Globo, Mundo, Reino Unido

Mujer, Covid y trabajo, una ecuación injusta

Levantarse temprano, preparar el desayuno, supervisar la educación a distancia, sentarse frente a la computadora, intentar trabajar, salir a comprar alimentos, cocinar, lavar, limpiar, quizás sea el orden del día de muchas de las mujeres en tiempos de pandemia.

 

Claudia González Corrales

 

El nuevo coronavirus, SARS-CoV-2, con su propagación en este 2020, impuso como métodos de prevención estrictas medidas sanitarias, el distanciamiento social, las cuarentenas, a la vez que obligó a las economías a profundizar, o incorporar, de manera repentina, el teletrabajo.

Las ventajas son evidentes: mayor libertad en el uso del tiempo, ahorro de recursos, la oportunidad de diseñar el propio entorno de trabajo, y una armonía entre la vida personal, familiar y laboral. Sin embargo, voces autorizadas asumen al teletrabajo como fuente de desbalance entre el horario de trabajo y la vida personal, y  revela la crisis de cuidados y de quehaceres domésticos, ambos desvalorizados, no remunerados y muy feminizados.

Según la Organización de Naciones Unidas, cada día las mujeres dedican 2,5 horas más que los hombres al trabajo doméstico y los cuidados, y la pandemia ejerce presiones adicionales sobre estas, a menudo con impactos negativos en su bienestar.

Karina Batthyány, secretaria ejecutiva del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, explica la creencia de que la incorporación de las mujeres al trabajo productivo redistribuiría la carga doméstica por sí sola, cuando en realidad se tradujo en una doble jornada laboral para estas.

Hasta el momento no es público un estudio sobre cómo las tareas domésticas afectan el desempeño de los teletrabajadores en Cuba, en especial las del sexo femenino, pero las experiencias en el mundo registran una sobrecarga de funciones. Para este reporte fueron entrevistadas cubanas de diferentes edades que recurrieron al teletrabajo durante estos meses de enfrentamiento a la Covid-19, y se identificó que la aceptación o rechazo al mismo depende de las demandas de cuidados y tareas al interior al hogar.

Las jóvenes sin hijos, o las de edad madura (con estos independizados), aplaudieron el teletrabajo; y las que tienen menores o personas dependientes a su cuidado, presentaron más dificultades a la hora de encontrar un balance y cumplir con el trabajo.

Y una encuesta realizada a 10 mil españolas indica que el 86% de las madres se siente apática o triste, y que, por las exigencias del teletrabajo, tareas domésticas, cuidado y educación de los hijos, siete de cada 10 está mucho más cansada que antes del confinamiento.

El Instituto de Estudios Superiores de la Empresa de España revela que, debido a la mayor dedicación a los cuidados, las mujeres que trabajaron en remoto durante la pandemia tuvieron un 20% más de fatiga mental y un 16% más de estrés que los hombres, porcentajes que suben al 33% y al 18%, respectivamente, en las madres solteras. Según reportes de prensa, ello repercutió en que, desde el inicio del confinamiento, y con él, el teletrabajo, se disparó en la nación ibérica el uso de los medicamentos para controlar la ansiedad y dormir, y algunas mujeres se han visto obligadas a renunciar a sus empleos.

Como si fuera poco, los resultados preliminares de un estudio de la Universidad de Valencia informan que, además de las tareas descritas, las mujeres facilitan el teletrabajo de sus parejas, y son obligadas a cumplir su rol profesional en la madrugada.

Más allá de las estadísticas, la situación muestra una clara realidad: un desbalance en la productividad de ambos sexos.

Otra aspecto es el aumento de la violencia de género, al estar las víctimas encerradas con sus maltratadores, y se tiene como señal de alarma la cifra récord de feminicidios registrada en varios países en los últimos meses.

Los efectos de la emergencia sanitaria amenazan con reforzar las brechas y estereotipos sexistas, y  una mayor carga de cuidados en las niñas y adolescentes contribuye a perpetuar los tradicionales roles de género. Fuentes consultadas de la Organización Internacional del Trabajo entienden que asumir el teletrabajo requiere de una corresponsabilidad en las tareas del hogar que escape a los patrones de la reproducción sexual del trabajo. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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