En Foco, Opinión

Bogotá: Los secretos de la ciudad

Al igual que en épocas pretéritas lo hacían los chicos y chicas de los Cuerpos de Paz, de Kennedy, por su derrota en Vietnam, gritemos “¡Que vivan las frutas nacionales y las yerbas medicinales!

 

Armando Orozco Tovar

 

Puedo decir que la única vez que creo en Dios, es cuando me tomo un jugo de naranja, despacio y mirando al cielo. Digo esto porque recuerdo un artículo de Gabo donde manifiesta, que en el universo infinito, la única parte donde hay una flor es en esta tierra, sin que nosotros las contemplemos con suficiente amor.

Lo mismo sucede con los frutos. ¿Acaso existen en Júpiter o en la galaxia X0054P10: aguacates, manzanas, peras, uvas…? ¡No! Sólo en Colombia podemos, por $1.000 (35 peniques) degustar todo tipo de frutas, de las que se venden en pequeños y artesanales carros en el centro de Bogotá, al lado de la plazoleta del Rosario.

De esa misma plazoleta esos vendedores de frutas fueron desterrados por policía del ayuntamiento, que los pasó a la otra acera de la Avenida Jiménez, esa avenida por donde bajan los trasmilenios (buses modernos de la ciudad) a determinadas horas, tan atestados de gente que recuerdan a los trenes nazis cargados de judíos llevados a los campos de exterminio.

Y a propósito del holocausto, llaman tristemente la atención esos ciudadanos nuestros colombianos (en cuyas sangre, sin excepción, hay sangre indígena) que se denominan (y sienten) y defienden las ideas fascistas nacionales, y se reúnen para añorar al nazismo y negar el holocausto.

Es inexplicable, que al igual como se promuevovieron y aplaudieron a estos grupúsculos de desorientados, la Alcaldía Distrito no apoyara ni defendiera  el que se construyan puestos de frutas con casetas bien diseñadas para que la población capitalina aprendiera (y disfrutara) a consumir nuestra variedad de frutas: mangos, bananos, piñas, naranjas, mandarinas, papayas, chontaduros, feijoas, fresas, guanábanas…

De esta forma también se reemplazarían las nocivas gaseosas repletas de azúcares y anilinas, productoras de obesidad y toda clase de enfermedades, entre ellas el generalizado cáncer. La Alcaldía también debería montar avisos y enormes vallas, promotoras del consumo frutal en beneficio de la salud del pueblo.

Debe ser que la Alcaldía esta muy ocupada, porque al  burgomaestre de Bogota, Gustavo Petro, ha sido atacado por los sectores de derecha e izquierda.

Al burgomaestre tampoco le perdonan los medios de comunicación ni los promotores de las aguas de colores embotelladas (entre muchas otras, como Postobón u Coca-Cola)  su lucha contra los carteles de la contratación, que llevaron a la ciudad al desaseo total y a la tugurizarían. Lo importante es que comamos frutas, que tenemos bastantes y de múltiples variedades, como se dan en este país de diferentes zonas climáticas: tropical, cálida, templada (Melgar y Girardot, para ir a descansar los fines de semana.) y fría y paramuna, en esas zonas más arriba de los 3 mil metros, donde no hay frutas, pero sí algunos osos de anteojos y el esa maravillosa planta llamada frailejón, que a veces les sirven de abrigo y colchón a los residentes de la zona y a los guerrilleros, habitantes naturales de estas zonas encumbradas de Colombia.

Claro, paralelamente a esta educación para que la gente aprenda a comer frutas vendida en esos puestos tenidos en aceras y parques,  y vendidos por humildes mujeres y hombres con sus hijos, se debe educar para arrojar los desperdicios sobre el pavimento público.

Sobre todo que lo hagan en esta zona donde el arquitecto Salmona diseñó el “Eje ambiental”, como metáfora del río San Francisco, que desde las entrañas de la calle Jiménez, canalizado y subterráneo, baja zigzagueante desde la falda de los cerros y cuyas aguas sirven para el baño de las palomas y la bebida de perros y de los muchos mendigos que pululan por el lugar.

Al igual que en épocas pretéritas lo hacían los chicos y chicas de los Cuerpos de Paz, de Kennedy, por su derrota en Vietnam, gritemos “¡Que vivan las frutas nacionales y las yerbas medicinales!

(Fotos: Pixabay)

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