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Sistema migratorio británico es abiertamente racista

Entre el Brexit, las políticas migratorias de un gobierno ultraconservador y nacionalista, la pandemia, los grupos fascistas y  los crímenes de odio, los inmigrantes y refugiados están siendo empujados a los márgenes de la sociedad británica.

 

Foto de Steve Eason / Flick. Creative Commons License.

 Mónica del Pilar Uribe Marín

 

El ser uno de los países del mundo donde reside el mayor número de inmigrantes y, por ende, ser esencialmente diverso y multiétnico, no implica que en toda la sociedad británica el multiculturalismo sea bienvenido. Hay diferentes factores para que ello ocurra. Por ejemplo, el uso político de la inmigración como arma electoral, la crisis económica, sus secuelas de recesión y desempleo, la ofensiva contra el Estado de bienestar, el racismo institucionalizado y los mitos sobre la migración.

Además, desde el gobierno, principalmente en la última década, se han impulsado no solo políticas sino también sentimientos antinmigrantes, de manera sutil pero decisiva.

Todo ello ha creado lo que se llama un ambiente hostil a los inmigrantes. Las cifras y hechos evidencian, prejuicios, racismo y discriminación. Por ejemplo, en Inglaterra y Gales, desde 1990 se han producido 1.741 muertes bajo custodia o tras un contacto con la policía. Los negros representan el 3% de la población, pero también el 8% de estas muertes. Esto excluye las muertes en prisión y en centros de detención de inmigrantes.

Las personas de raza negra y asiática tienen muchas más probabilidades de ser detenidas por la policía, de ser arrestadas y de permanecer en prisión preventiva mientras se les juzga; reciben sentencias más largas por término medio y son detenidas con más frecuencia en virtud de la Ley de Salud Mental.

En general, las minorías étnicas representan el 14% de la población de Inglaterra y Gales, pero también el 27% de sus presos.

Esto excluye a los miles de personas encerradas indefinidamente sin cargos en las prisiones de inmigración de Gran Bretaña, donde los abusos de los guardias son frecuentes.

Foto de Steve Eason Flick. Creative Commons License.

Esta política de “entorno hostil” ha fomentado el racismo y  atacado a personas que viven legalmente en el Reino Unido.

Las minorías racializadas de Gran Bretaña tienen salarios medios más bajos y trabajan de forma desproporcionada en empleos mal pagados e inseguros. Tienen mayores índices de falta de vivienda y de hacinamiento, y mayores índices de enfermedades de larga duración y de discapacidad. Esta mezcla ha contribuido a que los negros tengan cuatro veces más probabilidades que los blancos de morir de Covid-19.

En una entrevista a fondo, Samantha McGill, miembro de Fight Racism! Fight Imperialism! en Tyneside y quien presidirá el Encuentro virtual “Freedom for immigrants – Justice for refugees – Fight the racist bill!” que se llevará a cabo este 22 de abril, habló con The Prisma sobre algunos aspectos de la situación de los inmigrantes en el Reino Unido.

Del entorno intimidante

El sistema de inmigración británico es descaradamente racista.

El imperialismo británico elabora una narrativa dual de “refugiados buenos” y “emigrantes económicos malos” mientras obstruye la entrada a ambos. El entorno hostil, cada vez más amplio, criminaliza a cada vez más inmigrantes, para todo, desde trabajar hasta alquilar una casa.

Como explica Tom Vickers, autor de “Borders, migration and class in an age of crisis”  y uno de los ponentes de “Freedom for immigrants-Justice for refugees”: “La Ley de Fronteras Soberanas de Gran Bretaña y el centro de detención propuesto en Hassockfield continúan una larga historia de racismo estatal y de resistencia contra él. Los controles racistas de la inmigración en Gran Bretaña tienen sus raíces en el papel imperialista de Gran Bretaña en el mundo, normalizando la pobreza y el subdesarrollo que resultan del saqueo imperialista y creando las condiciones para una explotación más intensa del trabajo de los inmigrantes. A medida que el capitalismo se adentra en la crisis y la posición internacional de Gran Bretaña declina, el racismo de las fronteras británicas se vuelve particularmente vicioso: debe ser expuesto y resistido”.

