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Del Burka al bikini

Caminando en burka por los alrededores de la Mezquita Nacional en Kuala Lumpur, empecé  a sentir una sensación similar a la que había sentido apenas unos días antes por la playa en la isla de Langkawi del mar de Andamán.

 

Faryal Iqbal

 

Fue una sensación liberadora la que sentí caminando por la playa en bikini y una sensación de libertad la que sentí paseando por los jardines de la mezquita en burka. ¿Cómo pueden dos artículos de ropa tan diferentes, y con una carga conceptual tan fuerte, causar la misma sensación?

Como mujer musulmana en el mundo musulmán estaría mal visto usar  bikini, pero en el mundo occidental caminar en burka provoca también muchos prejuicios. Los anuncios nos bombardean constantemente con  ropa y  maquillaje, así que me sentí liberada en un burka siendo yo misma sin toda la fanfarria. En el contexto de la bonita mezquita de Malasia, tenía sentido llevar puesto un burka y llevándolo me sentí más cerca de mí misma.

Igualmente en la playa tenía sentido estar en bikini. Caminando por la orilla me sentí más yo. Entonces me pregunto; ¿Es realmente el debate del velo en mujeres musulmanas una cuestión contextual? Las conceptualizaciones cambian fuera de contexto. Por ejemplo,  que una mujer lleve puesto un bikini en hora punta en Londres se vería como algo «impropio» sexualmente.

Bajo el régimen talibán en Afganistán, las mujeres fueron expulsadas del espacio público mientras que sus cuerpos fueron regulados y vigilados en lo no público. Sin embargo, la identidad de las mujeres musulmanas ha sido mal interpretada de manera aislada  por feministas occidentales.

Las mujeres de la etnia Pashtún en Afganistán y Pakistán, llevan el burka a menudo y todas las mujeres de la región llevan algún tipo de recubrimiento en todo momento. Mi bisabuela usaba un burka azul largo con agujeros en la superficie de la cara en su pueblo de Punjab, India (actual Pakistán).

Llevar puesto el burka tiene históricamente una razón. Durante la reclusión en la que se separaban a hombres y mujeres y las mujeres sólo podían interactuar con varones de su familia, llevar el burka resultaba muy beneficioso ya que actuaba como una forma de aislamiento móvil que permitía a las mujeres transitar por espacios públicos y privados.

La búsqueda de la liberación de la mujer musulmana con velo se podría  considerar como un proyecto imperial moderno en el que la misión civilizadora lleva como insignia la libertad en vez de la expansión territorial y el capital industrial de los tiempos coloniales.

Esta forma de superioridad cultural forma parte del racismo cultural. En lugar de las diferencias en color de piel, son las diferencias culturales las que han dado lugar a la imposición de valores «normales».

Esta superioridad cultural se aprecia en la misión para salvar a las mujeres de Afganistan adoptada por mujeres estadounidenses de elite que lucharon por la liberación de las mujeres con velo. A lo que me refiero es; ¿Quien había oído hablar de los problemas de las mujeres afganas antes del 9/11?

Se orquestaron discursos políticos en un intento de justificar la «guerra contra el terrorismo» y la invasión de Afganistán, mientras que a su vez  se ocultaban los verdaderos antecedentes históricos y políticos de la guerra. De esta manera, las armas y los fondos estadounidenses cedidos a Pakistán para crear a los talibanes en la década de los 80 fueron convenientemente olvidados, convirtiéndose la liberación de las mujeres con velo en el arma blanda de la guerra.

No niego que, objetivamente, la vida  de las mujeres afganas fuera dura más allá de lo comprensible, sin embargo, sus trágicas circunstancias no recibieron prácticamente cobertura en los medios de comunicación occidentales  hasta que  resultaron útiles retóricamente.

Identidades de resistencia y mujeres musulmanas

La imposición a menudo provoca la rebelión. El velo fue usado como símbolo de  lucha revolucionario y  protesta política en Argelia en la década de 1950 y en Irán en la década de los 70. El velo se impuso por  mujeres que antes no lo usaban.

Los actos subversivos cometidos por mujeres musulmanas contra los poderes coloniales que trataban de eliminar y suprimir cualquier vestigio de las sociedades musulmanas resultaron en una rebelión que tomo la  forma de resistencia política de identidad musulmana.

