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Epifanías domésticas

Las relaciones y los sentimientos son desordenados, los amigos y la familia son aquellos que sólo crees conocer, lo libidinal es un campo de minas, se cometen errores y malas interpretaciones, se entierran los remordimientos y entonces -de la nada, del inconsciente o de la astucia de la razón- algo vuelve, resucitado, no deseado; la verdad puede doler.

 

Sean Sheehan

 

Tales aspectos de la existencia están delicadamente elaborados en la ficción de Tessa Hadley y, al ser aspectos innegables de la fragilidad de la vida, tocan la fibra sensible de la mayoría de los lectores.

En «El lamento de Dido», una mujer treintañera se reencuentra con su ex marido después de nueve años y vislumbra su vida reconstruida.

Se separan y el hombre intenta olvidar que todo lo que había hecho desde su separación era para demostrarle a ella, y a sí mismo, que tenía una vida sin ella.

Si pudiera dejar de pensar eso, entonces «en algún momento ya no podría ser verdad, y olvidaría que alguna vez pensó que podría serlo». La mujer se pregunta si volverá a ponerse en contacto con él: «Realmente era mejor ser libre. O si no era mejor, era necesario».
Dicho de manera reductora, el ex marido se apoya en el gran Otro de Lacan, el orden socio-simbólico que le confiere coordenadas y coherencia, mientras que la mujer acepta el abismo de la libertad y la angustia que conlleva.

Tres hermanas, en «El club Bonny», están ya en edad de jubilarse y regresan a la casa familiar para asistir a su madre que ha sido trasladada al hospital, «esperando más probablemente la muerte de su madre, y el fin de su pasado».

Recuerdan sus vidas de juventud en la casa, pero ha pasado mucho tiempo, sus propias vidas adultas empiezan a desvanecerse y sólo un hilo de araña de recuerdos les une ahora. De una forma desesperadamente triste, se han convertido en extraños a lo que fueron de niños.

En otra historia, una mujer sin hijos se encuentra cuidando de su hijastra durante una semana. Ella emerge como un sujeto que no es un agente libre, su identidad es el resultado de circunstancias forzadas que escapan a su control. Se da cuenta de que tiene que elegirse a sí misma, no desde una posición de conocimiento divino, sino por el peso de la ética y la presencia imprevista de otra mujer y un niño.

Hadley escribe sobre sentimientos, no sobre ideas, y la forma en que cambian o se revelan es la materia de su ficción. Los relatos cortos de «Después del funeral» (After the funeral), una serie de pequeñas epifanías domésticas, texturizan el desorden de la vida y complican las posiciones subjetivas de los personajes.

Las narraciones son elusivas y los cambios en las relaciones permiten e invitan a la autorreflexión. En «Viejos amigos», se describe a una persona -que no es de las más raras- como uno de esos hombres que empujan su cuerpo imperfecto descaradamente, incluso con agudeza, en tu línea de visión, con una inconsciencia ganadora y desinhibida, como si nunca se hubiera dado cuenta de que ya no es un querubín’. Conocerse a uno mismo puede ser complicado.

“After the funeral”, de Tessa Hadley, ha sido publicado por Jonathan Cape.

(Traducido por Camila Marquez)Fotos: Pixabay

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