Foto de Steve Eason / Flick.  Creative Commons License.

Mano de obra barata y explotación

En los tiempos modernos, el capitalismo británico ha acogido a inmigrantes por la necesidad de mano de obra barata.

Por ejemplo los inmigrantes caribeños y surasiáticos de la década de 1960 o los más de 500.000 inmigrantes de Europa del Este que llegaron a Gran Bretaña en busca de trabajo en los últimos quince años, a menudo con un salario mínimo o por debajo de él, en trabajos temporales sin paga por vacaciones o enfermedad.

La mano de obra extranjera ha sido durante mucho tiempo la columna vertebral del NHS, donde el 50% de los trabajadores son inmigrantes. Incluso si están bien pagados, estos trabajadores resultan baratos ya que Gran Bretaña no ha tenido que invertir en su educación o formación. Forman un ejército internacional de reserva de mano de obra, que puede ser traída para trabajar por un salario bajo en tiempos de bonanza económica y expulsada cuando el capitalismo entra en crisis.

Los controles de inmigración han obligado a muchos inmigrantes en Gran Bretaña a trabajar en condiciones de extrema explotación.

Las recientes leyes de inmigración restringen aún más el acceso legal a la vivienda, la sanidad y otros ámbitos de la vida cotidiana.

Aíslan a los inmigrantes de los demás trabajadores y los despojan de sus derechos en un momento en que los salarios, las prestaciones sociales y los servicios se recortan para todos, excepto para los ricos.

Los sucesivos gobiernos laboristas y conservadores han introducido leyes punitivas de inmigración, asilo y nacionalidad.

Estas leyes son un racismo institucionalizado, diseñado para rechazar y deportar a las personas que buscan asilo de las guerras alimentadas por el saqueo británico.

A los solicitantes de asilo no se les permite trabajar, a los profesores y al personal sanitario se les anima a espiar e informar sobre alumnos y pacientes.

Foto de Steve Eason Flick. / Creative Commons License.

Las redadas al amanecer, las detenciones y las deportaciones destrozan a las familias y cuestan cientos de millones de libras.  Esta es la realidad del entorno hostil.

Proyecto de ley de fronteras soberanas  

El texto completo del proyecto de ley de fronteras soberanas se encuentra todavía en “consulta”, pero Priti Patel ha indicado que supondrá una revisión masiva del sistema de inmigración y ha esbozado algunas de las propuestas que el Ministerio del Interior quiere impulsar en el Parlamento.

Entre ellas se encuentra el discriminar las peticiones de los solicitantes de asilo en función de su ruta de entrada al país, revisar periódicamente el permiso de permanencia para que los refugiados estén constantemente bajo amenaza de deportación y utilizar los territorios británicos de ultramar como cárceles para inmigrantes.

¿Qué significa la soberanía para Gran Bretaña? No se defiende de ningún ataque, Gran Bretaña nunca ha respetado la soberanía de ninguna nación – ¿cómo es que el oro y el coltán del Congo, el petróleo de Nigeria y la ropa barata de Bangladesh pueden viajar libremente a Gran Bretaña?

¿Cómo es que los beneficios de la minería destructiva en Colombia y Sierra Leona, el aceite de palma de Indonesia o el comercio de armas con Israel y Arabia Saudí pueden fluir libremente en el sistema bancario británico, pero  a las personas desplazadas, bombardeadas y explotadas por estas industrias se les niega la entrada, o son deportadas de vuelta a las zonas de guerra o a cualquier país supuestamente “seguro” por el que pasan, se les niega un pasaje seguro, se les deja ahogarse en el Mediterráneo y el Canal, encerrados en la red de detención de inmigrantes en constante expansión?

Ganancias a costa de inmigrantes

En 2014, los activos exteriores de Gran Bretaña ascendieron a casi 10.172 millones de libras, cinco veces y medio el tamaño de la economía nacional británica.

