Globo, Mundo

El Kurdistán, un genocidio étnico

En 2000 inició una nueva era. Tras la consideración de adhesión de Turquía a la UE, el Estado turco se vio obligado a respetar los derechos de las minorías nacionales de Turquía.

 

Daniel Fernández

 

«En Turquía no hay sólo una nación, existe también la nación kurda». En estos términos se expresaba Abdellah Öçalan, uno de los fundadores del PKK (Partido de los Trabajadores Kurdos), en un momento en el que  el simple hecho de pronunciar la palabra «Kurdistán» o el uso del idioma kurdo estaban completamente prohibidos. El PKK n ació en Turquía a finales de los años 70 como una organización popular de reivindicación de los derechos de la etnia kurda. Su base ideológica oscilaba entre un nacionalismo kurdo y un socialismo revolucionario y su objetivo principal era la creación de un estado independiente kurdo. Ahora bien ¿qué es el Kurdistán?.

Etimológicamente, la definición de Kurdistán es “el lugar donde viven los kurdos”. Geográficamente los límites del Kurdistán se han modificado a lo largo de la historia atendiendo a las circunstancias políticas, históricas y demográficas.

En la actualidad, este «lugar» donde residen los kurdos ocupa una superficie de más de 500.000 kilómetros cuadrados y se encuentra dividido en 4 países: Siria (6%), Irak (18%), Irán (31%), y Turquía (43%). Tal distribución es el resultado de la repartición del territorio por parte de la diplomacia internacional tras la Primera Guerra Mundial.

A principios del s. XX el estado turco emprendía una «limpieza étnica» de todas las minorías nacionales con el objetivo de crear un estado exclusivamente turco. La primera de estas «limpiezas» constituyó lo que hoy se conoce como el «genocidio armenio». Desde 1915 hasta 1921 millones de armenios fueron deportados y asesinados.

Los siguientes fueron los kurdos. A las deportaciones, expropiaciones y masacres masivas, se sumarían las políticas de asimilación, la ilegalización de organizaciones políticas y culturales y la prohibición del uso de la lengua kurda. Oficialmente el Kurdistán dejó de existir y con él, los kurdos y su lengua. La brutal represión del Estado turco contra el pueblo kurdo y sus representantes impidió la reivindicación de los derechos de los kurdos de manera democrática. El PKK, ante la imposibilidad de actuación dentro de los marcos de la legalidad del estado turco, radicalizó sus posiciones y pasó a la lucha armada.

A partir de 1984, el PKK impulsó la creación del ERNK (Frente Nacional de Liberación de Kurdistán). Tal movimiento se concretó en una organización de guerrillas cuya misión era contrarrestar las acciones del estado turco. A lo largo de la década la «guerra civil» entre las fuerzas kurdas y el estado turco causaba decenas de miles de muertos, la mayoría de ellos en el bando kurdo.

Del PKK al PKE

En los 90 el PKK suavizó su programa socialista para pactar con el Estado turco y así obtener algún derecho para el pueblo kurdo. Ninguna de las treguas propuestas por el PKK fue aceptada por el gobierno y en 1993 el PKK fue declarado ilegal.

El siguiente paso fue un protocolo de seguridad entre el Estado turco, Siria e Irán, a través del cual se regularían las actividades del PKK en los territorios del Kurdistán ocupados por los tres países.

Dentro del mismo contexto los diputados kurdos del Parlamento Turco fueron condenados a 15 años de prisión por pertenencia al PKK.

A mediados de los 90 se produjeron cambios significativos. En primer lugar, el PKK abandonó la violencia fuera de las fronteras del Kurdistán y Amnistía Internacional expuso la situación de los derechos kurdos en Turquía. Por último, se creó el PKE (Parlamento del Kurdistán en el Exilio), con sede en La Haya.

A finales de la misma década, el Estado turco no pudo negar la existencia del pueblo kurdo ante la comunidad internacional, pero continuó su política de terrorismo interno. Por su parte, los nacionalistas kurdos continuaron su lucha armada, ante la imposibilidad de actuación desde los marcos democráticos de Turquía.

La captura de Abdellah Öçalan en 1998, fue un ejemplo más de la impunidad con que actúa la comunidad internacional cuando sus intereses están en juego. Italia, Suiza, Holanda y Suecia negaron el asilo político a Öçalan. Grecia aceptó acogerle, pero no en suelo griego, sino en la embajada griega de Kenia, donde fue detenido por los servicios secretos turcos con la colaboración de la CIA y el Mossad.

En 2000 inició una nueva era. Tras la consideración de adhesión de Turquía a la UE, el Estado turco se vio obligado a respetar los derechos de las minorías nacionales de Turquía: volvió a permitir el uso de nombres kurdos para los recién nacidos y se levantó el Estado de emergencia en las regiones kurdas. Posteriormente, comenzó a liberalizarse el uso público de la lengua kurda, aunque la enseñanza en lengua kurda, su uso oficial, así como la publicación de libros y revistas, siguió prohibida.

En diciembre de 2009, la Corte Constitucional del estado turco ilegalizó el DTP (Partido de la Sociedad Democrática), alegando que el partido se había convertido en «un foco de actividades contra la indivisible unidad del estado, el país y la nación.»

La medida fue duramente criticada por numerosas organizaciones internacionales. El mismo día, la Presidencia de la UE instó al gobierno turco a reformar su legislación en lo referente a partidos políticos. Ahmet Türk, presidente del  DTP hasta su ilegalización, dijo en su discurso de defensa que «la identidad nacional debe redefinirse en un concepto de territorio compartido, más que un concepto de etnia».

(Fotos: Pixabay)

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