Globo, Migrantes, Reino Unido

Crisis del costo de vida: Inmigrantes, obligados a mudarse

Si no fuera por las viviendas sociales, muchas personas que se radican en el Reino Unido no podrían permitirse vivir en el centro de la capital. 

 

Marina Argirova

 

Neimat Ali, inmigrante de Bangladesh, lleva 13 años ganando el salario mínimo. Según la Autoridad del Gran Londres, este es de 11,95 libras por hora.

En una ciudad donde el precio medio anual del alquiler de un apartamento de una habitación es de 26.000 libras,

Neimat no podría vivir en Londres si no fuera por las viviendas sociales que le proporciona su gobierno local. Me dijo que «Da gracias a Dios todos los días por lo que las viviendas sociales han hecho por su familia». Según las estadísticas de inmigración publicadas por el gobierno, de las 9.648.000 personas que llaman a Londres su hogar, el 37% nació fuera del Reino Unido. En los dos últimos años, las oportunidades en la ciudad se han visto amenazadas por lo que ya se conoce comúnmente como la crisis del costo de la vida.

Los precios de la vivienda, los alquileres, los alimentos y las facturas empezaron a subir rápidamente a finales de 2021, y ha afectado a casi todos los hogares de Gran Bretaña, siendo muchos de los más perjudicados los inmigrantes, según el Trust for London.

Neimat se casó en 2010 y se trasladó a vivir a Londres para aprovechar las habilidades de su mujer.

«Nos mudamos al centro de Londres porque pensamos que podríamos encontrarle un trabajo mejor. Ella es técnico informático, pero aún no ha podido encontrar trabajo, y eso me presiona cada vez más para asegurarme de que mi salario pueda cubrir los gastos», explica.

La esposa de Ali dio a luz hace cuatro meses y ahora tienen un nuevo bebé.

«Es un momento muy feliz para nosotros, pero siempre estamos pensando en el dinero y en si podemos permitirnos esto o aquello. En cada decisión que tomamos pensamos en el dinero», subraya.

La Asamblea de Londres declaró que el 12% de los londinenses tuvieron que pasar sin comida o artículos de primera necesidad de forma regular u ocasional en los últimos seis meses.

Mariana Brighty, inmigrante búlgara de primera generación, reside ahora en Bromley, en los suburbios del sur de Londres, donde dice que tiene más sentido criar a su hija.

«Decidí concentrarme en la búsqueda de trabajo en Londres después de licenciarme porque es una ciudad multicultural con más oportunidades y me permitiría desplazarme a la capital y vivir el sueño», explica.

La principal preocupación de Mariana es el impacto del costo de la vida en su familia, razón por la que decidió alejarse del centro de Londres.

«El precio del alquiler en Londres era demasiado caro y no era una buena decisión financiera», explica a The Prisma.

Una de las principales repercusiones de la crisis del costo de la vida es el coste del transporte.

«Solíamos aventurarnos a ir a la ciudad con nuestros ingresos disponibles todas las semanas, y ahora, con el costo de las facturas y la gasolina, apenas venimos una vez al mes. Es triste no poder dar a mi hija la experiencia de la ciudad a la que me mudé», dijo.

La agencia inmobiliaria londinense Hamptons ha calculado que 150.000 personas se fueron del centro de Londres en 2022 debido al aumento de los costes.

The Guardian informó recientemente de que la decisión de mudarse del centro de Londres a las afueras se ha convertido en algo habitual para muchas familias jóvenes desde el comienzo de la crisis del costo de la vida.

Uno de los ámbitos en los que se aprecia este impacto es en las escuelas del centro de la ciudad, que se han visto obligadas a cerrar por la falta de alumnos que acuden cada año.

Sólo este año han cerrado cuatro escuelas públicas de primaria en Camden, uno de los distritos del centro de Londres.

Para muchos, la realidad de vivir en Londres ha cambiado la forma de gestionar la comida, las facturas y las compras esenciales. Sin embargo, para los más afectados por la crisis del coste de la vida, también ha afectado a la estabilidad de sus vidas.

(Traducido por Camila Márquez)Fotos: Pixabay

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