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Interrumpiendo y reensamblando imágenes: Höch y Heartfield

Hannah Höch vio la naturaleza fracturada de su sociedad y utilizó el fotomontaje y el collage para representarla e interrogarla. Formó parte del movimiento dadaísta de Berlín, centrado en los hombres, e influyó en otros modernistas como John Heartfield.

 

Sean Sheehan

 

La declaración de Hoch en 1929: «Quiero demostrar que lo pequeño puede ser grande, y lo grande pequeño, sólo cambia el punto de vista desde el que juzgamos», confirma su ruptura con el realismo ingenuo, la creencia de que todo lo externo a nosotros está ahí y lo vemos tal como es. Su fascinación por cortar y fragmentar imágenes de cuerpos es una expresión de su deseo de alienar a los espectadores, y en sus collages también hay imágenes de artefactos coloniales y máscaras. Este tipo de arte era un anatema para los nazis y en 1935, cuando regresó a Alemania tras seis años de ausencia, supo que tenía que agachar la cabeza, se trasladó a las afueras de Berlín y esperó en silencio la derrota de los nazis. Cuando ésta llegó, en 1945, pudo escribir: «En mi alma hay una calma que no había sentido en muchos años».

El libro de Prestel «Hannah Höch», publicado por primera vez cuando se celebró una exposición en la Whitechapel Gallery, está generosamente ilustrado y contiene una serie de ensayos que abarcan aspectos de su obra desde 1912 hasta 1978. Otro libro, «Mundos ensamblados» (Assembled worlds), fruto de una exposición en Berna el año pasado y de otra en Viena de junio a octubre de 2024, se centra en la atención que Höch prestó al mundo del cine y a la nueva cultura visual de su época.

Incluye un texto de Höch de 1948 y otros importantes textos breves de colegas vanguardistas, así como más de 150 ilustraciones en color.

John Heartfield también formó parte del movimiento Dadá, y la forma en que utilizó el fotomontaje con fines políticos durante el ascenso del nazismo es el tema de la «Belleza revolucionaria» (Revolutionary beauty) de Kriebel. Su estudio, erudito pero accesible, es la descripción más detallada de un artista extrañamente olvidado en las historias del arte del siglo XX a pesar de su influencia. Cada uno de sus capítulos comienza con una mirada atenta a uno de sus fotomontajes antes de ampliar el alcance de la investigación. Kriebel considera que su obra -y esto es lo que documenta con acierto- se ocupa de la «continua anomia del capitalismo» y de cómo su «ingenio sofocante» se convierte en «un acicate para que concibamos alternativas».

En el 2022 retrato de Julian Assange realizado por el vital artista británico Peter Kennard, el título de cuyo propio libro «Visual Dissent» sirve para mostrar lo que tienen en común Heartfield y Höch, se percibe vivamente la continua influencia de John Heartfield.

«Hannah Höch», Whitechapel Gallery, ha sido publicado por Prestel; «Assembled Worlds», editado por Stella Rollig, Martin Waldmeier y Nina Zimmer, ha sido publicado por Scheidegger and Spiess; «Revolutionary beauty: the radical photmontages of John Heartfield», de Sabine T. Kriebel, publicado por University of California Press.

(Traducido por Camila Marquez)

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