*José A., boliviano, llegó a la capital inglesa hace años. Su salida de Bolivia se debió a criterios propios: sentía curiosidad por el cambio económico que tenían las personas que emigraban.
Javier Duque
“Lo que en Bolivia tardabas varios años en ganar, lo conseguías en apenas uno si te ibas”, afirma este joven de semblante tranquilo y sonoro nombre: José A.
Por ello, tras dejar su oficio en el que se dedicaba al asesoramiento de sistemas y programación, José A. se puso rumbo al Reino Unido en el año 2007, y no a España como hacían gran parte de sus compatriotas, pues “ya que me marchaba, quería aprovechar para aprender un idioma”. Le costó apenas 10 días encontrar su primer trabajo. “Cosas del destino: me encontré a un amigo y me dijo que estaba trabajando en la construcción y me preguntó si quería ayudarlo”. Aceptó y allí estuvo tres meses.
Con los días, llegaron ‘nuevas ofertas’ y la necesidad le llevó a trabajar en el ámbito de la limpieza porque a veces, comenta, “no tenemos trabajo y hay que pagar y pagar”. Sin embargo, no le gusta limpiar por una “cuestión de autoestima: yo soy capaz de hacer muchas más cosas y no me conformo con limpiar”.
No obstante, ahora se dedica a hacer pequeñas obras por cuenta propia, ya que tenía una pequeña experiencia en este sector, que adquirió durante los veranos que trabajó de encofrador, esa profesion definida como la del “profesional que se encarga de realizar, en obra o en menor medida en taller, encofrados de madera, metálicos, o mixtos de cualquier otro material, que se emplean para moldear piezas de hormigón”.
Activista
Pero José A. no es un inmigrante pasivo, pues sabe que la realidad de su país y la del este que hoy reside, requiere de gente que sea más que espectador. Por eso, hace ya mucho tiempo, es activista. Se involucra en las cuestiones de su país del que se mantiene al día gracias a las conversaciones que mantiene con sus amigos de allá.
“Siempre me ha gustado ir en contra del sistema. Eso sí: con un argumento lógico. Si un gobierno, sea del partido que sea, pone buen énfasis y es beneficioso para el pueblo, lo apoyo. Si vienen a arañar y a robar, pues no lo consiento”.
Contra algunos de esos gobiernos se manifestó en su juventud, cuando estaba en la universidad estaba siempre al frente de todas las protestas y sujetando las pancartas.
José A. cuenta que hasta hoy jamás se llevó ningún golpe de la Policía. “Porque estaba atento a ellos. A los que estaban allí mirando tranquilamente, que no se lo esperaban, les daban el golpe”.
Asistió incluso a algunas protestas en las que llegaron a utilizar dinamita tras haberles disparado la Policía multitud de gases. “Les avisamos cuando se la lanzamos”. En otra ocasión, cuenta, descubrimos a un infiltrado del gobierno entre nosotros ya que le preguntaron sobre la carrera que estaba estudiando y el semestre en el que se encontraba.
“Dio una respuesta sin sentido y lo cazamos. Muchos le intentaron agredir diciendo que la Policía hacía lo mismo cuando nos detenían a nosotros. Al final lo dejamos en calzoncillos y se lo mandamos de vuelta a la Policía”.
Hablando de Londres, José A. dice que nunca ha tenido malas experiencias con los ingleses. “Tal vez no me he buscado los problemas adecuados”, ironiza. O quizás sea porque guarda algo de simpatía hacia ellos y de hecho su novia es inglesa, y también activista.
Respecto al cambio cultural al llegar, asevera que no encontró mucha diferencia. El cambio que experimentó fue con el clima, que en principio le acobardaba: “En Cochabamba no tenemos estos extremos de temperatura. Al menos en mi región”.
Finalmente, y de cara al futuro, aún no sabe lo que hará. Probablemente, y con el amor que transmite tener por su propio país, puede que vuelva. “Me iré porque aquí ya no hay espacio para mí. Está muy lleno”, bromea.
*Nombre ficticio, persona y hechos reales.
(Fotos: Pixabay)
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