Globo, Mundo, Reino Unido

Israel-Palestina: la censura a  quienes hablan de genocidio

Resulta evidente que, junto a la extrema derecha, el macartismo revive en algunos países. Las personas condenadas, encarceladas, relegadas, despedidas u obligadas a dimitir, silenciadas, criminalizadas, hostigadas o amenazadas por denunciar la masacre israelí en Gaza, se cuentan por miles.

 

 Mario Muñoz

 

 Los acontecimientos en Gaza radicalizan a muchas personas en todo el mundo, un proceso que encontró una vívida expresión en la protesta de un millón de personas en Londres el pasado 11 de noviembre y las manifestaciones de cientos de miles en todo el mundo el año pasado.

En Estados Unidos, ocho mil artistas, escritores y otros trabajadores firmaron una declaración explícita en contra de la barbarie. En España, más de 350 personalidades de la cultura, entre ellos Marisa Paredes, Juan Diego Botto, Emma Suárez, Ramoncín y Rozalén, suscribieron un documento “condenando la masacre en Gaza y la inacción ante el genocidio contra el pueblo palestino”.

También piden que cesen inmediatamente los ataques de los colonos en los territorios ocupados de Cisjordania y denuncian “los asesinatos en Palestina, que en los últimos meses se estaban dando de forma alarmante, con el silencio internacional y mediático”.

En el Reino Unido, más de dos mil cineastas, actores, artistas visuales, dramaturgos, músicos, fotógrafos, poetas, autores, comediantes, productores, directores, DJs, arquitectos y diseñadores firmaron una carta abierta en la que afirmaban que “nuestros gobiernos no solo toleran los crímenes de guerra, sino que los ayudan e instigan”.

Por otro lado, el pasado 5 de diciembre la congresista republicana Elise Stefanik interrogó con el clásico “conteste sí o no” a Claudine Gay, presidenta de la Universidad de Harvard, si condenaba el uso de la frase “Desde el río hasta el mar, Palestina será libre” y los cánticos llamando a la “Intifada” por parte de su alumnado.

Stefanik consideró necesaria la posibilidad de abrir expedientes disciplinarios a los alumnos que las utilicen.

El 2 de enero de este año, la primera rectora afroamericana de Harvard presentó su dimisión entre acusaciones de plagio, insultos racistas, además de ser acusada de responder con tibieza en el juicio político ante el Congreso de Estados Unidos acerca de si tomaría o no medidas contra los estudiantes que cantaran en apoyo a Palestina.

Varios gobiernos prohíben las manifestaciones, marchas, uso de símbolos y lemas de condena a los ataques israelíes y en apoyo a la causa palestina.

En Reino Unido la ministra del Interior, Suella Braverman, trasladó instrucciones a la policía de perseguir cánticos como “From the river to the sea” al considerarlo la “expresión de un deseo violento de ver a Israel borrado del mundo”.

Braverman instaba a tomar medidas contra banderas, canciones o lemas que pudieran molestar a la comunidad judía. Según Braverman, en ciertos contextos, ondear la bandera palestina puede ser catalogado como un comportamiento “no legítimo”.

Tampoco hay que olvidar que, según la revista Variety, la discográfica BMG dijo que liquidaría el acuerdo editorial de 2016 con el músico británico Roger Waters, cofundador de la banda de rock Pink Floyd, por sus “opiniones controversiales” en contra del régimen de Israel.

Y en Francia, después de más de cuatro meses del inicio de la masacre israelí, sigue siendo ilegal manifestarse por Palestina, aunque el Gobierno autorizó algunas marchas, como la gran movilización del 4 de noviembre en París. Otras, como las manifestaciones del 31 de diciembre, desafiaron la prohibición y reunieron a miles de personas.

Según Islamic Human Rights Commission (IHRC), organización de derechos humanos asentada en Londres, tanto Reino Unido como Francia y Alemania están “violando el derecho a la libertad de opinión y expresión, de reunión pacífica y de asociación”.

En un informe presentado a la Organización de Naciones Unidas en diciembre de 2023, esta comisión denunció que la represión contra la protesta y la solidaridad con Palestina están alcanzando niveles “alarmantes”. La persecución y cancelación de presentaciones de artistas críticos con los ataques sobre Gaza en Alemania alcanzaron su máxima expresión el pasado 4 de enero, cuando el Ayuntamiento de Berlín anunció que exigirá a instituciones culturales firmar una declaración contra el antisemitismo, el racismo y la homofobia como condición previa para recibir apoyo financiero de la ciudad. PL

(Fotos: Pixabay)

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