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Una inmigrante ilegal

Ella viajó desde Oriente Medio cuando tenía quince años. Ahora tiene veintiocho y desde entonces ha vivido bajo el radar de inmigración en Londres.

 

Steve Latham

 

Todo su recorrido, me dijo, lo hizo en camión, tren, automóvil, furgoneta y barco. Fue una víctima de lo que ahora llamamos “tráfico humano” o “contrabando de personas”. Eso la convierte, oficialmente, en una “inmigrante ilegal”.

Al ser vulnerable, seguramente corrió el riesgo de ser forzada a trabajar en la industria del sexo. Así que una vez le pregunté si alguien había intentado en algún momento tener relaciones sexuales con ella por la fuerza. Ella dijo: “No”. Tuvo suerte. Sin permiso legal para encontrar trabajo en el Reino Unido, se ha visto obligada a trabajar en una serie de restaurantes de comida para llevar.

Sin seguridad laboral, en esta economía crepuscular, está a merced de jefes sin escrúpulos o, en el mejor de los casos, de aquellos cuyos márgenes de ganancias son tan bajos que no pueden permitirse pagar mucho.

No vale la pena quejarse de las condiciones, o del comportamiento grosero de los repartidores que, según ella dice, son lo peor. Así que simplemente salta de un trabajo temporal al siguiente.

De la misma manera, es incapaz de alquilar una vivienda legítimamente, así que ha de encontrar habitaciones en casas compartidas, entre otra gente que pertenece a este mundo oculto. Pero, mientras la dejen en paz, ella se conforma.

A menudo, los propietarios tratan de ahorrar dinero, así que le prohíben encender la calefacción o tomar baños de agua caliente, incluso en medio de un invierno tan frío como el último.

Al menos de esta forma es posible para ella tener un lugar seguro en el que vivir, desde el que puede recorrer grandes distancias a través de la capital para ir a trabajar. Para economizar, a menudo camina durante varias horas.

¿Por qué vino? Su explicación no es clara. Aparentemente, alguien le dijo que estaría mejor aquí.

Así que dejó atrás a su familia, para vivir aquí con un tío lejano. Esto no funcionó, por lo que eligió la vida itinerante de una sombra pasajera en el lado oscuro de Londres.

Ahora ya no puede recordar exactamente el nombre del pueblo en el que vivía. Aparece en Google como el nombre de una región, no el asentamiento específico de su memoria.

La película “Dirty pretty things” (“Negocios ocultos”) describe con precisión el estilo de vida de aquellos que viven en este mundo subterráneo, aprendiendo los trucos de la calle para poder sobrevivir en ella.

Ella cuenta que todos sus amigos viven con miedo a las frecuentes redadas policiales que caen sobre los negocios que se consideran propensos a contratar a estos indeseables globales.

Cada semana, alguien más ha desaparecido, enviado a un centro de detención antes de ser deportado al país que solo recuerda vagamente. Por miedo a ser traicionada, evita la compañía de aquellos de su propio país, especialmente porque allí formaba parte también de una minoría étnica acosada.

Ella vive, por tanto, en las grietas, en los bordes de la sociedad. Es un fantasma, revoloteando entre las zonas grises de la ciudad, sin ser vista.

Un día espero verla, no aquí, sino una ausencia; un hueco en el vacío urbano, con la forma de ella.

 (Fotos: Pixabay)

 

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