Salud, Vida de hoy

Trastorno bipolar: montaña rusa emocional

Considerada dentro del grupo de las enfermedades invisibles, se calcula que entre más de un 2% y un 4% de la población mundial padece en algún grado esta patología mental, aunque su incidencia real es inestimable debido a la dificultad de su diagnóstico.

 

Juan Galbete

 

La enfermedad maniaco-depresiva, más conocida como trastorno bipolar, enfrenta a quien la padece a estados de ánimo contrapuestos de manera cíclica que pueden variar desde fases de excitabilidad o euforia extremos (manía) a las depresiones más profundas.

En la actualidad, la comunidad médica y científica considera que el origen principal del trastorno bipolar es genético y en él actúa un desequilibrio electroquímico en los neurotransmisores cerebrales. Sin embargo, no existe un conocimiento total sobre por qué y de qué forma se desencadena.

Origen genético y entorno social

Además del componente genético, el entorno social puede desencadenar el padecimiento de esta enfermedad. Alguien que haya sido víctimas de violencia en diferentes grados o la exposición a altos niveles de estrés pueden generar los primeros síntomas o episodios siempre y cuando exista una predisposición genética a padecer el trastorno.

La acumulación de trabajo y la presión provocan ansiedad y estrés, una pequeña chispa que induzca a la aparición del trastorno, el cual, en los casos más graves, se estima desemboca en suicidio en un alrededor de un 10% de los casos.

La información que determina el riesgo de padecer un trastorno afectivo bipolar viene codificada en nuestros genes. Por ejemplo, una persona puede vivir toda su vida sin que se le presente la enfermedad, pero en un periodo estrés, esa información puede decodificarse provocando los primeros síntomas.

En algunas personas la enfermedad se presenta sin necesidad de un entorno hostil y en otras, por contra, éste puede inducir al desarrollo del trastorno.

De esta forma, hay personas que pueden padecer varios episodios al año de maniaco-depresión y otras, en cambio, sólo unos pocos en toda su vida. En este sentido, los expertos señalan que es importante tener en cuenta que este trastorno tiene un componente cíclico.

No se trata de una enfermedad que afecte al comportamiento permanente de los pacientes, lo cual provoca fallos en el diagnóstico, despreocupación o desinterés, llegando a considerarse erróneamente como una alteración anímica temporal.

Los casos más graves pueden provocar “síntomas psicóticos” y alucinaciones.

Desórdenes en el juicio que en las fases depresivas se pueden manifestar en la persona a través de sentimientos de culpa extremos, una inusual bajada del autoestima, o incluso creer que se ha dejado de existir. Por otro lado, en fases maníacas, la persona puede convencerse de que tiene una misión importante que cumplir o que posee poderes y aptitudes especiales.

Síntomas y tipos

El episodio maníaco o euforia se caracteriza por sentimientos de felicidad, excitación, ansiedad e irritabilidad sin motivo aparente y alteraciones en el juicio, sin medir las consecuencias de los actos. El enfermo puede sentirse más importante de lo normal, con más energía e hiperactivo, lleno de ideas nuevas y emocionantes, iniciando muchas actividades al mismo tiempo sin llegar a concluir ninguna y sin sentir cansancio ni sueño. También se puede dar verborrea o lenguaje acelerado.

Por otro lado, el episodio depresivo se identifica por la baja autoestima, la fatiga y el sueño, la pérdida y el aumento del apetito, el aislamiento, los pensamientos fatalistas e incluso las ideas suicidas.

Además, dependiendo de la fuerza con que la enfermedad afecta a una persona, el trastorno bipolar se clasifica en cuatro tipos. Por ejemplo, el tipo Bipolar I presenta una fase maníaca que dura más de una semana, periodos de euforia que se alternan con fases depresivas.

El tipo Bipolar II tiene fases depresivas severas pero solamente fases maníacas moderadas, conocidas como hipomaníacas. En el tercer tipo, la ciclación rápida, se tienen más de cuatro fases en un periodo de 12 meses. Este tipo afecta a una  de cada 10 personas con trastorno bipolar. Por último, la ciclotimia provoca cambios del estado de ánimo menos intensos pero normalmente más duraderos.

Bipolaridad y salud pública

El impacto de este trastorno sobre las personas que lo padecen y quienes les rodean, así como la influencia del estrés en su desarrollo, ha provocado que sea considerado un tema de salud pública ya que afecta en muchos órdenes de la vida.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este padecimiento es la sexta causa de incapacidad laboral y provoca más años perdidos por discapacidad que la epilepsia, el Alzheimer y todos los tipos de cáncer.

Sin embargo, menos de la mitad de los pacientes recibe tratamiento médico. Esta información proviene del Estudio de la Salud Mental en el Mundo realizado en 11 países de América, Europa y Asia para conocer mejor las repercusiones de las patologías psiquiátricas en todo el planeta. Este estudio señala que Estados Unidos es el país con mayor índice de trastorno bipolar (4,4% de su población lo padece), seguido de  Nueva Zelanda (3,9%) y Colombia (2,6%).

Además, según este organismo, en los países menos desarrollados el 75% de los pacientes no recibe tratamiento médico, mientras que en los países en vías de desarrollo la cifra alcanza al 66% y en las naciones más industrializadas el porcentaje de los pacientes no tratados es de un 49%.

Tratamiento

Gracias a los avances farmacológicos los pacientes maniaco-depresivos cuentan con tres tipos de estabilizadores del estado de ánimo y todos ellos pueden tardar varios meses en actuar adecuadamente.

Una de las sustancias más conocidas por quienes sufren la enfermedad es el Litio, un elemento químico presente en el organismo que regula los estados de ánimo y administrada en algunos casos a los pacientes con este tipo de trastorno. El litio es dañino en dosis demasiado altas y se empleaba para tratar el insomnio, los síndromes musculares provocados por la tensión, migrañas, ansiedad, angustia, disminución de las facultades intelectuales, agitación, melancolía, fobias y obsesiones.

Por otro lado, para evitar desarrollar la enfermedad los expertos sugieren evitar situaciones de estrés negativo y ansiedad excesiva que provocan pensamientos catastróficos y pueden desembocar en el desarrollo de alguno de los síntomas.

Si lo síntomas aparecen, lo cual es más frecuente entre los 18 y 35 años, existen terapias, entre otras, de psicoeducación que ayudan a que pacientes y personas cercanas a éstas comprendan la enfermedad, compartan sus experiencias y se apoyen entre sí.

En muchos casos la falta de soporte familiar puede llevar a que el trastorno bipolar no se detecte y el tratamiento nunca se inicie.

El Royal College of Psychiatrists del Reino Unido ofrece algunos simples consejos de autoayuda para quienes ya han desarrollado algunos síntomas como son el reconocimiento de los cambios de ánimo descontrolados para que la ayuda llegue a tiempo; evitar situaciones especialmente estresantes; contar con al menos una persona de apoyo y hacer ejercicio tres veces por semana para mejorar el estado de ánimo.

 

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