Editorial, En Foco, Opinión, Uncategorized @es

La política del Covid-19

Como de costumbre, el martes nos reunimos para proporcionar alimentos a las personas sin hogar en el centro de Londres. Solo que esta vez no pudimos hacerlo en nuestro edificio, tenía que hacerse fuera, en la puerta.

 

Steve Latham

 

De esta manera, pudimos garantizar el ‘distanciamiento social’, una medida para prevenir la propagación del virus. Durante ese rato solo llegaron unos pocos, debido al confinamiento del gobierno.

Pero mi compañero comentó que el día anterior, en Camden, las únicas personas que vio en las calles fueron vendedores de drogas y adictos que iban a por su dosis.

Yo también había visto, desde mi ventana, a un grupo de jóvenes pavoneándose en la urbanización donde vivo. ¿Pertenecerán las calles a los criminales durante esta crisis? Me recuerda a la película “Ciudad de Dios”, donde una banda invade la base rival, diciendo: ‘A boca nossa!

Porque, mientras las personas que respetan la ley, las ‘respetables’, ‘amables’, obedecen al gobierno quedándose en casa, habrá elementos que no lo harán.

Esto, en un momento en que las calles están “inquietantemente tranquilas”, una frase utilizada por muchos comentaristas: pobladas por aquellos que todavía van a trabajar y aquellos que hacen el ejercicio permitido por el decreto una vez al día.

Por la noche, sin embargo, existe un verdadero riesgo de vulneración del orden público; los criminales se aprovechan de forma oportunista de las horas del crepúsculo que no tienen vigilancia: un tipo diferente de la saga “Crepúsculo”.

He visto pubs reforzando sus ventanas, para evitar robos durante su cierre forzado. Uno en concreto, que ha abierto de nuevo recientemente, seguro que recibirá un duro golpe financiero debido al cierre tan pronto como abra otra vez.

A medida que avanzo en bicicleta por las calles, en mi tiempo limitado de ejercicio, noto los negocios y locales abandonados, de hecho, zonas enteras de la ciudad abandonadas. 

¿Podrá la policía controlar cualquier desorden?

La policía británica, que normalmente va desarmada, tiene la intención de confiar en la persuasión para hacer que la gente deje las calles. ¿Cómo van a hacer frente a la resistencia?

Puede ser que a menudo los radicales critiquen a la policía como agentes de represión estatal, pero ¿qué pasará ahora, cuando les necesitemos para protegernos?

No obstante, existen temores realistas de una invasiva deriva autoritaria. El hecho de que el Gobierno británico se arrogue amplios poderes a sí mismo se ha limitado a un periodo de seis meses.

No obstante, aunque se planea una revisión, muchos temen que esto pueda ampliarse después de la crisis para lograr un estado permanente sobre los libros de derecho.

Combinado con el tipo de técnicas de vigilancia adoptadas por las empresas tecnológicas en occidente, y por el Estado en China, esto podría resultar en un aumento de la supervisión totalitaria de todas nuestras vidas.

Pero, mientras tal seguimiento está justificado por las autoridades, como medio de prevenir el contagio, en realidad prepara la emergencia.

También podría convertirse en un legado permanente de ello, si nos acostumbramos a que nos sigan los observatorios tecnológicos. Ya que, parafraseando a Platón, “¿Quién vigila a los vigilantes?” Un reciente artículo en “Jacobin”, por ejemplo, ha destacado el hecho de que las crisis suelen acelerar el cambio político y social.

Y no siempre en un sentido positivo.

(Traducido por Iris María Blanco Gabás – Email: irisbg7@gmail.com)

 

Share it / Compartir:

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*