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Ese rizo cautivador

El folleto de la distribucion del Prado de Madrid incluye imágenes en miniatura y la ubicación de las galerías de casi 40 cuadros que forman parte de su colección.

 

Sean Sheehan

 

Han sido seleccionadas porque son obras de arte especialmente aclamadas y la información ayuda a los visitantes que quieren ir al grano y no ir deprisa intentando verlo todo.

Kelly Grovier ha hecho algo parecido al seleccionar casi sesenta obras de arte famosas de todo el mundo.

Su propuesta va un paso más allá, afirmando que todas ellas tienen algo en común, un único detalle, rasgo o cualidad que puede aislarse y destacarse como la clave de su capacidad para conectar con los espectadores.

Grovier recoge la observación de Baudelaire de que la belleza siempre posee «un toque de extrañeza», y atribuye el origen de esa extrañeza en los grandes cuadros a un detalle o elemento único que reverbera en el tiempo.

Llama a esta cualidad única el gancho de ojo y su libro demuestra la tesis. Una imagen de cada cuadro se muestra junto a un primer plano del detalle del gancho del ojo y un comentario explica la importancia de cómo «esculpe» nuestra visión y «da forma a nuestra comprensión de quiénes somos y qué significa estar vivo en el mundo».

Se trata de afirmaciones atrevidas y, a veces, sus interpretaciones son sospechosas, como cuando destaca una línea horizontal apenas visible en uno de los once paneles que componen “Backs and fronts” de Sean Scully y la inviste de una importancia que parece desproporcionada.

El autor está en un terreno más sólido cuando escribe cómo las “Brillo boxes” de Warhol nos obligan a un modo de ver intelectual y no artístico.

En general, se trata de un libro encantador, tanto para leer como para mirar, y las descripciones de Grovier son deliciosas.

Se pregunta sobre Venus, «que llega a la orilla en una concha de vieira de gran tamaño» en el cuadro de Botticelli del nacimiento de la diosa, por qué aparece con esa flor de pelo dorado arremolinándose en un lado de la cabeza.

Grovier se resiste a cualquier interpretación dogmática y se contenta con detenerse en su «cautivador rizo», que permanece en equilibrio entre «una sinfonía de ramitas de rosas flotantes que perfuman el aire a un lado de ella, y la polifonía bordada de margaritas y acianos que adornan las telas agitadas por el viento a su derecha».

Los cabellos rizados son la ilegibilidad que se resiste a la interpretación, eludiendo y aplazando cualquier comprensión inmediata.

El estudio seminal de John Berger sobre el arte, «Ways of seeing» (Formas de ver), apareció hace más de cincuenta años, pero el título sigue resonando y es de suponer que Kelly Grovier era consciente de ello al elegir el título para su propio libro.

Probablemente no se trata de un acto de arrogancia, y la «nueva forma» de ver de Grovier se aborda mejor como un complemento y no como un sustituto de otras formas de entender el arte.

Como tal, su libro aumenta el interés y el disfrute de la contemplación de cuadros famosos.

“A new way of seeing”, de Kelly Grovier, ha sido publicado por Thames & Hudson.

(Fotos: Pixabay)

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