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Terapia de conversión y fe religiosa

The Prisma publicó recientemente una entrevista con Jayne Ozanne, una destacada cristiana progresista del Reino Unido.

 

Steve Latham

 

Siendo ella misma lesbiana, está tratando de habilitar una legislación en el Parlamento que prohíba la terapia de conversión (TC).

La TC se refiere a los intentos supuestamente psicológicos de cambiar la orientación sexual de alguien, de LGBTQ a heterosexual.

En realidad, esto abarca un espectro de enfoques, en su mayoría operando teorías conductistas. Entre las más malignas está la Terapia de Aversión. Consiste en aplicar descargas eléctricas cuando se muestran al sujeto fotos del mismo sexo, con el fin de desalentar la atracción sexual. Además de ser muy abusivo, el método es también muy ineficaz.

En el extremo más benigno de la escala están las versiones de la Terapia Cognitiva Conductual (TCC). Aunque éstas evitan los extremos más abusivos, su tasa de éxito es, en el mejor de los casos, cuestionable.

Su objetivo, sin embargo, no es erradicar totalmente la atracción hacia el mismo sexo, sino controlar los pensamientos y comportamientos no deseados mediante técnicas mentales.

Además de estas técnicas, el proyecto de ley parlamentario pretende prohibir las prácticas religiosas destinadas a cambiar la orientación sexual de alguien.

Éstas van desde la simple oración hasta los elaborados exorcismos: se basan en una visión del mundo que acepta la realidad de los espíritus malignos.

Estos rituales de liberación pueden implicar palizas, restricciones físicas y el vertido de aceite o pimienta en los ojos de las personas.

Muchos grupos religiosos evitan estas actividades, aunque es imposible impedir que los individuos recen como consideren oportuno, incluso en contra del consejo de los líderes.

Sin embargo, estos grupos suelen enseñar una moral sexual conservadora, que restringe el sexo a una relación matrimonial entre un hombre y una mujer, como reflejo de la voluntad de Dios para el florecimiento humano.

Si bien esto se aleja de las preferencias de los LGBTQ, está muy lejos de la verdadera TC. Sin embargo, en estos círculos existe el temor de que la nueva Ley les afecte también a ellos.

Esto se debe a que en cierta publicidad, la campaña contra el TC lo define de forma amplia, para incluir cualquier acción que busque “suprimir” la identidad sexual de alguien.

Si esta interpretación prevalece, restringirá las medidas pastorales para ayudar a los creyentes homosexuales a vivir fielmente en su religión de elección: ya sea como célibes, o casados con alguien del sexo opuesto.

Es poco probable, incluso si la legislación toma esta forma, que los creyentes cambien sus creencias.

Por el contrario, se limitará a perseguirlos en la clandestinidad, ya que se perciben a sí mismos como una religión perseguida.

A los grupos de presión LGBTQ les interesaría evitar este resultado. De lo contrario, sería irónico que un movimiento de liberación (gay) resultara en limitar la libertad (religiosa) de otros.

Tensiones similares surgieron la semana pasada, por la visita del líder del Partido Laborista, Keir Starmer, a Jesus House, una iglesia nigeriana, para visitar su proyecto de vacunación contra el Covid.

Surgieron quejas de la comunidad gay, porque Jesus House condena las relaciones sexuales entre homosexuales, y Starmer se vio obligado a disculparse por su visita.

¿Pero renunciará también a todas las visitas a las mezquitas? Porque, aunque hay una causa común, contra el racismo y la islamofobia, estos son mayoritariamente conservadores también en materia sexual.

En una sociedad plural, ¿es posible encontrar temas en los que podamos ser co-beligerantes, si no aliados en todo?

(Traducido por Mónica del Pilar Uribe Marin)  – Fotos: Pixabay

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