En el L’affaire du Foulard (asunto del velo) francés en 1980, una escuela en Creil a las afueras de París, declaró que los estudiantes debían mostrar discreción en el uso de los símbolos de diferencia cultural, sobre todo en el vestir. El asunto se volvió cada vez mas excluyente, lo que provoco que los  grupos étnicos y religiosos de estudiantes que se sintieron presionados se radicalizaran, en concreto tres estudiantes musulmanas  insistieron en seguir usando el velo.

El asunto se convirtió en una maraña de política cultural y complejidades simplificadas que crean confusión. Complacer a estos estudiantes fue ampliamente visto como un abandono de la laicidad del patrimonio francés revolucionario y de la educación republicana secular francesa.

El debate nacional convirtió la  complejidad y  simplicidad del incidente en un debate lineal sobre nacionalismos amenazados, en el cual, las tres jóvenes fueron tratadas como estereotipos de un fundamentalismo islámico omnipresente. Sus identidades fueron también alineadas a una especie de falsa conciencia femenina.

Aunque las tres estudiantes se catapultaron ellas mismas al ojo  público por usar el velo, comprendieron el significado político de su acto lo suficiente como para insistir en seguir llevándolo a pesar de la condena oficial.

Elisabeth Badinter, respetada catedrática  francesa y líder feminista, insistió en que cualquier uso del velo era en sí mismo un acto de subordinación y por lo tanto no podía ser un acto de insubordinación política.

Ella y  otros muchos de la izquierda francesa se negaron a aceptar que, de ninguna manera, el uso del velo debería entenderse como un acto político asertivo. Más bien, insistieron firmemente que se trataba de una afrenta puramente religiosa a la  tradición emancipadora de la política de la Republica francesa.

A menudo, a las mujeres musulmanas que usan el velo se las ve bajo la total dominación del patriarcado islámico y actuando pasivamente en subordinación.

Raramente se reconoce que a través del genero el velo puede convertirse en una  forma de política cultural e  identidad y de resistencia , como paso en Francia.

La insistencia de las estudiantes en el uso del velo fue un énfasis de su libertad política a definirse públicamente de acuerdo con unas convenciones culturales de una tradición histórica diferente a la que ellas y sus familias de inmigrantes pertenecían.

El debate en Francia mostró intolerancia  y puso de relieve la  necesidad de tamizar muy bien los diferentes supuestos.

La prohibición del velo trajo a la luz los problemas sociales de Francia y dio a conocer su intolerancia. Me pregunto cuántas personas que lo condenaron  preguntaron personalmente a una mujer musulmana acerca de su decisión de llevar el velo.

Confundir el uso del velo con una falta de poder de elección es estar equivocado y en necesidad de una mayor comprensión. En el área musulmana de Tower Hamlets en Londres, hablé con una funcionaria profesional civil de origen británico bengalí sobre uso del velo. Malika de 23 años me  explicó su decisión  y sentimientos en la mezquita de East London: «Elegí llevar el velo durante el Ramadán y desde entonces me siento más segura, aun cuando se me vea  diferente cuando voy a trabajar”. También me explicó que desde que comenzó a llevar el velo hace dos años se siente «más centrada en su vida que antes».

Una  mujer británica musulmana de 42 años en Bradford  que comenzó a llevar el pañuelo en la cabeza después de ir a La Meca,  me comento que «quería centrarse más en el interior en lugar del exterior. Me siento más en  paz cuando uso el velo».

Tener en cuenta el interior de las mujeres musulmanas antes de empezar el debate en el exterior es imprescindible, de lo contrario, este estará  plagado de suposiciones y tergiversaciones. Ser una mujer musulmana es algo tan fluido como lo es ser cualquier otra identidad y puede verse afectada por  muchos factores.

Si hay mujeres que son representadas con una necesidad de ser salvadas, esto lleva implícito que hay algo de las que se las quiere salvar;  un mundo y un conjunto de normas diferentes.

¿Qué puede incluir esta transformación, y cuales son las suposiciones de esa  superioridad por las que se las esta salvando?   Las misiones para salvar a otras mujeres refuerzan un sentimiento de superioridad cargado de arrogancia condescendiente.

Puede que una mujer musulmana se sienta  tan libre llevando un burka como una mujer de vacaciones en Portugal llevando un  bikini. No se sabe lo que hay en los corazones y mentes de cada persona. Antes de empezar a dictar e imponer una manera cultural de ser, se bebe, en primer lugar,   tratar de entender la manera de ser de unos y otros.

(Traducido por Ione Aldaz – Email: ione.aldaz@gmail.com) – Fotos: Pixabay

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