Globo, Migrantes, Multicultura, Reino Unido

Inmigrantes en tiempos de Covid: «Nadie me ayudó»

Lo que parecía ser el típico sueño de una inmigrante cumpliéndose, se convirtió en una pesadilla con la pandemia. Jessica contrajo el coronavirus en el Reino Unido, no tuvo la ayuda del NHS, sufrió todo en soledad  y casi muere en su habitación. El virus se quedó en su cuerpo por casi tres meses. Hoy el miedo no la abandona.

 

Jessica

Nathan Raia

 

En 2018, como consecuencia de que en su ciudad natal no podía encontrar un trabajo estable y bien remunerado, decidió renunciar a todo y probar suerte en otro lugar. Así, aterrizó en Inglaterra y después de haber trabajado en una cafetería fue contratada como subgerente en una panadería de Londres.

Jessica finalmente tenía un contrato permanente y la seguridad financiera que no tenía antes. Tenía pequeñas preocupaciones y la vida transcurría sin mayores problemas hasta que el Covid-19 se convirtió en parte de su vida, de la vida de todos.

En efecto, lo primero fue el abarrotamiento en las tiendas porque la gente pensó que la comida y los víveres se iban a acabar en caso de un cierre de la ciudad.  Y la panadería en la que trabaja no fue la excepción.

Igualmente, por esos días el lugar permanecía abarrotado de residentes y turistas y los empleados no estaban adecuadamente protegidos. De hecho uno de sus compañeros de trabajo sufrió una extraña gripe pero jamás confirmaron si se trataba de Covid o no. Además, si bien es cierto que el uso de guantes era obligatorio ya que debían servir los distintos productos a los clientes, no utilizaban máscaras. Pero Jessica, que tenía como doloroso ejemplo a Italia, desde febrero, comenzó a seguir las directrices de seguridad, se lavaba las manos con frecuencia, usaba mascara y respetaba el distanciamiento social.

Un día a mediados de marzo, mientras estaba sola en su casa antes de ir a trabajar, comenzó a sentirse débil y completamente agotada. En ese momento, su primer pensamiento fue que simplemente era un mal día, pero no podía imaginar que se sentiría tan mal al día siguiente.

De hecho, a la mañana siguiente se despertó con fiebre alta, tos, dolores musculares y de pecho, diarrea, problemas respiratorios y además, había perdido por completo el sentido del gusto y el olfato.

Su primer pensamiento fue llamar al NHS al 111 para asegurarse de que no había contraído el virus, pero en respuesta, simplemente le dijeron que mantuviera la calma, tomara paracetamol, bebiera té caliente y se aislara durante siete días.

Como muchos otros inmigrantes que viven en Londres, Jessica vive sin su familia, que en su caso reside en Italia, su país natal. Entonces, se encontró prácticamente sola lidiando con la pandemia y la enfermedad, únicamente con sus compañeros de piso ayudándola, preparando la comida y ocupándose del supermercado.

Sin embargo, Jessica sabía que no se trataba de una simple gripe, de hecho, incluso tomando paracetamol la fiebre volvía a subir en una hora, la tos era extraña y el dolor muy fuerte. Jamás se había sentido tan mal por una simple gripe.

Aunque la recomendación médica era autoaislarse por solo una semana, ella prefirió permanecer en total aislamiento, dentro de su habitación, durante 14 días consecutivos. Además se sentía tan mal que no podía hacer lo contrario. De hecho, su temperatura bajó solo después de siete días y su tos disminuyó después de quince.

Con el tiempo, sus condiciones de salud mejoraron gradualmente, la pesadilla estaba terminando, o eso pensaba.

El 22 de mayo, debido a una grave situación familiar, tuvo que viajar urgentemente a Italia.

Hasta ese momento, la familia de Jessica aún no sabía que había estado enferma y, aunque habían pasado dos meses desde su recuperación, aún no había recuperado el gusto ni el olfato.

Afortunadamente, su tía es enfermera en el pabellón de Covid en Reggio Calabria y después de enterarse de su enfermedad, convenció a Jessica de que se hiciera un hisopo nasofaríngeo (prueba de PCR) para verificar su positividad o no. Una noche recibió una de las peores llamadas telefónicas de su vida. La llamaban del hospital para decirle que el hisopo había dado un resultado positivo, estaba afectada por Covid-19. A partir de ese momento comenzó su segundo aislamiento, esta vez de 20 días. Todo lo que podía hacer era esperar y examinarse cada semana hasta obtener dos negativos seguidos.

Desafortunadamente, el peligro aún no había pasado ya que su padre es inmunodeficiente y ella vivía con ellos en ese momento y, por ende, el riesgo de que el contrajera el virus, era real. Sin embargo, pese a que el virus todavía estaba en el cuerpo de Jessica, su carga viral era tan baja que no representaba ninguna amenaza y nadie de su familia resultó infectado.

Toda esta experiencia, larga y dolorosa, en la que experimentó soledad, dolor y situaciones en su cuerpo jamás imaginadas, dejó en ella mucho temor, mucho miedo.

Miedo a las personas y miedo a contraer el virus nuevamente, pues nunca recibió ayuda real. Pero ella sabe que no puede vivir así toda la vida pues no quiere vivir con miedo.

Jessica no es la única que tiene miedo, de hecho, muchas personas, cuando se enteran de que había sido afectada por el Covid-19, cambian su actitud hacia ella, le tienen miedo como si aún pudiera ser una amenaza para su salud. Esto le duele a Jessica y lo encuentra muy irrespetuoso.

Respecto a todo lo que significa el Covid, piensa que la actitud de la gente es irresponsable y que también es muy pronto para aflojar las medidas restrictivas. También cree  que la gente no debería bromear sobre eso “porque la gente muere por Covid y es sumamente importante protegerse cada vez que salimos, usando las máscaras de forma correcta y manteniendo el distanciamiento social”.

Su experiencia con el Covid le enseñó que “la vida puede ser un momento y hay que disfrutarlo plenamente, haciendo experiencias positivas”.

Más allá de eso, el único consejo que Jessica siente para dar a aquellos que tienen uno o más síntomas de Coronavirus es hacerse la prueba de inmediato, ya que ahora están disponibles.

Lamentablemente, no tiene ganas de dar otro consejo, de hecho, cree que tuvo suerte de sobrevivir y ni siquiera sabe cómo pudo hacerlo ya que nunca recibió el tratamiento adecuado.

Por el momento todavía está en licencia, pero pronto regresará al trabajo y espera que con las obligaciones impuestas por el gobierno para la protección de los trabajadores, las cosas sean distintas y más seguras ahora.

(Traducido por Mónica del Pilar Uribe Marín) Fotos: Pixabay

 

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