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El pueblo inmortal

Las historias militares suelen ser poco atractivas para los lectores que no son aficionados a la guerra -¿y quién quiere entrar en ese club? – pero las novelas basadas en episodios bélicos no ficticios pueden llenar el vacío creado por nuestra necesidad de saber más sobre momentos significativos de la historia militar.

Prisionero de guerra, mujer soldado, soviético Fortepan. Wikimedia Commons Public Domain.

 

Sean Sheehan

 

El novelista que sobresale en este sentido es Vasily Grossman y la publicación de la primera traducción autorizada al inglés de su “The people immortal” (El pueblo inmortal) confirma su incomparable condición.

La novela, escrita cuando todavía se producían los acontecimientos que en ella se describen, destaca por su mezcla de ficción y realidad. Un epílogo proporciona los antecedentes y ayuda a registrar la novela como un documento histórico en forma de ficción. Las fuerzas alemanas invadieron Rusia en junio de 1941 y los primeros meses fueron testigos de un éxito abrumador contra las defensas soviéticas. La purga de Stalin en 1937 d

e sus mejores y más experimentados comandantes y generales dejó a los líderes militares incapaces de hacer frente y aterrorizados por una orden draconiana que exigía a todos luchar hasta la muerte, incluso si estaban rodeados.

El encuentro de Grossman con el comisario Nikolay Shliapin en septiembre, un oficial político que inspiró una fuga de un cerco, proporcionó la base fáctica de “The people immortal”.

Cuando murió poco después, atrapado en un segundo cerco, el homenaje de Grossman fue convertirlo en su personaje central; las conversaciones e incidentes relatados por Shliapin se abren paso en la novela.

El impacto devastador de la invasión se transmite gráficamente cuando las personas que huyen, con la piel coloreada por las nubes de polvo en la carretera, adquieren la apariencia de cadáveres. La escala colosal del conflicto está marcada por «cientos de miles de botas del Ejército Rojo… huellas de tanques… tractores y artillería… rebaños de vacas… y los zapatitos de las niñas». Este último detalle es característico de Grossman; nunca olvida el costo humano de la guerra. Un soldado llora la muerte de un compañero: «Pero mi Seryozha se ha ido. Han matado a mi amigo». «Lo sé», responde otro, «Era un buen hombre. Y nunca le volveremos a ver». La sencillez de las palabras, lejos de ser trillada, registra la cruda realidad y la profundidad de la pérdida ocasionada por la guerra.

Grossman nació en Ucrania y su novela está ambientada allí. Apareció por primera vez por entregas en un periódico del ejército, Estrella Roja, para el que Grossman trabajaba como corresponsal de guerra.

En aquella época, 1942, las fuerzas soviéticas aún no habían recuperado la confianza y creían que los nazis podían ser derrotados: un comandante alemán, con la parte superior de su cuerpo asomando por la escotilla abierta de su tanque principal, parece inmortal – «un dios de la guerra injusta».

Russia, 2005. Envelope with commemorative stamp 100 birth anniversary Vasily Grossman.

Sin embaro, el título de la novela encierra la promesa de un vuelco: los sacrificios del pueblo serán recordados y los dioses nazis serán desterrados.

Leer “The people immortal” como algo meramente idealista y propagandístico sería miope. Es un registro de la humillación, el dolor de la pérdida y la voluntad heroica de resistir la injusticia.

“The people immortal”, de Vasily Grossman, está publicado por Maclehose Press.

(Traducido por Mónica del Pilar Uribe Marin)

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