo fuera de lugar y ajustado a otros tiempos, además una vergüenza pues separa a seres humanos.

Mediante un comunicado, un nutrido grupo de fuerzas progresistas rechazó el muro, “porque no podemos permitir una Gaza en el Caribe, estos son ejemplos palpables de acciones odiosas e inaceptables de naciones imperialistas y expansionistas”.

Los firmantes señalan que se le quiere “hacer creer a los dominicanos que nuestros problemas sociales y económicos son generados por Haití, y los problemas de la frontera serán resueltos construyendo esa división”.

Pero los problemas reales tienen su base “en la cimiente del desigual e imperante sistema capitalista que llena los bolsillos a la oligarquía, al empresariado y a las transnacionales las cuales cargan con nuestras riquezas”.

Y arguyen que la obra es una concesión del gobierno en favor de los mal llamados “grupos nacionalistas” y sus reclamos racistas y xenófobos.

Los contrarios a la verja consideran que en vez de esa construcción, lo justo es cultivar relaciones de igualdad, cooperación y solidaridad para la solución común de los problemas. (PL)

(Fotos: Pixabay)

 

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