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Imágenes de la vida cotidiana

Una mujer pasa a un niño de sus brazos a los de otra mujer; un hombre pasea a su mascota; unas niñas juegan en un columpio; unas mujeres se lavan; en el campo, se recogen frutos de un árbol; dos hombres luchan por un premio deportivo ante un juez.

 

Fragmento que representa a un pintor decorando un jarrón. Wikimedia Commons. Creative Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported license.

Sean Sheehan

 

La pintura en jarrones de actividades mundanas como éstas por parte de los antiguos griegos ha recibido mucha menos atención que las representaciones en jarrones relacionadas con historias mitológicas protagonizadas por dioses, diosas y héroes como Odiseo y Aquiles.

De ahí la larga espera de un libro que ofrezca un estudio exhaustivo de las escenas de la vida cotidiana ateniense en los vasos entre el 630 y el 320 A.C. aproximadamente.

Las escenas de la vida cotidiana representadas son tan familiares que resulta tentador concluir que los antiguos griegos eran, después de todo, como nosotros.

En sus casas, los cofres de madera o las grandes cestas guardaban la ropa y las mantas y -he aquí una sorpresa- las tareas domésticas no eran realizadas por los hombres. Una de las muchas ilustraciones de este libro muestra a una mujer rellenando una almohada con ovillos de lana, pero hay muchas más imágenes de la cueva de los hombres (andrón), donde se celebraban banquetes (simposios); los hombres, a veces con compañía femenina, aparecen bebiendo, cantando, bailando y vomitando, por lo que se puede concluir que no hay nada nuevo.

Pero los antiguos griegos no eran como nosotros y hay aspectos de su cultura que les muestran representando e interpretando la vida de una forma que nosotros -dos mil quinientos años después- no podemos compartir ni comprender fácilmente.

La vida en la antigua Grecia era precaria según nuestros estándares, pero su religión no prometía una vida feliz después de la muerte si se seguía un credo determinado. No había iglesia, pero ciertos rituales y tradiciones reconocían amenazas existenciales, atribuibles a los poderes divinos, que podían ser apaciguadas mediante formas de sacrificio de animales y diversas actividades de culto.

Un capítulo del libro, «At the sanctuary» (En el santuario), está dedicado a este intrigante ámbito. Las libaciones en un altar se representan con frecuencia y es de suponer que apuntan a algún vínculo entre lo mortal y lo divino, entre los vivos y los muertos, pero se desconoce cómo los participantes se sentían beneficiados por el rito.

El sacrificio de los animales comenzaba con la aspersión de agua, una pizca de harina y el corte de algunos pelos de la frente del animal.

Tras el sacrificio, se extraían las vísceras del animal, se examinaban en busca de signos del futuro y se asaban por separado; los muslos se envolvían en grasa y se quemaban en el altar, pero la carne magra se comía en un festín compartido por los participantes.

Preparando un sacrificio. Wikimedia Commons.  Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0 International license.

Estos y otros procedimientos, así como las fiestas religiosas, están pintados en los jarrones, pero interpretar lo que significa todo o parte de ello es desconcertante porque las preguntas carecen de respuestas definitivas.

Hay treinta y tres láminas en color y cientos de ilustraciones en blanco y negro para observar con detalle.

Lo familiar y lo extraño compiten por nuestra atención y el autor es cuidadoso a la hora de sugerir la mejor manera de interpretar lo que se ve.

Hay muchas cosas de los antiguos griegos que resultan desconcertantes, pero lo mismo se dirá algún día sobre aspectos de nuestro propio comportamiento y creencias.

«A guide to scenes of daily life on Athenian vases», de John H. Oakley, está publicado por The University of Wisconsin Press.

(Traducido por Mónica del Pilar Uribe Marín)

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