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El reloj del Juicio Final y la crisis mundial

El cambio climático, la guerra en Ucrania, la era postcovídica, la explotación de la naturaleza y el aumento de las desigualdades dibujan un sombrío panorama de nuestro mundo. Faltan 90 segundos para la medianoche.

 

Juanjo Andrés Cuervo

 

Corría el año 1947 cuando el Boletín de los Científicos Atómicos puso en marcha el Reloj del Juicio Final. Se trataba de una metáfora para ilustrar las amenazas de origen humano que se cernían sobre el planeta.

Tras haber trabajado en el Proyecto Manhattan, que desarrolló las bombas atómicas en Estados Unidos, el Bulletin of the Atomic Scientists quiso calcular el peligro de la nueva era de la energía nuclear. Cuanto más se acercara el Reloj del Juicio Final a la medianoche, más cerca estaría el fin de la humanidad. Sólo dos años antes, Estados Unidos había mostrado su poder militar de aniquilación con el uso de bombas atómicas. Desde la destrucción de cientos de miles de vidas en Nagasaki e Hiroshima, parecía que ningún país podía amenazar la hegemonía estadounidense.

En 1949, la Unión Soviética probó su primera bomba atómica. Eran los primeros años de la Guerra Fría, y con las dos poderosas potencias disponiendo de medios de destrucción a una escala sin parangón, se creó un nuevo paradigma del miedo.

Paradójicamente, nunca hubo una batalla directa entre EEUU y la URSS. La Guerra Fría fue una época en la que la amenaza de una catástrofe nuclear evitó una conflagración directa entre ambos países. Se suponía que nadie provocaría una escalada del conflicto. Como dice Orwell en 1984, «la guerra es la paz».

Sin embargo, hubo decenas de conflictos provocados por la intervención de al menos uno de los dos poderosos países. La Guerra de Corea, la Guerra de Vietnam, la invasión de Afganistán Y, el apoyo estadounidense al régimen del apartheid en Sudáfrica que chocó con las tropas cubanas fueron momentos de amenaza global.

Y sin embargo, el Boletín de los Científicos Atómicos nunca consideró que el riesgo de conflagración mundial fuera tan alto como en la actualidad.

Siguiendo la cronología del Reloj del Juicio Final, el momento más cercano a una catástrofe masiva fue en 1953, cuando Estados Unidos probó su primera bomba de hidrógeno. Faltaban 120 segundos para la medianoche.

De ahí que 90 segundos para la medianoche simbolicen el peligro de nuestra era. Incluso la crisis de los misiles cubanos de 1962, que tuvo al mundo conteniendo la respiración, fue mucho menos peligrosa según los científicos. En aquel momento, el Reloj del Juicio Final se detuvo a 7 minutos de la medianoche.

La crisis de los misiles de Cuba y la guerra de Ucrania

El actual conflicto en Europa del Este no es el primero en que dos potencias con armamento nuclear contribuyen a la escalada mundial.

En 1962, las tropas estadounidenses desembarcaron en Bahía de Cochinos para derrocar el régimen de Castro. Fueron expulsadas por los defensores de la Revolución cubana.

 Entonces, Nikita Jruschov llegó a un acuerdo con Fidel Castro para colocar misiles nucleares soviéticos en Cuba con el fin de disuadir cualquier futuro intento de invasión.

Cuando la administración estadounidense supo que había misiles cerca de su costa, cundió el pánico. Aunque Estados Unidos había colocado misiles en su base de la OTAN en Turquía, cerca de la Unión Soviética, Kennedy exigió a Khruschev que retirara los misiles de Cuba.

El líder de la Unión Soviética accedió si Estados Unidos retiraba sus misiles en Turquía. Finalmente, el mundo se salvó gracias a un ejercicio de diplomacia. Algo que los líderes contemporáneos podrían tomar como lección.

60 años después, Rusia invadió Ucrania. De momento, el ejército de Putin no ha logrado derrotar a sus vecinos. Con la entrega de tanques por parte de muchos países europeos, entre ellos Alemania, parece que una escalada bélica es inminente. Desde la Crisis de los Misiles de Cuba, tenemos la historia para arrojar luz en nuestras acciones actuales, la importancia de la diplomacia, e incluso la película «Dr. Strangelove o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y a amar la bomba».

Estrenada en 1964, la obra maestra de Stanley Kubrick satiriza los temores de la Guerra Fría a un conflicto nuclear entre la Unión Soviética y Estados Unidos. Y lo que es más importante, muestra cómo una minoría de personas en una habitación puede decidir el destino de miles de millones de seres sensibles.

Más dinero en armas mientras corre el reloj

Hoy tenemos un mundo occidental que sigue a Estados Unidos y cae en una tendencia belicista. La retórica de algunos líderes europeos, o incluso de Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, es un ejemplo del estado del mundo.

Pero esta excitación a la guerra no va sólo a sus discursos. El pasado mes de diciembre, los aliados aceptaron las exigencias de la OTAN de aumentar un 27,8% el presupuesto civil y un 25,8% el militar. Así, los países europeos aumentan sus gastos en armamento militar.

Sin embargo, todavía hay esperanza. Hay continuas manifestaciones para poner fin a la guerra que presionan a los dirigentes para que hagan un esfuerzo y se centren en cuestiones diplomáticas.

La gente es lo suficientemente inteligente como para culpar a la OTAN por romper el acuerdo entre George H.W. Bush y Gorbachov en el que EEUU aseguraba no expandir sus tropas más al Este, y a los líderes europeos por convertirse, una vez más, en marionetas de EEUU.

Si queremos evitar que el Reloj del Juicio Final llegue a medianoche, tenemos que seguir protestando con el objetivo de llegar a la comunidad internacional.

El riesgo de una guerra nuclear está más cerca que nunca. Como vimos en la película de Kubrick, el mundo podría ser destruido repentinamente.

Sin embargo, la ficción también muestra el poder de la negociación. En Watchmen, de Alan Moore, el Reloj del Juicio Final llegaba a medianoche, y Estados Unidos y la URSS estaban dispuestos a provocar la aniquilación mundial. Al final, los líderes de ambos países llegaron a un acuerdo para evitar la destrucción masiva. El mundo se salvó.

(Traducido por Camila Márquez)Fotos: Pixabay

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