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Violencia y machismo ‘en la sangre’

Según el Informe Nacional sobre la Implementación de la Agenda 2030, en 2016 la tasa de femicidios a manos de parejas o exparejas en Cuba fue de 0,99 por 100 mil habitantes de 15 años y más, y hubo una disminución del número de muertes entre el 2013 y ese año en un 33%.

 

Claudia González Corrales

 

“¿Por qué no me separé antes? ¿Por qué aguanté tanto?”, son preguntas recurrentes hoy en Teresa Rodríguez, una sobreviviente en Cuba a 38 años de un matrimonio con violencia económica, psicológica y física.

Teresa cuenta sobre una vida “propia” protagonizada por “ese señor”, “el dueño, la cabeza, el que piensa”, y donde ella carecía de derechos. “Siempre hice lo que él quiso”, así resume su historia ante la prensa y recuerda las veces en que la humilló, la hizo sentir inferior, le prohibió trabajar, y la golpeó; todo, en nombre del poder; todo, hasta ese día en que, para ella, fue suficiente.

Vivir en esas condiciones generó en Teresa una teoría sobre la violencia: “Él en su sangre trae ese machismo. Está reproduciendo lo que ha visto”.

Utiliza de argumento cómo la familia de su todavía esposo -están en proceso de separación- se afincaba en la frase: “él es el hombre de la casa” para imponer voluntades, un “legado” asumido por varias generaciones.

Para la literatura especializada, la violencia de género es producto de las relaciones asimétricas de poder y de la discriminación contra las mujeres, sobre la base de la herencia patriarcal de lo considerado masculino y femenino.

La doctora en Sociología y profesora de la Universidad de La Habana Clotilde Proveyer explica que se trata de un problema con un sustrato cultural y estructural muy fuerte, de ahí el desafío a la hora de contrarrestarlo.

“La familia cubana es patriarcal, a pesar de ciertas modificaciones a favor de la equidad entre los géneros: ¿Quién es el jefe de núcleo? ¿Cómo es la distribución de roles, la toma de decisiones? ¿Quién es proveedor?”, cuestiona.

En la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género (ENIG), aplicada en 2016, el 88,7% de la muestra reconoció la existencia de leyes, políticas y acciones específicas a favor de las mujeres. Sin embargo, la estadística también reveló la presencia de manifestaciones violentas, cuya atención es prioridad para Cuba. De acuerdo con Osmayda Hernández, miembro del Secretariado Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), prevalecen tales casos en provincias orientales, y hubo un incremento de estos durante la pandemia de Covid-19, que las sobrecargó con labores domésticas, estrés, ansiedad y depresión.

En el mundo, cada día resultaron asesinadas como promedio 137 mujeres por un miembro de su familia o su pareja, alertó en 2018 Naciones Unidas, y, de acuerdo con el Estudio Global de Homicidios 2019, el 58% de los femicidios se debió a la violencia doméstica.

Según el Observatorio de igualdad de género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en 19 países del área unas cuatro mil 500 mujeres fueron exterminadas por la agresión machista en 2019.

No obstante, los estudios internacionales demuestran que lo visibilizado es apenas la punta del iceberg, pues solo aproximadamente el 10%  de las que sufren violencia lo denuncian, remarcó Proveyer.

El adiós de Teresa

Hubo un día en que los motivos de Teresa para permanecer junto a su agresor dejaron de tener peso.

Atrás había quedado esa necesidad de conservar a toda costa un matrimonio, y el amor terminó diluido por el miedo.

Aún ella recuerda los nervios de esa primera vez cuando fue a la Casa de Orientación a la Mujer y a la Familia, del municipio Plaza de la Revolución, para solicitar auxilio. Desde entonces, cada semana Teresa tiene un encuentro con Miriam de los Ángeles Beltrán, coordinadora de dicha institución, y allí explica los avances de su proceso, sus preocupaciones, temores.

“No estoy sola. Sé que, ante cualquier situación, vengo para acá, y tendré apoyo”, afirma.

La Casa es una  institución que atiende anualmente más de tres mil personas, y de ellas, 300 o 400 acuden debido a agresiones basadas en el género.

La existencia de estos espacios da cuenta de la voluntad de Cuba, que tiene como política de Estado la tolerancia cero al flagelo y pondera la igualdad de oportunidades en todos los ámbitos.

Un plan integral

Cuba posee una estrategia integral de atención a la violencia, con acciones específicas para perfeccionar mecanismos sustantivos, procesales, administrativos y cambiar imaginarios, bases para erradicar dichas agresiones.

Los esfuerzos ante la problemática cuentan con la guía de la FMC, mecanismo para el avance de ellas; y se concretan en la aprobación del Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM).

El plan, subrayó Osmayda Hernández, enfatiza en el derecho, exige a los organismos responsables actuar ante la violencia, estimula la capacitación del personal de estos, y el desarrollo de métodos alternos de solución de conflictos desde una perspectiva de género. De igual forma, están las campañas de sensibilización, como Evoluciona, del Centro Oscar Arnulfo Romero, y Juntas, de la Federación; y la puesta en pantalla de la serie Rompiendo el silencio, para reflexionar sobre cuán expuesta está la sociedad a situaciones de violencia.

Además, el país habilitó la atención especializada a tales agresiones por la línea telefónica 103, y creó un mapa de servicios para derivar el contacto con alguna de las 168 Casas de Orientación, las estaciones de policía y la fiscalía disponibles en cada municipio.

Para modificar el flagelo necesitas cambiar los patrones que lo hacen posible, desde la familia, la escuela, los medios de comunicación, “que son los que permiten aceptar esos cánones como válidos y su reproducción”, enfatizó la experta. Mientras todo esto sucede, Teresa, aunque reconoce que esperó demasiado en dar su “portazo”, disfruta de una tranquilidad ocultada por años. Como ella asegura, ya sabe la importancia de valorarse más, de trazar metas, de sonreír sin culpas, y es, al fin, libre. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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