Economía, Globo, Reino Unido

El letargo que amenaza a la economía europea

A finales de noviembre de 2023 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) preveía una reducción de las expectativas del crecimiento para Europa tanto para el año pasado (0,6%) como para el actual (1,2%).

 

Sergio Ferrari

 

De confirmarse esas previsiones, Europa será la región entre las economías avanzadas que más tardará en recuperarse. Sería diferente en Estados Unidos, que muestra cierta capacidad de resistencia (con una previsión del 2,4% para 2023 y 1,5% para el año en curso).

Lejos, por detrás de China e India, ambas a la cabeza del crecimiento en 2023 y con niveles similares o superiores en 2024: un cuatro% la primera, y más de seis% la segunda.

La situación es claramente menos favorable para el Viejo Continente. En la zona euro, el crecimiento en 2023, según la OCDE, alcanzaría apenas un 0,6% (tres décimas menos aún que lo que se había estimado en junio del año pasado).

Esto es reflejo directo de la caída de la actividad en un país clave como Alemania (-0,1%) y de cifras para nada sensacionales en Francia (0,9%) e Italia (0,7%). La sorpresa “positiva” en la eurozona en 2023 fue España, con un incremento del PIB del 2,4%, el más alto entre sus pares. Las proyecciones de fines de noviembre tuvieron que reducir las perspectivas de crecimiento de los países de la Unión Europea para 2024 debido al impacto de los elevados costos de financiación y el alto nivel de incertidumbre. Ahora se proyecta un escaso 0,9% y, según los expertos, habrá que esperar a 2025 para ver una tasa un poco más alentadora, alrededor del 1,5%.

Fuera de la Unión Europea pero todavía dentro del continente, las señales tampoco indican resultados óptimos para el Reino Unido, con una expansión económica de apenas 0,7% en 2024 y una proyección del 1,2% para 2025. Según los análisis más optimistas, como el del Blog de economía y finanzas Bankinter, Europa ya atravesó sus dos peores trimestres: el tercero y el cuarto de 2023.

Alemania, en crisis

La preocupante realidad económica de “recesión técnica” que confronta Alemania está estrechamente ligada con factores geopolíticos, entre otros. Un análisis publicado por la Deutsche Welle, afirma que “se acabaron los tiempos tranquilos para la política exterior alemana” y que en 2024 “Berlín debe encontrar respuestas a dos guerras, una China cada vez más agresiva y un orden mundial convulso”.

Desde la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, Berlín ha asegurado una amplia ayuda militar a Ucrania. Sin embargo, casi dos años después aún no se han producido avances significativos en los esfuerzos militares ucranianos por reconquistar sus territorios ocupados.

La cooperación militar de los países occidentales con Kiev se está desmoronando, fundamentalmente en Europa y los Estados Unidos, es decir, los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Ello debido, fundamentalmente, al elevado costo de dicha ayuda, la repercusión negativa en sus propias finanzas y la falta de éxitos militares concretos.

La prolongación del conflicto parece jugar en contra de Ucrania, que se muestra exhausta, y también en contra de sus aliados de la OTAN, no menos cansados por ese conflicto y por el impacto en sus propias economías. Todo esto sin entrar en el tema espinoso de quién va a pagar la reconstrucción de Ucrania- que aspira a integrar la Unión Europea- una vez finalizado el conflicto. La factura de esta guerra será bien alta para Europa occidental.

Alemania, que desde hace varios lustros ha dependido del gas barato proveniente de Rusia, a partir de este último conflicto bélico se ve obligada a pagar precios muy altos. En particular si se comparan con los de Francia, que cuenta con abundante energía nuclear, y con los de Estados Unidos, que dispone de sus propias reservas de gas natural.

El gas consumido en Alemania a inicios de 2023 costaba entre tres y cinco veces más que en Estados Unidos, mientras que su electricidad fue cuatro veces más cara que la de Francia.

Además el nuevo y explosivo conflicto abierto a partir de inicios de octubre en Palestina le agrega problemas inesperados a Alemania y los aliados europeos, que casi sin excepción han tomado partido a favor de Israel. Y en algunos casos, aun le brindan apoyo militar. Como lo señala el análisis de Deutsche Welle, Alemania intenta hacer equilibrios. Así, por ejemplo, su canciller Olaf Scholz sostiene que la seguridad de Israel constituye una «razón de Estado» para Alemania. Mediante su solidaridad activa con Israel, Alemania busca distanciarse del pesado trauma de su pasado nacionalsocialista.

En cuanto a la relación Alemania- China, ésta es hoy mucho más tensa que la que promovió la canciller Angela Merkel entre 2005 y 2021. Mientras Merkel trataba al Gobierno chino “con guantes de seda” (según el análisis de la Deutsche Welle), el actual gobierno de Scholz considera que China es un «socio competidor y rival sistémico» de la Unión Europea.

(Fotos: Pixabay)

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