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Fanatismo y fundamentalismo cristiano: ¿ayuda u obstáculo?

El denominador común de cualquier fundamentalista es la obligación primordial hacia un texto sagrado, a través del cual se deben interpretan todas las verdades; el texto sagrado no puede ser cuestionado, solo obedecido.

 

Nigel Pocock

 

En el pasado, la palabra “fanático”  era sinónimo de  apasionado y parece haber tenido en general  una utilidad para los cristianos que la sociedad consideró demasiado entusiasta y perturbadora para la estabilidad de la misma.

A los primeros Cuáqueros (en la décadas de 1640 y 1650) se los vio de esta manera y como consecuencia unos 2000 fueron llevados a las cárceles en donde muchos de ellos murieron.

Estos “fanáticos” fueron también “fundamentalistas”, este es un término que ganó popularidad a través de una serie de 12 cuadernillos llamados Los Fundamentalistas (1910-1915) en Estados Unidos. El término ahora se utiliza para describir a cualquiera que es injustificadamente dogmático y excesivamente literal.

El denominador común de cualquier fundamentalista es la obligación primordial hacia un texto sagrado, a través del cual se deben interpretan todas las verdades; el texto sagrado no puede ser cuestionado, solo obedecido.

A esto se lo describe como “intratextualidad” (ya que se opone a la intertextualidad donde las investigaciones históricas y científicas influyen en la manera en que un texto es interpretado).

La Biblia no puede ser leída  a la luz de otros textos, solo a la luz de sí misma; hay una gran cantidad de ventajas que provienen de esa obediencia incuestionable, en términos de certidumbre personal, apoyo e impacto social, por otro lado, el aspecto negativo es la falta de capacidad para resolver problemas cuando se enfrentan nuevas situaciones y  la explotación de un líder sin escrúpulos.

¿Pueden los grupos fundamentalistas fanáticos cristianos  ser ignorados como curiosidades inofensivas? Por lo general si, por la mayoría de la gente, excepto cuando ejecutan médicos que están a cargo de las clínicas de aborto,  cuando dividen familias o usan serpientes venenosas.

Si la sociedad en su conjunto se ve afectada en forma negativa, entonces no puede hacer caso omiso de estos grupos. Sin embargo, ¿han tenido estos grupos alguna vez una función más constructiva?

En el siglo XVII, dos grupos similares emergieron de los fundamentalistas puritanos: los Cuáqueros y los Levellers (niveladores).

Los Cuáqueros eran pacifistas, pioneros contra la esclavitud (son los únicos  que ha compensado a los esclavos en lugar de sus dueños).

Los Levellers eran un electorado radical en el Nuevo Ejercito Modelo de Cromwell. En el «Acuerdo de la gente» (1647), los Levellers pidieron la representación proporcional y el poder soberano dentro de todo el pueblo de Inglaterra, parlamentos bienales (para evitar la tiranía), una sola cámara (no hay grupos privilegiados), la tolerancia religiosa y la igualdad completa, de todos ante la ley por el bien común.

Como era de esperar, hubo una gran simpatía entre los Levellers y los cuáqueros, y se los vio cómo surgidos de la misma tela, ambos fueron igualmente perseguidos. En Dorchester, los puritanos habían establecido una educación gratuita y servicios de salud en la década de 1650. Carlos II intentó volver el tiempo atrás, pero ni siquiera el Parlamento Monárquico quería la tiranía anterior de Carlos I.

Fue un fundamentalismo fanático el que había realizado esos cambios, algunos de los cuales todavía estamos sufriendo.

Tal vez la última broma es de los fundamentalistas. En una convocatoria en particular, se leyó un pasaje de un libro específico:

«Vamos ahora, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están por caer sobre vosotros.»

«Vuestras riquezas se han podrido y a vuestras ropas se las comen las polillas». Vuestro oro y plata se han corroídos y su oxidación se evidencia en su contra, y devorará vuestras carnes como el fuego. He aquí, el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, las cuales habéis retenido mediante engaños,  gritad… han matado al hombre justo.» Hubo predecibles gritos condenatorios. ¡Librarnos de este disparate marxista! Pero, no, esto provino del Nuevo Testamento. Los cuáqueros y los Levellers se hubieran reído largo y tendido.

 (Traducido por Pablo Bisbal –  Email: kuky02@hotmail.com) Fotos: Pixabay

 

 

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