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Viajar despacio

Las virtudes del viaje en tren en comparación con el avión son ya obvias y se recordaron el año pasado en la reseña de un libro sobre viajes en tren por Europa.

 

Sean Sheehan

 

Se anuncian o planean nuevas rutas y los viajeros tienen que estar atentos a las noticias para mantenerse al día; la última, un tren nocturno directo París-Berlín previsto para finales de este año.

“Epic train journeys” (Viajes épicos en tren) es un libro que llama la atención sobre los placeres y los aspectos prácticos de los viajes en tren, no sólo en Europa sino en todo el mundo, y al pasar sus páginas se garantiza que el lector desee experimentar algunas de las rutas descritas.

El libro sólo incluye tres rutas en África y otras tantas en Sudamérica. El Expreso de Sierra Verde, de Curitiba a Morretes (Brasil), que utiliza las vías trazadas a finales del siglo XIX como parte de una red ferroviaria no realizada en todo el país, tarda cuatro horas en recorrer 67 kilómetros -un viaje lánguido a través de la selva tropical, por una docena de túneles y unos 30 puentes-, con monos aulladores y tucanes que se dejan ver entre el follaje.

En Argentina, el Viejo Expreso Patagónico (La Trochita) sigue avanzando desde Esquel hasta Nahuel Pan a vapor por un ferrocarril de vía estrecha; un tren turístico, sí, pero en el que todo el mundo debería montar y uno de los viajes más evocadores del libro. La tercera ruta, El Explorador Andino, también es para turistas, pero estrictamente adinerados.

Se describen catorce rutas por partes de Asia, que abarcan viajes por Rusia, China, Japón, Malasia, Tailandia, Vietnam, India y Sri Lanka; seis rutas en Norteamérica; Australia y Nueva Zelanda, dos cada una, y Europa tiene una docena. Se sospecha que el autor no ha recorrido algunas rutas, como la de Corea del Norte, de 10 días de duración y fletada, que tal vez ya no esté disponible, y la del Caledonian Sleeper entre Londres e Inverness, en Escocia.

He viajado dos veces en este tren y el texto del libro, quizás demasiado basado en comunicados de prensa, no menciona los espacios reducidos de las cabinas, los desayunos poco impresionantes y la probabilidad de retrasos.

La fuerza y el valor de “Viajes épicos en tren” radican en su capacidad para sembrar en la mente posibles nuevos viajes, en parte por las descripciones, pero también por la abundancia de atractivas fotografías.

Lo mismo puede decirse de “Escapadas lentas”, una guía no de rutas ferroviarias sino de alojamientos que «han cambiado el bullicio de las ciudades por la paz de las zonas remotas y regionales». Las entradas tratan sobre todo de hoteles y casas de huéspedes en Europa y, como en el caso de los viajes en tren, el atractivo reside en viajar despacio y apreciar la experiencia más que en acumular niveles de consumo. No me he alojado en ninguno de los lugares del libro, pero leer sobre ellos y contemplar sus fotografías crea itinerarios irresistibles para el futuro.

“Epic train journeys: The inside track to the world’s greatest rail routes”, de Monisha Rajesh, es publicado por Gestalten. “Slow escape: Rural retreats for conscious travellers”, también publicado por Gestalten.

(Traducido por Monica del Pilar Uribe Marín)Fotos de portadas suministradas por la editorial.

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