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Renovación urbana: la dimensión psicológica

La meditación es el camino hacia la iluminación en el contexto urbano exterior, así como en la condición personal interior.

 

   Steve Latham

 

Paul Virilio acuñó el término ‘Dromología’ para describir la investigación científico-filosófica de la velocidad en la experiencia contemporánea. Y esta es la naturaleza del ‘urbiverso’ en que vivimos.

Para continuar con esto, sin embargo, también debemos admitir su naturaleza dialéctica de doble filo. La ‘gran ciudad’ puede ser excitante, estimulante, pero también fomenta la ansiedad y el estrés constantes.

Nunca se sabe qué es lo que te va a llegar. Ayer, los noticiarios estaban llenos de periodistas alterados que hablaban sin aliento sobre un ataque con un cuchillo, probablemente de carácter terrorista, en Streatham, una parte de Londres que conozco bien.

Aunque es ‘secundario’ y está ‘mediatizado por los medios de comunicación’, esta inesperada, sorprendente y a veces peligrosa calidad del flujo urbano se apropia de nuestra amígdala y causa que los niveles de cortisol se disparen.

“Vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser” en un entorno mundano, en lugar de divino, una caldo de tensión creciente, que proporciona emociones como desahogos.

Por lo tanto, parte del secreto de la supervivencia es aspirar a la quietud; sin abandonar la ciudad (en mi caso Londres), porque eso es, como escribió Samuel Johnson, cansarse de la vida.

Como un giro en esta antinomia johnsoniana, Saladino Ahmed ha escrito una novela de ‘fantasía urbana’, desde una perspectiva oriental, islámica, que derriba las convenciones de la ciencia ficción.

En ella, Adoulla Makhslood es un cazador de demonios envejecido, que solo quiere sentarse y beber té, pero le vuelven a llamar para una última aventura.

Tal es el destino de todos los habitantes de los centros urbanos a largo plazo: invadidos por la acedía y el aburrimiento de una rutina establecida, pero que se interrumpe una y otra vez con cada novedad.

Para apreciar y acoger la próxima novedad, necesitamos cultivar una quietud interior. Incluso en medio de la perturbación del cambio constante, hay un lugar de quietud, y está en el ojo de la tormenta.

Encontramos el descanso, el punto de quietud, en la contemplación, la consideración: un estudio no intelectual, pero sí minuciosamente cerebral, de la interfaz entre la dimensión exterior e interior.

Platón comparaba la ciudad bien ordenada con el equilibrio interior del alma. Académicamente, la ciencia política se desarrolló a partir del examen de las relaciones de poder en el seno de la polis griega. Del mismo modo, nuestra propia integración psicológica es necesaria para que podamos adoptar una postura no amenazada hacia posibles amenazas a nuestro primitivo cerebro de lagarto.

No es que esto exija el abandono de nuestros compromisos previos para la justicia o la demanda de verdad. En su lugar, estos se rebaten en esencia dentro de un entorno que nos lanza reiteradamente contra opciones alternativas.

En tanto que la palabra ‘hereje’ proviene de la palabra ‘elección’ (históricamente significa la elección contra, o distinta de, la ortodoxia dominante), todos somos herejes ahora.

Las presentes condiciones de pluralidad nos obligan a elegir, adoptar de forma consciente, nuestras creencias y valores. Por lo tanto, la verdad se convierte en cuestión. Como dijo Pilato: ‘¿Qué es la verdad?’

Pero de nuevo, cualquier petición de consejos prácticos sobre urbivisión cae por tanto en un confuso desorden, un dilema, donde los más íntimos hábitos del corazón modelan nuestras reacciones.

(Traducido por Iris María Blanco Gabás – Email: irisbg7@gmail.com) – Fotos: Pixabay

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