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Autismo, Asperger y la identidad de género

Tony Attwood, un reconocido experto a nivel mundial en autismo y síndrome de Asperger, viaja a lo largo del mundo enseñando a profesionales la manera de alentar a personas con estas afecciones.

 

Steve Latham

 

La suya no es ni mucho menos una especialidad en una torre de marfil, ya que su propio hijo tiene síndrome de Asperger. Así pues, su consejo viene con la ventaja añadida de la experiencia personal.

Sin embargo, uno de los principales problemas en el diagnóstico de estas enfermedades es que las niñas las manifiestan de diferente manera. Ya sea por la naturaleza o la educación, la biología o la socialización, las niñas son más emocionalmente conscientes y competentes.

Por consiguiente, cuando los niños se encuentran en la etapa en la que todavía pueden no saber cómo controlar su comportamiento, las niñas ya intentan copiar lo que ven hacer a otras niñas en la escuela.

De esta manera, pueden satisfacer su deseo de “encajar” y pertenecer al grupo; sin destacar por su comportamiento, que incluso a menudo les resulta extraño a ellas mismas, y del que con frecuencia quieren deshacerse. Por tanto, ellas son más capaces de “pasar” por lo que se considera “normal”. Pero es entonces cuando la adolescencia llega y las dificultades comienzan a notarse.

Los muchachos son “más simples” en muchos sentidos. Ellos sólo pueden jugar al fútbol, dar patadas a una pelota en el patio.

Las vidas hormonales y emocionales de las adolescentes son sin embargo mucho más complicadas.

Algunas practicarán cada noche ante el espejo, a fin de conocer el comportamiento y los gestos que podrían ayudarlas a sentirse incluidas en sus grupos de compañeras.

Para algunas de ellas, al no parecer encajar con sus coetáneas, comienzan a preguntarse si en realidad podrían ser un “niño”.

 De hecho, la prevalencia de la confusión de género entre las niñas con autismo es mayor que la población general. Algunas toman ventaja de los grupos de apoyo en línea para trans adolescentes, con el fin de explorar su identidad de género.

Sin embargo, Attwood ha comenzado a preguntarse si esto puede dar lugar a errores, porque autistas y adolescentes con Asperger tardan tanto tiempo en aceptarse. En consecuencia, pueden confundir la afirmación incondicional que reciben por una confirmación de que son genuinamente transgénero.

Y, en cambio, sospecha que puede ser otra forma de copiar, que surge de la propia condición autista o de Asperger.

El experto parece no ser hostil al cambio de sexo como tal; pero su observación plantea dudas sobre si puede que haya una prisa impropia por el diagnóstico en el caso de algunos adolescentes autistas o con Asperger.

Por lo tanto, aboga por lo que se llama Terapia de Aceptación y Compromiso, o TAC. Aquí se anima al sujeto a no afirmar ni negar, ni controlar, sentimientos y emociones.

En su lugar, uno tiene el valor para Aceptar las reacciones propias de uno; a continuación, para Elegir una dirección apreciada, y, finalmente, Actuar.

En lugar de creer o no de forma automática en los pensamientos internos de uno y proceder inmediatamente a la acción, hay entonces una pausa en el proceso.

En vez de tratar de eliminar sentimientos incómodos, uno se anima a quedarse con ellos, como un entrenamiento de concienciación, y luego tomar las decisiones consideradas. Es interesante que este ejemplo concreto de confusión de género le lleve a uno a no buscar de forma automática el cambio, sino a aceptar los sentimientos confusos, y a explorar lo que estos puedan significar.

¿Acaso no es la aceptación, de uno mismo y de los demás, lo que todos anhelamos?

(Traducido por Natalia Cacabelos – Email: n.cacabelos@gmail.com) – Fotos: Pixabay & Pexels

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