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Jugando con la democracia: Golpe de estado ‘blando’ contra Petro

Desde el día de su posesión, 7 de agosto de 2022, se viene hablando de la posibilidad o la intención de un sector del viejo régimen, de tumbar al presidente de Colombia Gustavo Petro.

 

Presidente Gustavo Petro. Foto de Usaid U.S / Flickr. Creative Commons License.

Germán Ayala Osorio*

 

Motivos hay suficientes: sectores de la derecha y la ultraderecha están incómodos con las decisiones tomadas por el actual gobierno, en particular la de golpear las finanzas de los narco paramilitares, a través de la incautación de cientos de miles de toneladas de droga y la quema de dragas con las que extraen oro de ríos en zonas selváticas.

A lo anterior se suma la ruptura de las ya naturalizadas relaciones de la clase política con los narcos, de las que fue posible en el pasado la financiación de campañas presidenciales por parte de los carteles de la droga, de estructuras narco-paramilitares o de figuras nominales como la el ‘Ñeñe Hernández’, quien financió la campaña del anterior presidente de Colombia, Iván Duque Márquez.

Para darle algo de veracidad al rumor de un posible golpe de Estado los medios de comunicación hablaron de ruidos de sables, de la ‘desmoralización de la tropa y de la salida masiva de oficiales que irían a engrosar las filas de los posibles golpistas.

Lo cierto es que son los medios masivos tradicionales los que vienen actuando en función de generar, por lo menos por ahora, lo que se conoce como un  “Golpe de Estado blando”. También se le conoce como “golpe en cubierto o suave”.

En el Golpe de Estado blando confluyen estrategias y acciones de propaganda negra y gris, así como la generación de incertidumbres y miedo en la población civil, a partir de titulares malintencionados, como el más reciente de la revista Semana, Colombia va mal.

A la malévola portada se suman campañas de desprestigio de la que hacen parte tuiteros e influenciadores, empeñados en afectar la imagen del presidente de la República, de sus ministros y de la Vicepresidenta.

Se atreven a calificar al presidente de “dictador” y “tirano”. También sirven a ese propósito acciones legales conducentes a torpedear la reforma laboral, en salud y pensional que tocan intereses políticos y económicos de sectores societales que de tiempo atrás lograron hacerse con el Estado.

Después de la portada de la revista Semana vino la campaña Libertad y Orden, acompañada del escudo de Colombia, de la que se sirvió la Oposición para insistir en que el país está descuadernado y que va sin rumbo.

Nuevamente el responsable es uno solo: Gustavo Petro. Los opositores a Gustavo Petro le insisten en que regrese de la política de “seguridad democrática” (creada y aplicada por el expresidente Álvaro Uribe), lo que en términos de la lucha contra las drogas y las estructuras narco paramilitares significa mantener en el tiempo el maridaje que alias Otoniel reconoció que existía entre el Clan del Golfo y sectores de la policía y el Ejército.

Los enemigos del gobierno exigen mano dura contra manifestantes y campesinos cocaleros, al tiempo que esperan una condescendiente y amorosa contra grupos narco paramilitares cercanos a miembros del establecimiento colombiano.

No se puede desconocer que existe una cruzada mediática liderada por el diario El Tiempo y Semana, con la que sus propietarios están empeñados en generar un mal ambiente social y político y por esa vía, generar miedo en la población.

A lo anterior se suma la postura política de franca confrontación con el Ejecutivo, que asumió el fiscal Francisco Barbosa, a propósito de varias de las iniciativas legislativas presentadas al Congreso, relacionadas con la Paz Total y la ley de sometimiento a la justicia, con las que el gobierno quiere desmontar estructuras armadas sin estatus políticos (narco paramilitares). Barbosa funge desde ya como el candidato presidencial con el que la derecha buscará recuperar la Casa de Nariño en el 2026.

Es posible que el Golpe de Estado ‘blando’ no escale a un Golpe de Estado que implique la salida de Petro y consecuentemente se produzca una ruptura institucional y constitucional. No creo que Washington esté dispuesto a apoyar un escenario golpista en Colombia, a pesar de las diferencias con el presidente Petro en cómo luchar contra el flagelo del narcotráfico. Lo que no se puede negar es que hay periodistas y empresas mediáticas que están jugando con candela y no precisamente para defender la democracia. Por el contrario, le están apostando a que el viejo régimen sobreviva a los cuatro años de Petro.

*Germán Ayala Osorio: Social communicator, journalist and political scientist, author of the blog La otra tribuna, donde fue publicado este artículo.

(Fotos: Pixabay)

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