En Foco, Opinión

La ciudad es un animal

La Tierra es un animal que se sacude después de salir del agua donde baña su pelambre. Es un ser vivo dando vueltas desde el instante en que se creó con otras partículas de polvo en el universo. Ella Sabe que existe. Y que trashuman sobre su humanidad de piedra, parásitos como en cualquier ser vivo.

 

Armando Orozco Tovar

 

Son parásitos que hasta el pez más fiero los poseen. Y también los llevan desde sus cuerpos a otros cuerpos, cuyas escamas se encargan de asear tales basuras. Pero, ¿quién limpia estas escamas?

Habrán otros que lo hagan. Y así sucesivamente. También hay pájaros del oficio, realizando su misión mejor que muchas empresas aseadoras de la capital.

Sí miramos por todas partes a Bogotá, ésta se halla molesta con tanto ladrillo y vehículos, tantos que ya no caben por ninguna de sus vías, por anchas que sena. O quizás hayan empresas que hagan la limpieza tapando con asfalto de poca calidad, la Sabana de Bogotá.

Esta metrópoli es un gran animal desesperado. ¿Pero qué puede hacer? Saltar, llorar, pedir que tengan un poco de clemencia con ella. Que no la llenen ni siquiera con templos donde ya no va ni Dios a rezar… Ni con tanto centro comercial o garajes universitarios… Gente y más gente… Pobres habitantes de la villa loca. Las galaxias también se aburren hasta que explotan y se van a dormir a los agujeros negros.

Pero la realidad, sin tanta poesía, es que la Tierra, bajo los pies, tiembla sorpresivamente como lo registran los diarios en todas partes con sacudidas mortales.

¿Cuándo fue la última vez que ocurrió en Bogotá?  En 1967, cuando sólo tenía un millón y medio de habitantes.

La mayoría venía por el éxodo determinado por la violencia entre liberales y conservadores, que dejó trescientos mil muertos.

La segunda oleada de habitantes comenzó en el 64, con el ataque por sorpresa (como cualquier terremoto) a Marquetalia, el Pato, Rio Chiquito (areas colombianas),  contra  zonas campesinas denominadas por la oligarquía poseedora de la tierra desde el Siglo XIX, como  “Repúblicas independientes”.

Fue un terremoto social que se inauguró en ese momento – y el cual aún no acaba – , trayendo a miles de “desplazados diariamente a vivir y morir en la acogedora capital.

Esa mañana de aquel año, estando en la casa del Partido Comunista, vi el miedo de algunos de sus dirigentes, que estaban en el patio central de la vivienda, creyendo que el sacudón anunciaba la llegada de la guerra a la ciudad, la que sólo llevaba cuatro años en el campo.

Me coloqué debajo de una puerta (pues había leído que era una manera segura de protegerse), hasta que el estrujón pasó con epicentro en el departamento del Huila, donde comenzaron con los bombardeos indiscriminados contra la población.

Se trataba de un nuevo tipo de guerra de guerrillas, prolongada a lo Mao Tsetung, y todo eso quedó plasmado en un documental filmado por camarógrafos franceses, que sería bueno saber si están vivos y dónde se encuentran.

Pero antes hubo en Bogotá, la ciudad de los cerros tutelares de Monserrate y Guadalupe, otras movidas de tierra, pero la más larga fue en 1917, año de la Revolución Rusa.

¿Sería que hasta acá se sintió la llegada por primera vez de los pobres y miserables al poder?

Porque durante diez días, que no eran los registrados por John Reed, en su magistral reportaje: “Los diez días que conmovieron el mundo”, este duró15 segundos con sucesivas sacudidas, siendo este terremoto el más fuerte que haya existido hasta la fecha, desde ese 31 de agosto.

Claro, ya se habían producido otros entre 1826 y 27, que se repitieron en 1906, en la aldea andina que es Bogotá, situada a 2.640 metros de altura sobre el nivel del mar, y que no ha dejado de ser amenazada, tal como lo anunció el cura Francisco Margallo: “Un 31 de agosto de un año que no diré, sucesivos terremotos destruirán Santa Fe…”, como entonces llamaban a la ciudad.

Esta vez, en el último agosto, tampoco se acabó a Bogotá por los efectos del terremoto anunciado.

Pero cómo es “mejor llevar paraguas por si llueve”, la Alcaldía debía elaborar un proyecto para que entre la entidad Distrital, y la empresa privada, hagan un “Kit de emergencia” para toda la población…

Que los vendan o los regalen, en caso de que el anuncio de Margallo se de el año entrante, cuando se recordará el terremoto genocida de la Primera Guerra Mundial.

(Photos: Pixabay)

 

 

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