Derechos Humanos, Globo, Política, Reino Unido

Assange 2: El elefante en la habitación de Belmarsh

Assange es el foco que ilumina el elefante en el cuarto oscuro. Conmocionada, la gente aleja luz del elefante y la coloca contra Assange. Y ahora el «elefante en la habitación» es el reciente veredicto que permite la extradición de Assange, es la libertad de prensa y la marginación de los derechos humanos.

 

Julian Assannge Foto de: dedevanderroove / Flickr. Creative Commons License.

Sara Vivacqua*

 

Julian Assange creó una organización sin ánimo de lucro, Wikileaks, que en sus primeros diez años de vida filtró más de 10 millones de documentos oficiales del gobierno de los EEUU clasificados como secretos.

El propósito era ocultar a la opinión pública y evitar la rendición de cuentas de los innumerables crímenes de guerra de Estados Unidos en Irak y Afganistán, la tortura como política de Estado, la orquestación del golpe de Estado por Hillary Clinton, Barack Obama y la CIA en Honduras, los atroces abusos de los derechos humanos por parte de los soldados estadounidenses, las mentiras sobre los asesinatos en masa de civiles, la detención de niños y ancianos inocentes en la Bahía de Guantánamo, las intervenciones del gobierno de Estados Unidos y espionaje en Estados extranjeros.

Wikileaks publicó los registros oficiales de guerra de Irak, la mayor filtración de la historia militar de Estados Unidos, exponiendo unas 15.000 muertes de civiles previamente ocultas, incluyendo registros médicos de torturas a detenidos por soldados estadounidenses, que describen a prisioneros esposados, con los ojos vendados y colgados por las muñecas o los tobillos, y sometidos a latigazos, puñetazos, patadas o descargas eléctricas.

Las filtraciones de otros documentos, conocidos como Vault 7, expusieron la penetración y el alcance del aparato de hacking para el espionaje en masa de la CIA. Tras su publicación, la CIA «hizo planes secretos para secuestrar o asesinar a Julian Assange», según revelaron 30 ex funcionarios estadounidenses.

Un único hombre rompió el monopolio de la interpretación, dando nombre, apellido y, por así decir, DNI y número de identificación fiscal de quienes se esconden tras la figura de la imagen conocida como «Estado profundo».

Assange avergüenza a la «prensa libre» internacional con la exposición de la simple verdad, evidenciando la mala fe coreografiada de los «periodistas» y los medios de comunicación y su servilismo propagandístico a las maquinarias del poder y guerra que ocultan y manipulan la realidad. Assange descubre una nueva clase social, los mercenarios de la «mediocracia». Y ellos son simplemente mediocres.

Assange expone una nueva clase social, los mercenarios de la «midiocracia».

Niels Melzer, el Relator Especial de la ONU sobre la Tortura, que investigó el caso y examinó personalmente a Assange, ha utilizado la expresión «el elefante en la habitación» para hablar del caso Assange en numerosas ocasiones.

El elefante en la habitación es una figura retórica del inglés para ilustrar la psicología del silencio deliberado en las interacciones sociales sobre el tema más definitorio, más controvertido y obvio. El elefante en la habitación, circulando entre todos, ocupando todo el espacio, pero nadie se atreve a acusar su existencia, mientras se discuten todos los asuntos superfluos y artificiales.

Para Melzer, Assange es el foco que ilumina el elefante en el cuarto oscuro. Conmocionada, la gente aleja luz del elefante y la coloca contra Assange. Y ahora el «elefante en la habitación» es el reciente veredicto que permite la extradición de Assange, es la libertad de prensa y la marginación de los derechos humanos.

El día ha terminado en Belmarsh

Yo misma me sorprendo con la cantidad de injusticias que caben en tan pocos párrafos. El día terminó en Belmarsh.

Vi a los activistas recoger cajas, toldos, cintas, carteles, tazas, altavoces, bolsas de basura…. todo producto de su propio dinero y esfuerzo propios.

Josephus, Charisma, Isabel, Emmy, Helen, Alison, Erik (93 años) y muchos otros que estaban afuera.

Lo que siempre me impresiona y conmueve en el activismo en torno a la causa de Assange, es la total generosidad y el sacrificio sin esfuerzo de quienes hablan a su favor.

Aquí no hay promesa de retorno, ni perspectiva de beneficio al defender a Assange, sólo un muro de hormigón del que no se sabe el grosor y tu mano libre para golpearlo. Assange siempre ha sido capaz de mover algo muy profundo y grande.

Los activistas por la libertad de prensa y Julian Assange están allí todos los sábados, para contrarrestar la percepción de las masas británicas de que Assange es un «miserable gusanillo», como lo llamó en el Parlamento de Westminster Sir Alan Duncan, el Secretario de Asuntos Exteriores. O que Assange es un espía como lo llamó Mike Pompeo, o como fue inculpado en los cargos directamente preparados por la CIA. O que es un narcisista, como lo calificó el juez que lo condenó, Michael Snow. O que es un violador en serie, como lo intentó calificarle la fiscal jefe de Suecia, Marianne Ny, quien reabre ilícitamente una investigación cerrada por falta de hechos ilícitos por falta de acto ilícito del fiscal natural del caso.

En un correo electrónico Ny amenazó a las autoridades británicas diciendo: «¡No se atrevan a dar marcha atrás!», refiriéndose a la acusación presentada por Anna Ardin, una «activista feminista» con vínculos directos con grupos anticastristas y anticomunistas financiados por Estados Unidos, como «Las Damas de Blanco», que recibe fondos del gobierno estadounidense y tiene como simpatizante al terrorista convicto Luis Posada Carriles.

Este correo electrónico se habría convertido en material arqueológico si no fuera por la incansable resistencia de la periodista Stefania Maurizi.

Mi respeto y admiración por las pequeñas linternas de este mundo oscuro y a veces insensato mundo de los belicistas.

No quería, pero tenía que escribir porque es necesario recordar que cuando el texto termine y cuando la fuerza sobria de los hechos deje de iluminar con tanta vehemencia, la persecución de Assange continuará.

Y porque los que persiguen Assange tienen todo el arbitrio y encubrimiento del abuso de poder, pero nosotros todos los argumentos. Cuando Assange esté libre, tampoco lo olvidaremos.

*Sara Vivacqua, Lawyers for Assange, colaboradora del diario brasilero Diario do Centro do Mundo.

(Fotos de: Kathleen Fournier, EF Press y Sara Vivacqua. Todas las fotos han sido suministradas a The Prisma por Sara Vivacqua y autorizadas por ella para su libre publicación.)

 

 

 

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