En Foco, Opinión

El vacío urbano: la ciudad mística

El paisaje urbano contiene espacios desocupados, vacíos, tramos aún no desarrollados dentro del marco urbano. La palabra “vacío” posee un doble significado. También es una palabra espiritual. El vacío es lo que los místicos experimentan al alcanzar la éxtasis.

 

Steve Latham

 

De forma similar, el concepto de la “nada” fue utilizado por el gran místico español San Juan de la Cruz, a la hora de describir su experiencia de unidad con lo Divino.

A menudo la gente confunde la naturaleza de la experiencia mística. Piensan que tiene que ver con las profecías y visiones, los sueños y revelaciones. Es cada vez más frecuente, sin embargo, que se les atribuya tales experiencias a los místicos, ya que ellos a menudo pueden llevar a la gente por el camino equivocado.

Nada más lejos de ser víctimas inocentes de enajenaciones religiosas y supersticiones, los místicos tienen mucho cuidado al desasociarse de estas erróneas concepciones populares.

De hecho, la práctica contemplativa se diseñó para hacernos escépticos sobre tales experiencias, fuentes de desilusión y decepción.

En lugar de esto, el camino místico pretende dirigir al practicante al silencio y al quietismo, a la ausencia de imágenes e ideas.

En esta unión espiritual todo concepto humano y toda palabra son inadecuados para comunicar la esencia de la Divinidad. Esta experiencia es inefable, silenciosa, trascendente.

¿Pero qué tiene que ver todo esto con lo urbano?

Si estamos identificando la experiencia del vacío, de la nada, en lo urbano, ¿puede ser también la ciudad un lugar para lo místico?

Más que ser una ciudad laica, como sugirió Harvey Cox en la plenitud del humanismo optimista de los años 60, estamos contemplando el resurgir de la religión en la ciudad.

Nuestras suposiciones sobre el declive de la religión son falsas. Se están encontrando mezquitas y casas de oración en los lugares más insospechados.

El Pentecostalismo y las iglesias migrantes proliferan en Londres en las áreas industriales. Y se están estableciendo iglesias enormes en el centro de la ciudad.

Un escritor medieval anónimo inglés compuso el conocido trabajo “The cloud of the unknowing” (La nube del no-saber ).

En él sugería que cuanto más crezca uno espiritualmente, más confusa e imprecisa se convierte la experiencia espiritual. Empezamos a darnos cuenta que nuestras concepciones infantiles sobre Dios no son suficientes para alcanzar la real experiencia de conocerlo personalmente.

Esta es la Vía Negativa, mediante la cual uno se dirige hacia lo Divino, a través de un proceso de desconocimiento, y una percepción gradual de que todo nuestro conocimiento es impreciso.

¿Quizás exista una Vía Negativa Urbana, ya que también encontramos el vacío urbano como un lugar para descubrir la dimensión espiritual?

El caminar por las calles ha sido relacionado con ir a la deriva, con el deambular sin rumbo, pero que, sin embargo, puede conllevar a un tipo de descubrimiento inesperado.

A este paseante urbano, también se le ha denominado flâneur:  un holgazán o itinerante que recorre las calles por azar y por capricho.

Los Situacionistas adoptaron estos términos en los años 60  para describir la expansión de la ciudad a sus habitantes, los cuales podían hacerla suya no a través de grandes estrategias, sino con la simple táctica del caminar. Quizás pasear por nuestra ciudad se puede ver como una forma de peregrinación, si elegimos adentrarnos en su vacío, en su nada, y sumergirnos en lo Divino.

(Traducido por Paula Pagán – Email: paula.pagan.soriano@gmail.com) – Fotos: Pixabay

 

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