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John Donne: permanecer despierto

El título de una nueva biografía de un poeta inglés, «Superinfinito», apunta a la polifacética vida de un poeta del siglo XVI cuya trayectoria vital se desarrolló de forma tan inesperada que se merece plenamente el subtítulo del libro: «Las transformaciones de John Donne».

 

Sean Sheehan

 

La poesía amorosa y los versos eróticos que escribió no tienen parangón y permiten retratarle como un joven libertino, pero Donne se dedicó más tarde al sacerdocio y se convirtió en deán de la catedral de San Pablo de Londres.

Fue un libertino sólo en la imaginación y asumió alegremente el papel de mujeriego.

Enormes multitudes acudían a escucharle predicar en San Pablo: «¿Alguna vez se vio a algún hombre dormir en el carro, entre Newgate [la prisión] y Tyburn [lugar de las ejecuciones públicas]?», señaló en un sermón. La moraleja fue inesperada: «Y dormimos todo el camino; desde el vientre hasta la tumba, nunca estamos completamente despiertos».

Mantenerse despierto significa estar vivo a los ricos latidos de la vida, pero también a la comunalidad y la mortalidad: «Ningún hombre es una isla… Estoy involucrado en la humanidad, y por lo tanto nunca mando a saber por quién doblan las campanas; doblan por ti».

Katherine Rundell, la biógrafa, es maravillosamente literaria y su brillante libro es un placer de leer. Resume la poesía amorosa de Donne con garbo – «El verdadero sexo es el alma que se juega en la carne»- y defiende al poeta por su audaz extralimitación y su urgente gusto por la vida en todas sus manifestaciones contradictorias.

Sus prefijos favoritos, señala, eran trans (en latín, «al otro lado, más allá») y super. Rundell nos informa, a propósito de la descarada «La pulga» de Donne, de que cuando el poema se imprimió por primera vez en 1633 los tipógrafos utilizaron la «s larga», una letra que parece casi idéntica a una f, para las palabras «sucked» y «suck»: ofreciendo una interpretación muy impúdica de los primeros versos:

No te fijes más que en esta pulga, y fíjate en esto
lo poco que es lo que me niegas;
A mí me chupó primero, y ahora te chupa a ti,
Y en esta pulga se mezclan nuestras dos sangres.

Nacido en el seno de una familia católica, en una época en la que la violencia disfrazada de religión era tan vehemente como hoy, Donne no podía permitirse la afiliación. Los católicos, si eran atrapados, eran torturados hasta la muerte y su hermano menor murió en prisión, a los 19 años, por intentar esconder a un sacerdote en su casa; Donne se convirtió al protestantismo. Un riesgo que asumió fue casarse en secreto y vivir con las repercusiones de enemistarse con su suegro. Sus perspectivas profesionales se vieron seriamente desbaratadas.

Rundell hace un trabajo de primera clase -para usar una de las 340 palabras que el Diccionario de Inglés de Oxford encuentra su primer uso registrado en Donne- al «desconcertar» a este poeta tan seductor; alguien que, como ella dice, «cortó el binario de género y lo dejó jadeando en el suelo».

«Superinfinito: Las transformaciones de John Donne», de Katherine Rundell, ha sido publicado por Faber & Faber.

(Traducido por Mónica del Pilar Uribe Marin) – Foto: Pixabay

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