El rendimiento de la inversión directa en el extranjero fue del 9% de las inversiones en África y del 13% de las inversiones en Asia.

Foto: Pixabay

Entre 1997 y 2016, la deuda internacional total de los países de renta baja y media creció un 251%, pasando de 1.962.000 millones de dólares a 6.877.000 millones, a pesar de que estos países reembolsaron 9.861.000 millones de dólares en el mismo periodo.

Hoy en día se calcula que se extraen de África 40.000 millones de libras netas al año, con Gran Bretaña y las multinacionales británicas como protagonistas. Se trata de una superexplotación, una relación parasitaria entre Gran Bretaña y los países oprimido. Sin ello el capitalismo británico no podría sobrevivir.

«Rechazamos la falsa dicotomía de los inmigrantes legales y los llamados “ilegales” y nos oponemos completamente, no sólo a las propuestas que se detallan en el proyecto de ley de fronteras soberanas, sino a la legislación de inmigración existente. Como comunistas en el país imperialista más antiguo del mundo, nos solidarizamos con las luchas de los inmigrantes y nos oponemos a todas las leyes de inmigración racistas de Gran Bretaña.»

Racismo y extrema derecha

El gobierno conservador y los medios de comunicación juegan al juego de la patria para dirigir la ira local hacia los inmigrantes.

Sabemos que la verdadera razón por la que la gente lucha por encontrar una vivienda decente es porque el fondo para viviendas municipales ha sido reducido sistemáticamente por los sucesivos gobiernos para convertir la vivienda en fuente de beneficios.

Las dificultades que encuentran muchas personas de clase trabajadora para acceder a la sanidad y a otros servicios vitales son el resultado de los recortes y la privatización.

El llamamiento del Partido Laborista a favor de “empleos británicos para trabajadores británicos” a incitado a los grupos racistas.

«Estos son los matones en la calle que imponen el derecho de Gran Bretaña a enviar fuerzas armadas a todo el mundo. Son los matones a los que se les permite atacar a las comunidades negras y asiáticas y a quienes se organizan contra el racismo. Se alimentan de la bilis racista que escupen los principales partidos capitalistas.»

Foto: Pixabay

El racismo de Estado británico es inseparable de las guerras imperialistas y del saqueo de Gran Bretaña en todo el mundo. Es inseparable de las medidas de austeridad que criminalizan a los enfermos, discapacitados y desempleados. Como dijo Malcolm X: no puede haber capitalismo sin racismo.

“Libertad para los inmigrantes, justicia para los refugiados”

Es un eslogan que se opone a todo el sistema racista de inmigración en Gran Bretaña. Muestra que los inmigrantes no son “libres” en Gran Bretaña.

Existe una plétora de leyes que obliga a las personas a demostrar su estatus migratorio antes de que se les conceda el acceso a la sanidad, el derecho a alquilar una casa o conducir un coche, el derecho a abrir una cuenta bancaria, trabajar o solicitar prestaciones. Esto se ha denominado “fronteras cotidianas”, en las que los controles fronterizos se introducen cada vez más en la sociedad civil, y todos, desde los recepcionistas de los médicos hasta los empleados de los bancos, se convierten en guardias fronterizos.

Esto sólo puede funcionar a través de los estereotipos raciales, donde los blancos con nombres que suenan británicos a menudo no son cuestionados sobre su derecho a cualquier servicio, pero donde a las personas de color se les pide regularmente que demuestren su estatus migratorio.

La justicia para los refugiados refleja las profundas injusticias que enfrentan quienes buscan refugio en Gran Bretaña, implicada en la creación de las situaciones por las que emigran muchos refugiados. Los refugiados se enfrentan a la injusticia del sistema de asilo racista, los colocan en campamentos no aptos, como el cuartel de Napier, los separan de sus familias, se les niega el derecho a trabajar y al “recurso a los fondos públicos”, se les coloca en albergues, se les detiene. Pasan años esperando en el limbo mientras navegan por el laberíntico sistema de asilo.

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