Globo, Reino Unido

La caja de Pandora del Brexit

El impacto negativo sobre la vida de mucha gente, promesas incumplidas, unas relaciones tensas entre el Reino Unido y la Unión Europea e Irlanda del Norte y sectores económicos afectados, son entre otros, parte del legado de un divorcio que inició hace casi dos años.

 

Ya casi a las puertas de 2021, y cuando el temido “Brexit duro” era una posibilidad bastante real, el Reino Unido y la Unión Europea acordaron in extremis el Trade and Cooperation Agreement (TCA).

La nueva relación comercial establece que no se impondrán tarifas ni aranceles al flujo de mercancías, pero implica una cantidad inesperada de trámites burocráticos.

Los controles aduaneros y sanitarios y los formularios que se deben completar en los puntos de entrada y salida se tradujeron de inmediato en grandes congestiones en el Eurotúnel y en los ferries que cruzan el canal de La Mancha.

La demora en cruzar la frontera, en algunos casos de varios días, hizo que muchos exportadores británicos de vegetables y mariscos perdieran clientes en la UE, y muchos de ellos se quejaron contra el gobierno y amenazaron con verter su mercancía podrida frente a la residencia del primer ministro Boris Johnson en Downing Street.

El fin de la libre movilidad de las personas provocó el éxodo de miles de trabajadores europeos hacia sus países de origen, sobre todo en el sector de los servicios y la medicina en momentos en que el Reino Unido atravesaba por el peor momento de la pandemia de Covid-19.

De acuerdo con la Road Haulage Association, ahora faltan 100 mil camioneros y los directivos del gremio afirman que al menos 20 mil de ellos abandonaron el país tras el Brexit.

El déficit de conductores alcanzó el clímax en octubre pasado, cuando los británicos hicieron filas de varias horas en las gasolineras del país para llenar los depósitos de sus automóviles, ante el temor de que se produjera un desabastecimiento general.

La crisis obligó al gobierno a ofrecer visas temporales como incentivo para traer de vuelta a los camioneros extranjeros, y a recurrir al Ejército para abastecer los surtidores de combustible, mientras que las farmacias e incluso los famosos “pubs” (bares) ingleses padecen los problemas existentes en la cadena de suministros.

También faltan 15 mil carniceros y miles de trabajadores avícolas, algo que se hace evidente en la falta de carnes en los supermercados en víspera de Navidad.

La ruptura también puso fin al programa de intercambio de estudiantes y al reconocimiento automático de los títulos de médicos, enfermeras y otras profesiones, además de cortar el acceso del Reino Unido a las bases de datos de las agencias policiales de la UE, lo que podría suponer un riesgo para la seguridad nacional británica.

Por otro lado, las actuales diferencias con París por las licencias pesqueras y los encontrones casi a diario con Bruselas por el llamado protocolo para Irlanda del Norte amenazan con desatar una guerra de sanciones económicas y echar por tierra el frágil acuerdo post-Brexit.

El tema de las cuotas pesqueras fue uno de los más difíciles durante los 11 meses de arduas negociaciones, pero al final se acordó que los pescadores europeos pueden operar en aguas británicas siempre que puedan demostrar que anteriormente ejercían allí su actividad.

Los franceses, que acusan a los británicos de negarles todas las licencias que necesitan, amenazaron con cortar el suministro de electricidad a la isla de Jersey. No hace mucho retuvieron un barco escocés por supuestamente trabajar en aguas territoriales galas sin el permiso correspondiente.

Pero la implementación del llamado protocolo norirlandés constituye la parte más álgida en las ya difíciles relaciones post-Brexit entre el Reino Unido y la UE.

Bajo el acuerdo, esa provincia británica se mantiene dentro del mercado único y la unión aduanera europeos, con el fin de evitar el establecimiento de una frontera física con la República de Irlanda. Por ello, todas las mercancías procedentes de Gran Bretaña tienen que ser sometidas a controles sanitarios antes de entrar a ese territorio.

La medida provoca demoras en el traslado de las mercancías, mientras que los sindicalistas norirlandeses consideran que esa nueva disposición la aleja de Londres. Además amenazan con hacer caer el gobierno de coalición instaurado tras los acuerdos de paz que pusieron fin al sangriento conflicto armado en esa región en 1998.

El gobierno británico quiere renegociar los términos del protocolo e incluso amenaza con activar el Artículo 16 del Tratado de Retirada que permite a una de las partes abandonar temporalmente los compromisos adquiridos tras el divorcio, pero la UE se mantiene no quiere reabrir la caja de Pandora del Brexit. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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