Este país latinoamericano ya pasó por situaciones en las que la fragmentación será la estrategia para aplicar medidas antipopulares y en las que la unidad del pueblo en la resistencia es la única defensa. La calle será otra vez el teatro principal de la política.
Javier Milei fue electo presidente de Argentina con 14’473.340 de votos (55,69%), mientras su opositor, el representante de Unión por la Patria (UP), Sergio Massa, perdió con 11’513.116. Al dia siguiente Argentina amaneció con más interrogantes que certezas.
En su primer discurso tras los comicios, Milei anunció un proceso de “reconstrucción” en el cual “no habrá lugar para la tibieza ni las medias tintas” y aseguró que su gestión estará basada en “un gobierno limitado que cumple a rajatabla los compromisos tomados, el respeto a la libertad privada y el comercio libre”. También agradeció el apoyo del expresidente Mauricio Macri, la excandidata de Juntos por el Cambio Patricia Bullrich y del asesor y “verdadero arquitecto entre las sombras” Santiago Caputo, sobrino de un amigo de Macri. Luego reiteró sus intenciones de cerrar el Banco Central y su plan de que la moneda sea la que elijan los individuos.
Además, consideró que terminar con la inflación tomará casi dos años. Otro aspecto es si o cuándo cumplirá sus planes de eliminar los subsidios, privatizar compañías como Aerolíneas Argentinas y Yacimientos Petrolíferos Fiscales, destruir el Mercado Común del Sur, alejarse de Brasil y China y dejar el comercio internacional en manos de privados.
También queda por definir cómo será la relación con el Fondo Monetario Internacional, teniendo en cuenta que quien contrajo la mayor deuda de la historia con ese organismo (Mauricio Macri), ahora uno de sus socios más importantes.
Además, es necesario tener en cuenta la existencia de una fragmentación inédita en el Congreso que obligará a negociar para conseguir quórum en las dos instancias que lo conforman.
Durante los próximos años, UP contará con 107 miembros en la Cámara de Diputados, Juntos por el Cambio (JxC) ocupará 94 asientos y LLA 38. En el caso del Senado, UP tendrá 35 representantes, JxC 24 y LLA ocho. El analista Jorge Alemán señaló que “no deja de ser una sorpresa siniestra que un país que fue impecable con respecto a su memoria histórica, que hizo de los 30 mil (detenidos-desaparecidos durante la dictadura) un panteón sagrado y está habitado desde hace décadas por un movimiento nacional y popular, haya optado por dilapidar un tesoro simbólico tan importante”.
Y advirtió sobre el riesgo de un rumbo ultraneoliberal con un manual de seudoargumentos y una vicepresidenta (Victoria Villarruel) que defiende el negacionismo de los crímenes cometidos durante el régimen establecido de 1976 a 1983.
Hay muchas explicaciones económicas y políticas que concurren para interpretar lo que está sucediendo. Sin embargo, cuando una nación permite que se derrumbe un mundo simbólico, se impone volver a pensar ese país, añadió.
Según el subdirector del diario Página 12, Luis Bruschtein, el panorama actual implica un horizonte de violencia: “Nadie se dejará atropellar ni arrebatar sus derechos y las políticas anunciadas son muy agresivas. Esas dos fuerzas enfrentadas implican la inminencia de protestas, represiones y profunda inestabilidad”. Argentina – dijo Bruschtein – ya pasó por situaciones en las que la fragmentación será la estrategia para aplicar medidas antipopulares y en las que la unidad del pueblo en la resistencia es la única defensa. La calle será otra vez el teatro principal de la política. Es el único territorio que no puede colonizar el poder económico. PL
(Fotos: Pixabay)
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