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Sala 16 en la National Gallery de Londres

El cuadro de Fabritius que aparece en las primeras páginas de «Thunderclap» de Laura Cumming -podría decirse que es la inspiración del libro- se encuentra en la Sala 16 de la National Gallery de Londres.

 

Sean Sheehan

 

Muestra a un hombre sentado en la esquina de una calle, con dos instrumentos musicales a su lado y el pulgar pensativo sobre la barbilla.

La escena es pregnante, y trae a la memoria el cuento (extremadamente) corto de dos frases de Fredric Brown: «El último hombre de la Tierra estaba sentado solo en una habitación.

Llamaron a la puerta». Fabritius no pinta al último hombre, pero su cuadro de una subjetividad sola y a la espera deja al espectador, como al lector de Brown, en un estado de expectativa no resuelta.

Al igual que otras obras de arte del Siglo de Oro neerlandés (de finales del siglo XVI a finales del XVII), la obra de Fabritius puede degradarse haciendo hincapié en su cualidad mimética. Se ha dicho que el arte aspira a algo más que a imitar la apariencia, pero esto parece filisteo al contemplar los cuadros de la Sala 16. Cummings cita a Joshua Reynolds, el artista del Establishment del siglo XVIII – «…su mérito consiste a menudo únicamente en la verdad de la representación»- y tal observación es representativa de una ceguera ante lo que ella llama, refiriéndose a Vermeer, «ficciones trascendentes» en el arte.

Carel Fabritius. Vista de Delft, con un quiosco de vendedores de instrumentos musicales, 1652 © The National Gallery, Londres

«Thunderclap» es una celebración de lo maravilloso del arte del Siglo de Oro holandés, y su libro ha recibido muchos elogios porque la autora expresa sus preferencias sin parecer una crítica de arte.

Le encanta la obra de Gerard ter Borch y escribe cómo, al encontrarse con sus cuadros en galerías de todo el mundo, se tiene una cálida sensación «como de volver a casa», y lo atribuye en parte a su afición por retratar a su hermana Gesina. Ella aparece en “A woman playing a lute to two men” (Una mujer tocando el laúd para dos hombres) y para Cummings es «la heroína más atractivamente radical del arte holandés» por la forma en que se la ve contrarrestar lo que podría ser una intención lasciva por parte de los dos hombres del cuadro. Añade su opinión de que sin Ter Borch, al que conoce personalmente, «no habría existido Vermeer».

Otro pintor del que no se cansa es Hendrick Avercamp y sus paisajes invernales. Para él, la nieve desempeñaba el papel de la flor del cerezo en el arte japonés, pero no era la belleza frágil lo que quería plasmar en el lienzo, sino el espíritu comunitario que poseía a la gente cuando el hielo helado se convertía en un patio de recreo para adultos y niños.

Hendrick Avercamp. Escena en el hielo cerca de un pueblo, hacia 1615 © The National Gallery, Londres.

Cumming destaca el tono rosado del edificio de la derecha, que complementa el rosa del cielo de la izquierda, cinco urracas en parapetos y detalles de diferencia de clases. Todo el mundo está preocupado y, observa, como la gente que habla por el móvil, se creen invisibles.

«Thunderclap: A memoir of art and life & sudden death», de Laura Cumming, ha sido publicado por Chatto  & Windus. La visita a The National Gallery es gratuita.

(Traducido por Camila Marquez)Fotos de la National Gallery, autorizadas para su publicación.

 

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