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Una historia de migración

En la medida en que miles de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo viajan desde Asia y África hasta Europa, se sienten las repercusiones del movimiento de las personas a través de la historia.

 

Steve Latham

 

El desplazamiento de los pueblos se ha dado con frecuencia desde el Este hacia la península europea, con el asentamiento original de los seres humanos desde África a través del Medio Oriente.

Hacia el final del Imperio Romano las tribus, denominadas «bárbaros», abandonaron Asia cruzando las líneas defensivas del tardío Imperio Romano.

Alemanes, francos y godos desplazados por las guerras mucho más lejos, buscaron refugio dentro de la relativa seguridad de la Pax Romana.

Grupos como los vándalos dieron su nombre a la destrucción de la cultura, la cual todavía usamos hoy en día, un tanto injustamente, ya que también establecieron reinos tranquilos en medio de los restos de la dominación romana.

Aunque a menudo eran mostrados como violentos invasores – y habían frecuentes conflictos – eran más agricultores pacíficos en busca de un lugar donde asentarse.

Lo mismo puede decirse de la llegada de anglosajones y vikingos a Gran Bretaña. Estigmatizados como guerreros feroces, estos también eran colonos que buscaban tierra.

Dos incursiones posteriores, que encajaban más en el estereotipo de las «invasiones bárbaras», fueron las de los hunos y, más tarde, la de los mongoles.

Ambos eran eficiente, bien organizados, máquinas de guerra nómadas, que se extendieron desde las estepas asiáticas. Pero ellos también estaban respondiendo a las guerras y a las crisis que les condujeron hacia el oeste de la zona.

Tan desconcertados estaban los escritores europeos medievales por la interminable procesión de los invasores, que pensaron en Asia como una zona milagrosa, productora de nuevas naciones. Pero este desplazamiento de los pueblos ha sido un fenómeno común en toda la historia a través del mega continente euroasiático.

La propia Europa ha sido una fuente de la historia reciente para el barrido de la invasión, conquista, colonización y asentamiento en todo el mundo.

Hoy estamos viviendo otro capítulo en esta historia de la migración.

Una vez más, es causada por las presiones de los países donde los migrantes se originan.

Por ello, la distinción convencional que se hace entre ilegítimos «migrantes económicos» que no tienen derechos y legítimos «refugiados» que si los tienen, es insostenible.

Por otro lado, a la devastación ecológica que crece en el Sur global y que por sí misma provoca guerras sobre los escasos recursos, se sumará la problemática de los movimientos masivos de personas en Europa.

Una diferencia entre nuestro tiempo y el los finales del Imperio Romano o después de éste, es religiosa. Por tanto, los recién llegados surgieron dentro de una cultura marcada por una iglesia cristiana en expansión. Para los pueblos desplazados, unirse a esta próspera y poderosa iglesia, era una forma atractiva de pertenencia en la antigüedad tardía.

Hoy son los inmigrantes quienes poseen una fuerte fe religiosa, mientras que Europa se esfuerza por llegar a un acuerdo con su patrimonio de pluralismo secular después de rechazar su legado histórico de la fe cristiana.

El historiador Arnold Toynbee, en su enorme investigación sobre la historia mundial, escribió los imperios en declive suelen ser revivificados a través de la absorción de los pueblos (un «proletariado externo») desde su periferia.

Toynbee imaginó que esto significaba una nueva revisión del cristianismo.

Sin embargo, parece que los musulmanes que han llegado confrontarán a nuestro decadente imperio Europeo.

También será un reto para la tradición de pluralismo liberal de Europa, ya que puede absorber estas nuevas comunidades que se asientan en nuestro continente.

(Traducido por Mónica del Pilar Uribe Marín) – Fotos: Pixabay

 

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