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Poner el eurocentrismo en la basura

La película de 1988, “They live”, cuenta la historia de John Nada (léase su nombre en español) que encuentra una caja llena de gafas de sol. Al ponerse un par, ve cómo la ideología funciona manteniendo oculta la verdad.

 

Silk Roads Gallery Images 5 © The Trustees of the British Museum.

Sean Sheehan

 

Visitar la exposición de las “Silk roads” (Rutas de la seda) en el Museo Británico es como ponerse estas gafas de sol, que revelan el eurocentrismo no por lo que proclama, sino por lo que no dice. Lo que mantiene cuidadosamente oculto sale a la luz en esta asombrosa exposición.

Nunca existió una Ruta de la Seda en el sentido de una única vía muy larga que se extendiera de este a oeste. Se recorrieron muchas rutas, que no siempre pasaban por el mismo territorio, pero entre ellas, por tierra y mar, productos, tecnologías e ideas viajaron hacia el oeste y cambiaron la forma en que la gente vivía y veía el mundo.

El viaje comienza hace más de mil años en Asia Oriental y el intercambio de influencias entre China continental, Japón y la península de Corea. Luego viaja, al igual que la imaginación del visitante de la exposición, a ciudades y regiones de Asia Central, Asia Meridional y Arabia. Termina donde el eurocentrismo querría que situáramos la fuente de la cultura, en la región mediterránea y el noroeste de Europa.

Otra pieza expuesta es un humilde zapato hallado en un castro desértico del oeste de China y datado en torno a los siglos VIII o IX. Está hecho de grueso fieltro de lana con parches de cuero protegiendo las suelas y los talones y decorado con costuras en forma de abanico. Maravillosamente bien conservado, dan ganas de saber si era un producto para la venta o un artículo usado por un comerciante.

Hay algunas piezas preciosas, como un mural del siglo VII encontrado en una casa de Samarcanda, en Uzbekistán. Representa una procesión en honor de un gobernante sogdiano (antiguo Irán) y las representaciones muestran influencias de Corea, India y China.

Una sección fascinante de la exposición está dedicada al viaje del Islam a través del norte de África y el estrecho de Gibraltar hasta la actual España y Portugal en el año 711. La región, rebautizada al-Adalus, fue gobernada primero como provincia de la dinastía omeya, cuya capital estaba en Damasco. El mundo islámico estaba abierto a nuevas ideas y la tecnología de fabricación de papel de la China de los Tang facilitó la traducción de obras del griego, el sánscrito y el persa al árabe.

La Fundación para el Desarrollo del Arte y la Cultura de Uzbekistán y los museos de Tayikistán (en tierras por las que pasaban las rutas de la seda) han cedido una asombrosa variedad de unas 300 piezas, muchas de ellas nunca vistas en el Reino Unido. El libro del Museo Británico que acompaña a la exposición supera esta limitación con sus espléndidas fotografías de las piezas expuestas y un texto explicativo esencial de lo que es una historia extraordinariamente rica y poco apreciada de las culturas que se conectan a través de los continentes.

Wall painting from the south wall of the ‘Hall of the Ambassadors’ (close up) © ACDF of Uzbekistan, Samarkand State Museum Reserve.

“Silk roads” estará en el British Museum hasta el 23 de febrero de 2025. Las entradas anticipadas cuestan 17 libras, los menores de 16 años van gratis acompañados de un adulto, los viernes hay 2×1 para estudiantes, y hay descuentos y tarifas para grupos.

El libro de la exposición está disponible en la exposición o en línea en la tienda del Museo Británico.

(Traducido por Camila Marquez)  -Fotos autorizadas para su publicación

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